BRASIL

Atrapados en Búzios

Si hay alguien que sabe de playas, ése es un brasileño. Viajamos a «la Saint Tropez del Cono Sur» para saber por qué la pequeña península es el sitio que ellos eligen para sus vacaciones.

Con playas para todas las demandas -incluso nudistas-, y una villa que se puede recorrer a pie, la segunda capital del buceo brasileño sumó golf y paseos por Arraial do Cabo. Foto: skyscraperslife.com [ Ver fotogalería ]

Por Guido Glait. Diario PERFIL

Al final, la culpa de todo la tiene Brigitte Bardot. Buscando salir de las plagas de paparazzi, la actriz francesa se escapó a lo que parecía el fin del mundo. Pero claro, la descubrieron. Y desde ahí nada fue lo mismo por estos pagos.

Fue allá por los años 60, y fue el instante en el que Búzios comenzó a ser Búzios. Todos querían conocer ese bendito lugar que de golpe era tapa de revistas internacionales. Y creció tanto que hoy es uno de los destinos más selectos de Brasil. ¿Es un sitio mágico? Definitivamente sí. Si los propios brasileños la eligen como una de las principales alternativas, habrá que escucharlos: esta gente tiene siete mil kilómetros de playa, algo sabe del tema.

Hasta acá llegan desde todo Brasil y sobre todo desde Río de Janeiro, que está a 180 kilómetros. También es seductor para los argentinos, que ven acá la combinación perfecta de lugar chico, playas soñadas, seguridad, vida agreste, precios coherentes y buenos paquetes turísticos. Las 370 posadas y 12 mil habitaciones son más que suficientes. Y tanto enamora esta península con calles de piedra que muchos se quedan: de los 30 mil habitantes, cerca de 6 mil son argentinos. Acá se habla portuñol.

Búzios no es para grupos de amigos jóvenes. La paz y el estilo silencioso son más bien para viajes en familia o vacaciones románticas: sus costas deben tener 100% de efectividad en pedidos de casamiento. Lo primero que hay que considerar son las 23 playas con diferentes personalidades. En João Fernandes, por ejemplo, se pueden ver corales como en ninguna otra parte; en Armaçao, Azeda y Azedinha, las puestas de sol son el marco perfecto para el amor; en Tartaruga el agua es cálidamente caribeña; en Ferradura el mar es una pileta; en Praia Brava mandan las olas, y en Geribá las dos cosas: de un costado hay olas para hacer surf, y del otro aguas calmas para usar el snorkel, andar en kayak o hacer la plancha.

Para los osados hay un plan B: Praia Olho de Boi. La única exigencia acá es entrar sin vergüenza, sin prejuicios, y sin malla. La temporada alta comienza el 26 de diciembre a la espera de la Réveillon, Año Nuevo, noche en la que todos se visten de un blanco impoluto para rendirse ante Iemanjá, la Diosa del Mar. La gente se acerca al agua y le regala flores.

Lógicamente también hay un mundo fuera de la playa. Caminar las calles  coloniales del centro, ir a los restaurantes de comidas típicas, visitar la plaza Santos Dumont y sus negocios de artesanías son paseos clásicos. También andar por la costanera Bardot (¿qué otro nombre podía llevar?), donde sobresalen los bares sobre la arena.

En Búzios todo es pequeño, nada es exagerado ni o mais grande. Y como las construcciones de más de tres pisos están prohibidas, ver los morros o el mar de fondo es un placer obligado. Un lugar con vegetación en cada rincón, con calles que
suben y bajan como en un cuento.

Para los deportistas, la ciudad ofrece hace pocos años uno de los mejores campos de golf de Brasil, construido por el reconocido arquitecto Pete Dye. Mientras los maridos se sienten Tiger Woods las mujeres pueden ir de compras por la peatonal Rua das Pedras, la Champs- Elysées de Búzios, con negocios abiertos hasta la medianoche.

Un lindo paseo es visitar el Bebentuario, una especie de santuario pero de bebidas. Ahí se fabrica el secreto de la alegría brasileña, la cachaça, alma mater de la caipirinha. Eso sí, la receta se guarda junto a la de Coca-Cola: averiguarla es una pérdida de tiempo.

Todo se hace caminando, la península tiene seis kilómetros de largo por dos de ancho. La alternativa es alquilar buggies o viajar en las vans que pasan regularmente. ¿Para qué? Para ir por ejemplo a Arraial do Cabo, “el Caribe brasileño”, como ellos mismos dicen. Arraial do Cabo desafía a la física y demuestra que es posible llegar al paraíso en barco: la isla del Faro y la Prainha son las mejores playas en cientos de kilómetros a la redonda. Agua bien turquesa y translúcida que hace de Búzios la segunda capital de buceo del país, luego de Fernando de Noronha.

Más arena de silícea que parece harina de maíz. Y todo entre morros con cientos de clases de plantas. Así se explica que Búzios convoque a 150 mil personas cada verano. Sin ir más lejos, acá se cruzaron David Lebón y Charly García con un tal Pedro Aznar para darle vida a un nuevo grupo de música: Seru Giran.

DATOS ÚTILES

  • Coordenadas: Búzios está 180 kilómetros al noroeste de Río de Janeiro.
  • Cómo llegar: por Aerolíneas Argentinas, a partir del 4 de enero, habrá un chárter directo a Cabo Frío (a 20 km de Búzios).
  • Hospedaje: un hotel 3 estrellas, US$ 240 la habitación doble (c/ desayuno), en enero.
  • El dato: almuerzo en restaurante, entre 15 y 25 dólares.
  • Souvenir: Havaianas, por US$ 13. Hay dos megalocales por cuadra.
 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

15 − 12 =