Un viaje al pasado en la Triple Frontera

Córdoba, Misiones y Corrientes son el punto de partida de un camino por ruinas jesuíticas, continúa en Paraguay y finaliza en Brasil.

Un viaje tripartito por Argentina, Paraguay y Brasil es un nuevo producto turístico que recorre algunas de las treinta ruinas jesuíticas. Foto: Cedoc Perfil [ Ver fotogalería ]

Entre 1599 y 1767, la Compañía de Jesús estableció en Latinoamérica un sistema espiritual, cultural y productivo que dejó su impronta en Argentina, Paraguay, Brasil, Bolivia, Uruguay y Chile. La provincia de Córdoba se constituyó en la capital de lo que se conoció como la Provincia Jesuítica del Paraguay, fue cuna del Colegio Máximo y el Colegio Convictorio de Nuestra Señora de Montserrat, a los que se anexaron un sistema de estancias que aún hoy subsisten (Caroya, Jesús María, Santa Catalina, Alta Gracia, La Candelaria y San Ignacio), y se erige, actualmente, como el punto de partida del camino de los jesuitas, un recorrido histórico, cultural, religioso y educativo, que vincula las reducciones y otros sitios de interés dejados por la Compañía de Jesús en más de treinta poblaciones ubicadas también en las provincias de Misiones y Corrientes, y las Repúblicas de Paraguay y Brasil.

Un paseo por la historia

A mediados del siglo XVI la Iglesia Católica comienza a atravesar un período de profunda crisis. Las críticas hacia la estructura eclesiástica comienzan a acentuarse, los tiempos de cambio se aceleran y los jesuitas empiezan a jugar un rol fundamental en la lucha contra el protestantismo y en pos de la evangelización. Es en ese contexto, en 1534, donde surge la Compañía de Jesús, una sociedad religiosa fundada por Ignacio de Loyola con el propósito de difundir el catolicismo y defender a la Iglesia Católica en todos los ámbitos.

La obra evangelizadora llevada a cabo por esta compañía en América latina hasta 1767 se materializó como un sistema económico, político y administrativo formado por treinta reducciones ubicadas en Argentina, Brasil y Paraguay, que han dejado significativas huellas arquitectónicas y culturales que aún hoy pueden advertirse en toda la región. De estas treinta reducciones fundadas por los jesuitas, siete fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

En Argentina, este estatus lo obtuvieron las de San Ignacio Miní, Santa María la Mayor, Santa Ana y Nuestra Señora de Loreto, todas en Misiones. La primera de ellas es la más completa de todas, y fue fundada en 1610. Actualmente, el monumento está totalmente cercado y resguardado, y cuenta con un centro de Interpretación, un Museo y espectáculos de luz y sonido que se realizan a partir de las 19 horas.

La misión jesuítica de Santa Ana, cuyo surgimiento se inscribe en 1633, conserva aún su casco urbano, un templo –cuyas paredes, íntegramente realizados en piedra, poseen entre seis y ocho metros de altura–, el cementerio, y el muro perimetral de lo que supo ser una huerta, hoy en desuso. A diferencia de las dos anteriores, Santa María la Mayor, establecida en 1626 “sobre la horqueta misma que forma el río Iguazú”, y luego trasladada hacia la margen occidental del río Uruguay, apenas exhibe hoy los vestigios de un pequeño pueblo jesuítico a medio hacer, ya que fue arrasada en 1817 durante las invasiones portuguesas.

En tanto Nuestra Señora de Loreto –de 1610–, es actualmente morada de los restos del padre Antonio Ruiz de Montoya, y de los padres José Serrano y Juan Bautista Neuman, quienes se encargaron de confeccionar una imprenta itinerante con madera de la región y caracteres fundidos en plomo y estaño, que se instalaba según lo requirieran los trabajos de impresión, en Loreto, Santa María la Mayor o San Javier.

En Paraguay se destacaron, de entre todas las misiones, la de la Santísima Trinidad del Paraná, que fue fundada en 1706 y llegó a tener 2.690 habitantes y es considerada, gracias a sus remanentes materiales, la más importante entre los treinta pueblos jesuitas establecidos en la región; y la de Jesús de Tavarangüé, una estructura urbana unida por el templo –que quedó inconcluso–, la Plaza Mayor, el Colegio, las casas de protección para huérfanos y viudas llamadas Coty Guazú o Casa Grande, una huerta y un cementerio.

En Brasil, la Unesco decidió reconocer lo hecho por el padre Cristóbal de Mendoza, quien en 1632, fundó la Iglesia São Miguel das Missões, aquella que en 1986 fuera escenario de la película La Misión, protagonizada por Robert De Niro y Jeremy Irons. Más allá del reconocimiento otorgado por la Unesco, la región conserva aún otras reducciones jesuíticas que testimonian un legado cultural que vale la pena descubrir. La misión Jesuítica Guaraní de Corpus Christi, la de Beatos Mártires, San José, Concepción, Apóstoles, Candelaria, San Javier o San Carlos son sólo algunas para asomarse a la extraña mixtura que surgió tras la llegada del hombre blanco y el forzado proceso evangelizador, que los jesuitas humanizaron.

 

5 Comentarios en “Un viaje al pasado en la Triple Frontera

  1. Ramón Gutiérrez | 01/11/2013 | 13:52

    Es una vergüenza que la foto que ponen no corresponde a ninguna de las Misiones Jesuíticas. Ramón Gutiérrez

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