ISRAEL / GASTRONOMÍA

Sabores y manjares de Tierra Santa

La ciudad de Jesús recibió un fuerte apoyo gubernamental para fomentar el turismo. La gastronomía es una de sus manifestaciones más visibles.

DULCES. Mahroum es un lugar famoso, paraíso de nueces, pistachos y frutos secos. [ Ver fotogalería ]

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Por Rachel B. Doyle (*)

El barman de Misk, un nuevo restaurante en Nazaret, Israel, revisaba apresuradamente unos videos de YouTube. Su búsqueda se proyectaba en una pantalla gigante, un nuevo agregado al edificio de piedra de la era otomana.

Encontró por fin un remix bailable de una canción de cumpleaños árabe, y a medida que los primeros frenéticos acordes inundaban el salón, apareció una mesera con una torta que centelleaba con 18 velas volcánicas.

Inaugurado en noviembre en la mayor ciudad árabe de Israel, este elegante local tiene su merecida popularidad entre las generaciones jóvenes de nazarenos. En los últimos años ellos han visto cómo la oferta gastronómica de la ciudad, conocida principalmente por ser el hogar de la infancia de Jesús, evolucionó desde las comidas rápidas, como el faláfel y la shawarma, hasta las creativas fusiones de comida árabe, como las que sirven en Misk, donde los típicos platos palestinos reciben una tratamiento cosmopolita.

En pleno centro histórico de Nazaret, hombres y mujeres hoy piden salmón con hojas de menta, tahini negro y okra, y brindan con complicados cocktails y shots de tequila. Este es un cambio significativo para esta ciudad de 73 mil habitantes, poblada por una mezcla de musulmanes y árabes católicos: hasta hace unos años, el alcohol rara vez aparecía en los menúes y las mujeres no solían salir de noche. La emergente escena gastronómica está ayudando a cambiar eso, y a que Nazaret pase de ser una simple y breve parada turística a un verdadero destino gastronómico.

“Venimos comiendo lo mismo desde siempre, pero en los últimos cinco años hemos visto un montón de nuevos restaurantes”, dice Raja Marjieh, de 18 años, un invitado del cumpleaños en Misk. “La ciudad se está desarrollando”, añade Maroun Maalouf, de 17, y agrega que “quizás cambiemos de idea y en vez de emigrar nos quedemos acá”.

De hecho, no hace mucho los jóvenes árabes solían dejar Nazaret por Tel Aviv o directamente otro país. La ciudad estaba tan descuidada que para recoger la basura a veces se usaban burros con alforjas. Pero en marzo de 2010, el gabinete israelí apoyó un plan de 214 millones de dólares para impulsar el desarrollo en 13 localidades árabes-israelíes, incluyendo unos tres millones destinados a la industria turística de Nazaret.

La inversión del gobierno ayuda, pero la explosión culinaria tiene sus orígenes en la noción de que aquí los árabes deben valerse por sí mismos. Ese espíritu coincidió con el agravamiento de los acontecimientos políticos, que según muchos de ellos los animó a quedarse en la ciudad en lugar de enfrentar la adversidad en un lugar extraño. La tensión entre los judíos y árabes-israelíes creció durante la Segunda Intifada, en 2000, hasta tiempo después de la guerra con el Líbano en 2006.

Aun así, durante esos años nuevos lugares abrieron sus puertas en Nazaret, incluso cuando los judíos habían dejado de visitar la ciudad y los católicos cancelaban sus viajes a Israel. Ahora ya han regresado ambos.

“Entendimos que no éramos bienvenidos en lugares israelíes”, explica Tawfik Dawahri, un nativo de Nazaret que hoy vive en París. “Así que los árabes dijeron: ¿para qué vamos a irnos de la ciudad?”, agrega.

Antes del conflicto, los nazarenos tenían que manejar hasta Haifa, la ciudad importante más cercana, para salir a discotecas, bares y restaurantes. “Los jóvenes necesitaban tener lugares donde salir cerca de sus casas, no a 40 kilómetros”, dice Daré Zeidani, el dueño de Alreda, que abrió en 2003 y es el restaurante más celebrado de la nueva camada.

Con su hermosa decoración antigua y una maravillosa terraza, Alreda debió de parecer un verdadero oasis para los recluidos nazarenos. También debe haber ayudado que todos los platos sean excelentes. Muchos de los mejores chefs de Nazaret comenzaron en Alreda.

Uno de ellos, Souhel Capistrano Farran, es el dueño de Mejana, su propio restaurant de fusión de comida árabe. Recientemente mudado cerca de una iglesia greco-ortodoxa, tiene un menú que cambia todos los días y se basa en la herencia italiana y palestina de su chef. Farran también da clases de cocina, sobre todo para las mujeres de la ciudad y dictadas en árabe, aunque pronto comenzará a darlas también en inglés.

“Los restaurantes acá solían hacer cosas muy tradicionales”, dice una de las alumnas, y añade que “ahora agregan cosas de aquí, cosas de allá, y todo empieza a saber mejor”.

 

(*) The New York Times / Travel (traducción Alejandro Grimoldi). Nota publicada en el Diario PERFIL el sábado 28 de abril de 2012

 

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