GUATEMALA

Rumbo al Atitlán, el lago más bello del mundo

Endiosado y adorado, el lago de Atlitán atrae en Guatemala a poetas, pensadores y turistas. Ubicado a casi 1.600 metros de altura, es una de las joyas naturales de América Latina.

El lago de Atlitán atrae en Guatemala a poetas, pensadores y turistas. Foto: dpa [ Ver fotogalería ]

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Fuente: dpa

Endiosado y adorado, el lago de Atlitán atrae en Guatemala a poetas, pensadores y turistas. Muchos de quienes lo han visitado decidieron trasladar su residencia allí, y el escritor británico Aldous Huxley lo describió como «el más bello del mundo».

Ubicado a casi 1.600 metros de altura, es uno de los atractivos turísticos más destacados de América Latina. Desde hace siglos atrae a personas de todos los continentes y aloja a más de mil inmigrantes procedentes de todo el mundo. Entre ellos hay también científicos, que buscan restos arqueológicos de pueblos y lugares de culto mayas bajo el agua.

Panajachel es la principal localidad del lago con muchos hoteles, restaurantes, bares y galerías de arte. Desde aquí hay ferries que parten a casi todos los pueblos del lago. En general, la convivencia entre los extranjeros y los locales funciona sin mayores problemas.

Entre los más bellos está San Juan La Laguna, que en los últimos años sufrió como otros lugares el problema del agua contaminada, tormentas e inundaciones. Los niños recogen las botellas y las calles y callejuelas se ven limpias, mientras que en muchas paredes hay bellas pinturas estilo naif.

En algunas bellas casitas los carteles anuncian en español e inglés la presencia de organizaciones femeninas, de pescadores o de autoayuda. Las galerías, restaurantes, pensiones y locales de productores de café orgánico intentan a traer al visitante.

Los residentes están molestos con la contaminación que afecta al lago porque las tormentas han destruido varias depuradoras y por el surgimiento de una epidemia de algas. Son temas que indignan al pescador Miguel Toc. «A causa de ello sufren los peces y naturalmente nuestras familias».

Durante las épocas en que crece la epidemia de algas, los hoteles y restaurantes compran mucho menos a los pescadores. Por suerte, en los dos últimos años la cosa ha mejorado, señala Toc. En San Pedro Laguna hay muchas actividades para hacer, como andar a caballo, aprender español, tomar el sol o ir a bailar a las discotecas por la noche.

Desde la terraza de la casa de Clemens Luhmann, construida en un risco, la vista es impresionante. «Atitlán me convirtió de pintor por hobby en un artista. Vendo cuadros, tengo exposiciones. El lago me inspira, aquí somos felices», afirma este médico. Y mira a su mujer, Jenny, originaria de Nicaragua, a sus dos hijos y después gira la vista hacia los imponentes volcanes Tolimán, San Pedro y Atitlán, al otro lado del lago, a unos 18 kilómetros de distancia.

Muy cerca de la ciudad colonial de Antigua hay otra montaña que también alegra la vista: la cima del Volcán del Agua, de 3.760 metros de altura, se yergue sin nubes sobre el cielo azul. Visto desde el arco del convento de Santa Catalina, no hay turista que se resista a sacar fotos. Un terrible terremoto devastó la ciudad que era la capital de Guatemala en 1773. Muchas partes han sido reconstruidas pero otras ruinas de palacios e iglesias siguen apuntaladas para que no se derrumben del todo.

En los patios interiores el agua de las fuentes sigue corriendo y permite que florezcan las plantas. «Siempre me conmueve muchísimo recorrer las callejuelas», afirma la empresaria Christa Methmann, que vive aquí desde hace siete años y a veces actúa de guía turística. «Me encanta. Aquí me quedo».

 

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