CARIBE

Haití atrae turistas con sus joyas arquitectónicas

La Ciudadela y Sans Souci son la esperanza del país caribeño, sumido en una gran miseria desde el terremoto de 2010.

Espectaculares vistas: la Ciudadela se encuentra en la cima de la montaña Chaine Bonnet l'Eveque, a casi 1.000 metros de altitud. Foto: dpa [ Ver fotogalería ]

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Fuente: dpa

Hace 20 años, el encargado de las llaves saludaba con un apretón de manos a cada uno de los pocos turistas que visitaban la enorme Ciudadela La Ferrière. También hoy, los tiempos son difíciles para Haití. Sin embargo, al menos en este lugar del norte de Haití, entre la ciudad costera de Cap Haitien y la frontera con la República Dominicana, se ven más turistas. Esto da alegría a los vendedores de souvenirs, los arrendadores de caballos y los guías turísticos que ofrecen sus servicios a los pies de la montaña Chaine Bonnet l’Eveque, justo al lado del Palacio de Sans Souci.

Después de que Haití conquistara la independencia de Francia en 1804, el general Henri Christophe mandó construir el Palacio de Sans Souci. El futuro rey estaba fascinado con la monarquía y con el original del palacio en la ciudad alemana de Potsdam, por lo que copió el nombre y el estilo. Sin embargo, la suntuosa construcción duró poco. En 1843, un terremoto destruyó Sans Souci. Una caminata de casi dos horas o 90 minutos a caballo separan las ruinas del Palacio de Sans Souci de la Ciudadela La Ferrière.

En la empinada vera del camino hay chozas de madera y plataneras. Los pollos cacarean. Una madre acaricia el pelo de su hija, otra tiende la ropa en algunas ramas. Cuando algunos haitianos ven a dos turistas montando a caballo, rápidamente agarran sus pajas de bambú y les dan una serenata. Uno de ellos levanta tímidamente la mano. Aquí, la vida es más pobre y menos animada que en otras regiones del Caribe.

La Ciudadela les garantiza a no pocos vecinos un ingreso extra, también a Charles, de 13 años, que ofrece con éxito sus servicios como amigo y guía durante cinco horas diciendo «I speak english». El chico explica los nombres de muchos árboles y plantas y también sabe que la mayor parte del país está deforestada: «Muchos haitianos no tienen electricidad ni gas y cocinan con carbón«.

Desde la galería de los cañones y los bastiones de la fortaleza con sus muros de hasta 43 metros de alto y cuatro metros de grosor, la vista llega hasta Cap Haitien y un amplio tramo de la costa donde se hundió en la Navidad de 1492 el barco «Santa María» de Cristóbal Colón. Hoy todavía se encuentran en la Ciudadela más de 200 cañones y 15.000 balas. Henri Cristophe, quien era considerado un poco chiflado, mandó construir la fortaleza, que tiene una altura de casi 1.000 metros, por temor a que regresaran las tropas francesas. Entre 1805 y 1816, más de 20.000 trabajadores arrastraron y subieron con gran esfuerzo a la montaña decenas de miles de toneladas de piedras, hierro y madera.

El taxista Augustin Gilles nos dice que ya es hora de partir. Debido a los baches y vehículos que circulan sin luces, no le gusta regresar a Cap Haitien en medio de la oscuridad. El taxista, de 43 años, nos ha acompañado caminando hasta la fortaleza. Por esta excursión de siete horas, que incluye vueltas por pueblos y ciudades, cobra 80 dólares (unos 63 euros). Aquí en el norte la situación es bastante segura», dice. En Puerto Príncipe hay mucha más violencia. Después del terrible terremoto de enero de 2010, sigue habiendo una gran miseria en la capital de Haití.

Más información: Un legendario palacio del Caribe que nadie visita

 

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