Un café en Hanoi, entre tarántulas y serpientes

Los animales del «Pet Café», en la capital vietnamita, no son para comer, sino para acompañarte mientras merendás ¿Te animás?

Un hombre alimenta a una iguana en el "Pet Café" de Hanoi en Vietnam. Foto: dpa [ Ver fotogalería ]

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Por Marianne Brown (dpa)

Escarabajos fritos, serpientes especiadas… en la oferta culinaria de Vietnam es habitual encontrar este tipo de platos exóticos. Pero los animales del «Pet Café», en Hanoi, no son para comer. Desde afuera, esta cafetería pasaría casi desapercibida, si no fuera por la enorme iguana que observa aburrida a través del ventanal. Las paredes del «Pet Café» están cubiertas de terrarios en los que viven lagartos, serpientes, una tarántula o un erizo: en total 30 animales que pueden verse y tocarse. El casa del dueño, Nguyen Minh Nghia, hay otros diez.

Los clientes pueden sentarse en pequeñas mesas de bambú, pedir una bebida y entretenerse con los animales. «Cuando los clientes entran en el local, normalmente tienen miedo«, reconoce Nghia. Su objetivo es que la gente se sienta cómoda con los animales, sobre todo con los reptiles, y supere así su miedo. Las serpientes y otro reptiles no son muy apreciados como animales domésticos en Vietnam. Por el contrario, suelen elaborarse con ellos bebidas alcohólicas a las que se atribuyen efectos medicinales y que también se venden como souvenir. Además, las serpientes se cocinan y se sirven como delicatessen.

«Yo les pido a mis amigos que no coman serpientes ni beban vino de serpientes«, explica Nghia, que antes trabajaba como agente bursátil. «Espero que dejen de hacerlo cuando vean lo agradables que son«. La idea de montar una cafetería así se la dieron sus amigos. Ya de niño, a Nghia le entusiasmaban los reptiles y su padre le compró un dragón de agua chino. «Pero murió a los tres años porque no sabía como cuidarle bien«, lamenta. Por eso después se dedicó a aprender como tratar a las especies exóticas a través de Internet.

Hace ocho años, Nghia empezó a reunir animales para su negocio. Todos los ejemplares los compró de forma legal, algunos procedentes del mismo Vietnam pero otros de Tailandia. También compró crías de la selva y en un mercado de reptiles adquirió la iguana, que ahora mide de 1,7 metros de largo. Cuando se hizo con ellas «era tan grande como mi pulgar», recuerda Nghia, que crió él mismo a todos sus animales. «Por eso este entorno es tan seguro», afirma.

Mantener un establecimiento como el «Pet Café» es caro. Nghia compra ratones vivos y langostas para alimentar a sus animales. Además, los reptiles necesitan un tipo de lámparas de rayos ultravioletas que tiene que importar. El animal que más cuidados requiere es el camaleón, que necesita todo el año una temperatura constante de 25 grados centígrados, y en Hanoi en invierno hace frío.

El mantenimiento cuesta unos 345 dólares al mes (250 euros) y desde su apertura, en 2010, el café no ha dado beneficios. «Salgo al paso con otro par de ingresos por alquiler», explica Nghia, para quien los beneficios no son tan importantes. «Tener una mascota es un hobby agradable«, asegura. «Es mucho mejor que lo que hace otra gente en su tiempo libre, como por ejemplo, beber cervezas«.

 

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