Reikiavik, el renacer de las cenizas

La ciudad islandesa es una mancha de color en un país dominado por volcanes, géiseres y desiertos. Fotos

Panorámica. Desde la cima de la iglesia Hallgrimskirkja, techos coloridos y el trazado urbano. Foto: Cedoc Perfil [ Ver fotogalería ]

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Por Ingrid K. Williams. The New York Times / Travel. Diario PERFIL

Tras un colapso bancario y la erupción volcánica del Eyjafjallajökull, hay señales de resurgimiento en Reikiavik, donde la nueva sala de conciertos ganó el premio Mies Van Der Rohe, el galardón más importante de la UE para la arquitectura contemporánea. En varias partes de la capital abren restaurantes y la vida nocturna está vibrando.

Desde la austera Hallgrimskirkja, una imponente iglesia-colina enmarca una torre (admisión, 700 coronas islandesas, o 6 dólares a un tipo de cambio de 118 coronas por dólar), ofrece una vista panorámica de los coloridos techos de la ciudad. Después, al nivel del mar espera el hito arquitectónico más reciente de la ciudad: la sala de concierto Harpa, una espléndida estructura geométrica sobre la costa, sede de la orquesta sinfónica y ópera de Islandia.

Para cenar, Forrettabarinn, un restaurante nuevo cerca del puerto, con largas mesas de madera para comer salmón ahumado, carnosos mejillones o bacalao a la manteca, por 1.390 coronas. Hasta 1989, la mayoría de las cervezas estaban prohibidas en Islandia por una antigua ley seca, pero la producción artesanal está creciendo y hay ocho variedades para probar en Gaedingur Brugghus por 3.500 coronas. Una caminata matinal sobre el camino costero serpentea hacia el noroeste, rumbo al área residencial de Seltjarnarnes, hacia el faro de la isla Grotta, a donde sólo se llega caminando los 3,2  km, con marea baja.

Para ser una ciudad tan chica, Reikiavik tiene un paisaje artístico rico. Para probarlo están la galería i8 (entrada gratuita), y Hafnarhus, casa del Museo de Arte de Reikiavik (admisión 1.200 coronas). De regreso, verá las obras de la artista Theresa Himmer, cerca de la esquina de Klapparstigur y Laugavegur.

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