Aventura en Laos

Los gomones sobre el río y la exploración de las cuevas de Tham Poukham son el mayor atractivo de Vang Vieng. Fotos

POSTAL ASIÁTICA. Bicicletas y tuk tuk son el transporte más frecuente en la ciudad. Foto: Cedoc Perfil [ Ver fotogalería ]

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Por Manuel Meyer (dpa)

El agua del río Nam Song fluye lentamente a través de Vang Vieng, en medio de un paisaje selvático en el norte de Laos. Mujeres con sombreros de paja empujan sus bicicletas por el viejo puente de madera. Mientras, tras las rocas, un sol rojo como la sangre se oculta poco a poco. Cerca, un puñado de turistas bebe gin tonics y escucha música chillout. Es una Asia como de álbum de fotos, pero Emily, Jessica y Sophie están decepcionadas. “No lo entiendo. Esto era una megafiesta y ahora, nadie”, afirma Emily.

Las tres chicas de Sydney estuvieron hace tres años en Vang Vieng. Como 120 mil estudiantes australianos y mochileros de Estados Unidos y Europa, que solían venir para asistir a “las fiestas más locas del mundo”, por los excesos y el tubing. Cientos de mochileros completamente borrachos se lanzaban al mismo tiempo río abajo sentados en neumáticos de camión.

Luego de cuatro kilómetros, los esperaban animadores que les echaban cuerdas para sacarlos del agua y llevarlos a sus bares. Después de una bebida gratis de bienvenida, había otras mezclas más fuertes servidas en cubos de diez litros. También se vendían abiertamente en la barra “porros” y otras drogas.

Pero después de que en 2011 se produjeran unas treinta muertes, las autoridades provinciales decidieron poner fin a la fiesta. En el verano del año pasado, la policía cerró decenas de bares y discotecas ilegales, y vigila ahora que los turistas sólo hagan tubing con el chaleco salvavidas puesto y sin beber alcohol. A Vone no le molesta. El agente turístico, de 36 años, tiene ahora muchos menos clientes que antes, pero se muestra contento de que hayan acabado los excesos del pasado.

Era demasiado peligroso y no era bueno ni para nosotros ni para nuestros hijos”, dice, recordando que los agricultores dejaron de trabajar la tierra y comenzaron a vender alcohol y gafas de sol hechas en China. El mismo Vone vivía hasta el año pasado principalmente de alquilar neumáticos. Ahora se concentra en organizar excursiones por la selva, escaladas o salidas en bicicleta para amantes de la naturaleza. Este nuevo modelo de turismo parece funcionar.

El paisaje aquí es simplemente impresionante”, afirma Steffen Kasber, turista alemán. En bicicleta atravesamos las plantaciones de arroz y pequeños pueblos hasta llegar, a siete kilómetros de distancia, a la cueva de Tham Poukham, una obra maestra de la naturaleza. La entrada es gratis, pero uno tiene que recorrer bajo su propio riesgo, linterna en mano, un laberinto de pasadizos casi sin explorar, con estalactitas y estalagmitas.

En medio de la primera cueva principal, unos rayos de sol que entran por un agujero del techo se abren camino entre la oscuridad e iluminan una estatua de Buda acostado. Nos vamos adentrando cada vez más en la cueva e incluso grutas accesorias más pequeñas que pueden llegar a tener la dimensión de salas de conciertos. “Esto es aventura pura. Los amantes de las fiestas ni siquiera sabían lo que había aquí”, afirma Steffen Kasber.

 

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