Oaxaca, un pasaje a la época colonial
Ciudad pequeña pero dinámica, con arte callejero que convierte las aceras en una galería pública. Barroco latino, comidas lentas y mezcal. Fotos
Con imponentes iglesias barrocas, patios llenos de plantas y plazas populosas, es tentador ver a Oaxaca como reliquia fotogénica del pasado colonial de México. Foto: Cedoc Perfil [ Ver fotogalería ]
Por Freda Moon (The New York Times / Travel)
Con imponentes iglesias barrocas, patios llenos de plantas y plazas populosas, es tentador ver a Oaxaca como reliquia fotogénica del pasado colonial de México. Pero la capital de uno de los estados más pobres del país y centro universitario estudiantil no es exótica ni está estancada; es una ciudad pequeña pero dinámica, con arte callejero que convierte las aceras de concreto en una galería pública. Combinado con una vibrante cultura del café, vida nocturna regada con mezcal y su cocina regional, Oaxaca es tan cosmopolita como impactante.
Puede recorrerse desde el corazón culinario de la ciudad, el Mercado 20 de Noviembre, donde venden clásicos oaxaqueños como pollo con mole ($ 40, o US$ 2,9 a $ 13,5 por dólar). Para conocer la zona rural conviene acercarse a la Fundación En Vía, una
organización local que ayuda a mujeres zaotecas aborígenes a desarrollar negocios a pequeña escala (US$ 4,4 con almuerzo).
Para otro tipo de inmersión cultural, pruebe una clase de cocina de cuatro horas (US$ 65) en Casa Crespo, donde aprenderá a preparar especialidades locales, como mole de fiesta. El Instituto Oaxaqueño de las Artesanías es un emporio de joyería de plata en filigrana, bolsos de piel y alfarería negra. Por otra parte, los brillantes tejidos de Teotitlán del Valle figuran entre las mejores artesanías mexicanas.
La mejor forma de entender la tradición del mezcal de México es visitar un pelanque (destilería), como Los Danzantes o La Mezcaloteca. Como última parada, compre una “nieve” (postre congelado) en otro tipo de museo: el Museo de Nieves Manolo. Tienen queso con albahaca y mezcal ($ 25).