ESTADOS UNIDOS / 36 HORAS EN KAUAI
Aloha y ukeleles en el Pacífico
Rival de Oahu y Maui, la isla pugna por hacerse un lugar en el marketing turístico de los destinos fuera de serie. Con naturaleza imponente, arte local y espíritu ecologista, su personalidad brilla.
Rival de Oahu y Maui, la isla Kauai, en el archipiélago de Hawai, pugna por hacerse un lugar en el marketing turístico de los destinos fuera de serie. Foto: Cedoc Perfil [ Ver fotogalería ]
Por Sarah Stodola. The New York Times/Travel
Indiscutido rival de sus famosas vecinas, Oahu y Maui, Kauai es –en términos geológicos– una de las más antiguas y hermosas islas hawaianas. Con naturaleza intacta, se está convirtiendo en un prometedor destino de vacaciones. Gracias a una cuidadosa regulación (por ley, la altura máxima e las construcciones es de 16,7 metros) y a la conciencia ambiental de los residentes (en 2007, se rechazó el transbordador de alta velocidad entre Oahu y Kauai), la mayoría de la isla aún se siente como el remanso más impactante del mundo.
DÍA 1. CAFÉ DULCE
La pequeña y entusiasta comunidad de artistas de Kauai se agrupa en diez galerías sobre Hanapepe Road que, pese a ser reminiscentes del Salvaje Oeste de Estados Unidos, fueron construidas por inmigrantes asiáticos. Cada viernes, abren sus puertas hasta tarde en el marco de la Noche de Arte de Hanapepe. Vendedores de artesanías y barbacoa hawaiana también completan el paisaje callejero.
Reserve tiempo para mirar las pilas de libros nuevos y usados en Talk Story Bookstore, la única librería de la isla; un encanto. La industria del azúcar de Kauai alguna vez dominó el paisaje, y sus extensas plantaciones siguen moldeándola hoy.
Pueblos fundados para dar servicio a los trabajadores de las plantaciones ahora atienden turistas. Esto es especialmente cierto en la plantación Kilohana, donde una inmensa casa vende joyas o cerámicas, y alberga el elegante Gaylord’s, donde reinventan platos hawaianos clásicos de mariscos. Guitarristas con camisas floreadas tocan en vivo rock playero, aportando la dosis justa de kitsch hawaiano.
DÍA 2. AL NATURAL
Kauai tiene más de cinco millones de años; abundante tiempo para que la naturaleza tallara contornos impresionantes. El más impactante tal vez sea el cañón Waimea, un abismo de más de 914 metros de profundidad decorado con miles de tonos en marrón, verde y rojo.
Tome la autopista 550 hacia el Parque Estatal Kokee, parando en los miradores de paso. Al final, ambas topografías de Kauai se unen en la retina: los tonos polvorientos del sur árido contra los intensos verdes del norte exuberante. Se pueden hacer varias caminatas. No hay cómo prepararse para el espectáculo visual de la costa norte de Kauai, con sus montañas que prácticamente escurren verde y con sus playas resplandecientes con arena dorada apenas pisada.
El pueblo de Hanalei ancla la línea costera con la cultura playera sin apuros. Más lejos, el final de la autopista es el principio de la costa Na Pali, 19 kilómetros de costa verde impoluta. Ahí es donde encontrará la playa Kee, un reino de fantasía para el snorkel entre arrecifes. Luego de la cena, Tahiti Nui es el mejor bar de la isla, con paredes de paja y ambiente de tugurio aloha. Hay música nativa en vivo y las guitarras con cuerdas flojas y los ukeleles dominan la noche.
DÍA 3. A REMAR
En Hanalei debería probar el surf de remo parado, un deporte original de Hawai que durante la última década se diseminó por todo el mundo. Se dan clases por US$ 55 la hora. En el pueblo de Koloaotra, ex plantación de azúcar, The Ukulele Store es un buen lugar para regalos de último momento. Por supuesto, todos se llevan su ukelele.