CHILE EN INVIERNO

Cimas del cono sur

Con nevadas prolongadas y buen sol, los centros de esquí al otro lado de los Andes ofrecen nieve de polvo, buenos servicios y conectividad. Fotos

Sólo hace falta recorrer entre 36 y 789 kilómetros desde Santiago de Chile para vivir alguna vez una experiencia de nieve en el país andino. Centros como Valle Nevado, Pucón, Portillo, El Colorado y Chillán, entre otros, cuentan con infraestructura, buen clima y paisajes que dejan sin aliento. Foto: Cedoc Perfil [ Ver fotogalería ]

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Por Alex Kuczuynski / The New York Times / Traducción: Analía Melgar.

Esquiar a casi 3.400 metros de altura sobre el nivel del mar, en la cima de los Andes, y hacerlo aún fuera de la temporada alta es posible en Valle Nevado, Chile. Cuando estuve allí, un glaciar se ubicaba por encima, brillando en tonos grises y azules. Un trío de cóndores, con sus alas expandidas de casi cinco metros de amplitud, volaba en círculo. Después de unas horas esquiando bajo este cielo, bajé con unos amigos, para tomar un baño caliente y unos pisco sours.

Los centros de esquí chilenos (Chillán, Portillo, El Colorado y Valle Nevado, entre otros) cuentan con la ventaja de una nieve prolongada, aún varios meses después del invierno. Todavía en septiembre u octubre, con el Sol iluminando el cielo, existe la oportunidad de incluirse en una escuela de esquí. En Valle Nevado, por ejemplo, encontré docenas de niños de unos 12 años de una escuela de Vermont; también, miembros del equipo olímpico austríaco e integrantes del equipo paraolímpico de Estados Unidos.

Asimismo, había turistas de todo el mundo, y muchos chilenos de vacaciones, porque los chilenos se toman una semana incluyendo el feriado del 21 de septiembre, que recuerda a su primer gobierno patrio. Valle Nevado es muy conocido entre los esquiadores internaciones como un tradicional centro de esquí, que incluye: hospedajes de lujo, nieve de polvo, un spa y gimnasio, servicios de baby-sitter, vinos estupendos y una discoteca imparable que está abierta hasta las 2 de la mañana, haya gente o no.

Fundado en 1988, el centro –sumando las montañas El Colorado y La Parva– ofrece casi 3 mil hectáreas de terreno, 102 pistas y ocho telesillas. En particular a telesilla Andes Express va mucho más rápido que otros medios, porque es desembragable. Y una elevación más rápida significa ni más ni menos que más tiempo para esquiar. También es cierto que se advierten algunas perplejidades sudamericanas.

En el lugar no hay una sola curita, pero se puede recibir una sesión de manicuría de primer nivel en el spa. No hay ni un solo teléfono arriba, pero los servicios de celular y de wi-fi son excelentes. Ahora bien, el escenario de los Andes, al que Neruda describió en sus memorias como “un mundo vertical”, es hipnóticamente bello.

Hay picos de 5.100 metros de altura cubiertos de nieve. Y entre los estratos de sedimentación se advierte la historia del planeta, con sus rocas insertas con profundidad y otras bellamente expuestas. El esquí y la gastronomía se llevan muy bien porque uno quema tantas calorías durante el día, que tiene permiso de probar todo lo que aparece en el menú. Por su proximidad con el océano, la comida de mar de Chile es deliciosa y abundante, en general en todos los centros de esquí.

En la cena, comimos mero y ceviche; róbalo al horno sobre colchón de arroz y verduras; charquicán, un bife guisado con calabaza, calabacitas, papas y cecina; además pastel de choclo, muy típico de la cultura andina. Y en la parrilla se sirven anticuchos (carne asada ensartada en pinchos, con verduras, ajos y otros condimentos), cordero asado, empanadas y humitas. Todo rociado con generosas copas de cabernet chileno.

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