36 horas en Toronto, la Gran Manzana canadiense

Con la fuerte diversidad cultural de esta ciudad, la ciudad canadiense construyó su estandarte de tolerancia. Una visita a lo grande. Fotos

Muy cerca de la frontera con Estados Unidos, esta suerte de Gran Manzana canadiense es inmune a las depresiones económicas. Foto: Cedoc Perfil [ Ver fotogalería ]

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Por Sarah Wildman (The New York Times/Travel)

Algo está pasando en Toronto. Mientras muchas ciudades lamentan la crisis económica mundial, boutiques y restaurantes parecen abrir cada semana en Toronto, y los vecindarios de inmigrantes todavía se sienten lingüística, gastronómica y gloriosamente distintos. A la diversidad cultural se suman el verde de los parques, el buen nivel de vida y la seguridad urbana. Es difícil imaginar una ciudad canadiense mejor para explorar antes del invierno.

Día 1. Al mercado

Toronto está lleno de paraísos de comidas, pero el mercado del que todo el mundo habla es Kensington, que de hecho es una serie de cafeterías con onda, puestos de frutas orgánicas y bares situados al margen del barrio chino, un bullicioso mar de negocios repletos de gente que habla en mandarín y cantonés. Empiece revisando los libros de cocina en Good Egg (267 Augusta Avenue), y después pruebe un café en el Sublime Cafe (219 Augusta Avenue), que también es tienda clásica de discos de música soul. Desde ahí, camine a Bellevue Park; en sus límites está la preciosa sinagoga Kieverde, de estilo bizantino renacentista (25 Bellevue Avenue), construida en 1927 por judíos ucranianos, evidencia de que el área alguna vez fue centro de inmigrantes judíos.

La calle Queen Street West atestigua una explosión de restaurantes, y todos sirven excelente comida. Lo más avant-garde es la moderna cocina canadiense con ingredientes regionales de Ursa (924 Queen Street West). El salón comedor –con madera oscura e intimidad sexy– sirve platos como champiñones exóticos con caldo de jerez (US$ 13) y lomo de cerdo del Niágara curado en suero de leche acompañado con puré de alcauciles de Jerusalén (US$ 24). El paisaje de música Indie de Toronto florece después de las 23 hs en Poetry Jazz Café (244 Augusta Avenue); los atractivos son un patio trasero, grupos de jazz en vivo y DJs (entrada entre US$ 5 y 10).

Día 2. Onda vintage

El desayuno almuerzo es un deporte urbano en Toronto, y puede resultar imposible encontrar un asiento. En Aunties and Uncles (74 Lippincott Street), un sándwich caliente con queso cheddar canadiense, pan challah y huevos fritos cuesta 25 dólares, para dos. Mientras que el Museo Real de Ontario complace a las multitudes, la Galería de Arte de Ontario (317 Dundas Street West, US$ 25) verdaderamente impresiona, con un armazón diseñado por Frank Gehry, nacido en Toronto, y obras que recorren un enorme abanico pictórico, incluidas esculturas muy modernas.

Haga tiempo para tomarse un café en el atrio del final de la exhibición; es imposible que su luz y su madera ligera no lo eleven. Para tomarse un respiro, camine hacia el exuberante parque Trinity Bellwoods, entre las calles Queen Street West y Dundas Street West, lleno de residentes bien vestidos, perros, niños y gente que hace yoga. Luego podrá continuar la jornada artística en el Museo de Arte Contemporáneo Canadiense (952 Queen Street West), un enorme espacio que alberga fotografías de formatos amplios.

La calle Ossington Street y sus alrededores son una excelente zona de compras. I Miss You (63 Ossington Avenue) tiene vestidos Chanel de la década del 80 (¡con las etiquetas puestas!) por US$ 800, ingeniosos vestidos de seda estilo Peggy Olson de fines de la década del 50 (US$ 85), bolsos de todas formas y precios, y más. Penny Arcade Vintage (1177 Dundas Street West) explota lo viejo y lo nuevo, como fabulosa ropa interior y trajes de baño de los 50 (US$ 140). En los negocios del vecino Parkdale puede encontrar más diseño local. Made You Look (1273 Queen Street West ), por ejemplo, ofrece joyería de diseño canadiense.

También sobre Ossington, la cervecería Bellwoods Brewery (124 Ossington Av.) ofrece cerveza artesanal. Pruebe la Farmhouse Saison (US$ 7,50) y los adictivos platos de verduras en salmuera: ruibarbo, zanahoria y repollitos de Bruselas. O, si prefiere una cena como Dios manda, vaya al diminuto Foxley Bistro (207 Ossington Av.), que produce la mejor cocina fusionada de la ciudad, como la serie de ceviches o la trucha ártica con manzanas y jengibre (US$ 15).

La calle principal del barrio portugués, Dundas Street West, sigue siendo portuguesa durante el día. La farmacéutica habla en su lengua natal; la anciana bien podría estar en Oporto. Al caer la tarde, el distrito se llena de bebedores de toda la ciudad. Al oeste de Ossington Avenue están Communist’s Daughter y Red Light, un par de antros con onda.

Día 3. El horizonte

El café acompañado con escones caseros de bayas es la mejor elección en Ella’s Uncle (916 Dundas Street West), un diminuto lugar del barrio portugués con soberbios espressos. Y luego puede bajar el desayuno caminando. Desde las playas del este hasta High Park en el oeste, las opciones son abundantes. Pero esta mañana, haga lo mismo que los locales: embárquese rumbo a las islas periféricas. Desde el ferry (9 Queen Quay West; salidas cada media hora desde las 8 hasta las 23.45; US$ 7) absorba el horizonte de Toronto. Cuando llegue a la playa, puede alquilar bicicletas, jugar voleibol, o simplemente puede ordenar sin apuro en su cabeza las imágenes que se llevará de Toronto.

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