Un palacio francés en Buenos Aires
El Palacio San Martín es uno de los mejores edificios de la ciudad por su gran valor arquitectónico. Tiene visitas guiadas.
El Palacio San Martín se destaca como uno de los mejores edificios de la ciudad, por su gran valor arquitectónico y su estética. [ Ver fotogalería ]
El Palacio San Martín, hoy sede de la Cancillería, es uno de los edificios más elegantes y distinguidos de Buenos Aires. En la actualidad son pocos los que saben que puede visitarse esta residencia, de estilo francés, en el barrio de Retiro, y que fue hogar de una de las familias más acaudaladas de nuestro país: los Anchorena.
Si bien parece un complejo único, está constituido por tres residencias completamente aisladas una de la otra, por lo que hay que salir del salón de honor, o patio principal, para poder entrar en otra casa. La que da a la calle Esmeralda fue habitada por Mercedes Castellanos de Anchorena con su hijo Aarón; la central, fue habitada por Enrique Anchorena y su esposa, Hercilia Cabral Hunter; y en la que da a la calle Basavilbaso, vivió Leonor Uriburu, viuda de Emilio Anchorena, quien se la dejó a la mayor de sus hijas, Leonor Anchorena de Luro, miembro de la Sociedad de Beneficencia y propietaria de la estancia La Azucena.
Fue construido entre 1905 y 1909, por el arquitecto Alejandro Christophersen (1866-1946), a pedido de la mencionada doña Mercedes Castellanos de Anchorena, dueña de una de las fortunas más grandes de la Buenos Aires de principios del siglo XX. Era hija de Aarón Castellanos, uno de los pioneros de la colonización agraria en la Argentina, y esposa de Nicolás Hugo Anchorena, nieto de Juan Esteban Anchorena, el primer español de la familia que se estableció en Buenos Aires, allá por 1751. Uno de los visitantes más ilustres del palacio comparó a esta familia porteña con los Rockefeller de los EE.UU.
El palacio se transformó en uno de los centros más importantes de la vida social porteña. Lo frecuentaban personalidades como los presidentes Roque Saenz Peña o Victorino de la Plaza, altos dignatarios de la iglesia y personajes de la «nobleza» de Buenos Aires. Allí se realizó, entre otros, una gran recepción para celebrar el centenario de la Independencia, en 1916, porque se da la circunstancia de que uno de los antepasados de los dueños de casa, había firmado del Acta de Tucumán en 1816.
En 1936, un momento en que muchas economías en el mundo estaban cayendo, los herederos del Palacio Anchorena decidieron venderlo. El gobierno porteño aprovechó la caída de los precios, y la compró por un costo muy bajo comparado con lo que valía un edificio de esas características. Como la plaza que está enfrente del palacio, el gobierno decidió nombrarlo en honor al Libertador de América: Palacio San Martín.
Dentro del edificio se encuentran muchas obras de arte de artistas argentinos y americanos del siglo XX, como Antonio Berni, Pablo Curatela Manes, Lino Enea Spilimbergo y Roberto Matta, entre otros. Cuenta, además, con una colección de Arte Precolombino con cerámicas, piedras y metales de culturas del noroeste argentino, y una biblioteca especializada en derecho internacional y de historia de las relaciones internacionales, lo cual hace que se lo considere como un Monumento Histórico Nacional. Aunque su tamaño ofrece una visita mas íntima es un sitio poco visitado por la mayoría de la población, y entonces se aprende mucho de la historia Argentina.
Durante tiempo, fue muy conocida, entre los altos círculos sociales de Buenos Aires, la rivalidad entre Mercedes de Anchorena y Corina Kavanagh. La leyenda dice que Corina, mujer que pertenecía a una familia adinerada pero no patricia, hizo construir el Edificio Kavanagh para vengar un romance no aceptado entre una de sus hijas y un hijo de Mercedes. La señora Anchorena, muy católica y partidaria de la “gente como uno”, no vio con buenos ojos la relación de su hijo con unos recién llegados al núcleo del poder económico como eran los Kavanagh, así que instó a su hijo a buscar novia dentro de su círculo social.
Ofuscada con la oposición a su enlace, Corina habría ordenado construir aquel edificio -que durante mucho tiempo fue el más alto de Sudamérica- para ensombrecer la visión de la iglesia del Santísimo Sacramento, que los Anchorena habían construido hacia 1920 para utilizarla como sepulcro familiar. Se dice que los arquitectos tuvieron piedra libre para el diseño, pero con una salvedad. El edificio debía ser lo suficiente alto y estar ubicado de tal manera que tapara por completo la visión de la iglesia. La matriarca de los Anchorena no iba a poder seguir rezando mientras observaba su templo. Los 120 metros de altura lograron el objetivo.
Curiosidades
- Cada una de las residencias que conforman el Palacio, poseen elementos que las distinguen: ninguno de los comedores y salones se repiten, en distribución, en los otros cuerpos.
- Se cuenta que los diplomáticos José María Cantilo, Enrique Ruiz Guiñazú (ambos en los años 40) y Jerónimo Remorino (canciller de Perón en los años 50) vivieron a sus anchas en el Palacio San Martín durante sus gestiones.
- En el subsuelo, durante unas obras de remodelación del palacio, se descubrió un misterioso túnel. Mucho se especuló hasta que se descubrió que solo era una vieja bodega en desuso.
- Se dice que los Anchorena consideraban el área de la Plaza San Martín como una especie de «jardín privado» y que, gracias a su influencia, lograron desplazar la estatua del «Negro Falucho» (un héroe de la Independencia), que estaba ubicada en Florida y Marcelo T. de Alvear, junto a la plaza, al alejado -y por entonces marginal- barrio de Palermo.
- En 1801 se construyó (en la actual Plaza San Martín) una plaza de toros con capacidad para 10.000 espectadores. Con la prohibición de este entretenimiento en la ciudad, fue demolida en 1819, pero sirvió como cuartel a los invasores ingleses en 1807, y como establo del Regimiento de Granaderos a Caballo.
Visitas. Al palacio se puede llegar fácilmente por la línea C del Subte, Estación San Martín. Las visitas guiadas bilingües están coordinadas por la Dirección General de Asuntos Culturales de la Cancillería y se realizan, para el público en general, los días miércoles y jueves (hábiles) desde las 15 horas. Para grupos especiales se debe realizar la reserva por anticipado vía e-mail ([email protected]). La Cancillería aclara que, por tratarse de un edificio público donde se realizan actividades protocolares, los días y horarios de las visitas guiadas pueden ser modificados. Te: 4819-8092. Arenales 761, Buenos Aires.
CUANTA TILINGUERIA
Por lo que sé , parece que ahora no tienen un mango …»Rien est eternelle !!!!!