TIERRA SANTA
Los utópicos «kibbutz» de Israel se abren al turismo
El sueño de realizar en Israel un colectivismo socialista se desvaneció hace tiempo, pero muchos kibbutz junto a las orillas del lago Tiberíades se reconvirtieron en resorts turísticos.
El secreto de su éxito era un modo de vida que combinaba a la perfección la sencillez de la vida rural con la placentera vida en comunidad que los judíos recién llegados, la mayoría rusos y gallegos. [ Ver fotogalería ]
«De cada uno según su capacidad, a cada uno según su necesidad«. Con este ideal marxista llegaron a Israel cientos de inmigrantes judíos y crearon el primer kibutz en 1910. El sueño de realizar en Israel un colectivismo socialista se desvaneció hace tiempo, pero muchos kibbutz junto a las orillas del lago Tiberíades se reconvirtieron en resorts turísticos que reciben cada año cientos de miles de visitantes. Se suma así una nueva pieza a los atractivos -sobre todo religosos- de la región de Galilea.
El kibutz Degania Aleph se convirtió el 29 de octubre de 1910 en padre de este movimiento, diferente a los «kolhoz» soviéticos en que la propiedad de la tierra era conjunta, basado en un colectivismo estricto que invadía los rincones más íntimos de la vida privada, pero que en pocos años se extendió por toda la geografía de la antigua Palestina.
El secreto de su éxito era un modo de vida que combinaba a la perfección la sencillez de la vida rural con la placentera vida en comunidad que los judíos recién llegados, la mayoría rusos y gallegos. «Querían crear un nuevo hombre, un judío diferente y alejado de la imagen del judío humillado. Querían un hombre fuerte, que trabaja su propia tierra en la Tierra Santa».
El primer kibbutz en transformarse en hotel fue el Ginofar, a pocos kilómetros de Magdala, en 1964, antes de que el joven Estado de Israel llevara a cabo muchas de las batallas por su supervivencia. Los habitantes de Ginofar dijeron adiós a la vida colectiva, a los dormitorios en común para los niños, al ateísmo, y abrieron un resort que introdujo de inmediato -por razones de marketing hacia un público religioso- la comida kosher, como contóel actual director del complejo, Roni Manor, citado por Ansa.
Hoy es un magnífico hotel que alberga 135.000 turistas al año, y donde trabajan árabes, drusos, beduinos israelíes. Ginofar, además, se equipó con una pequeña sinagoga y está proyectando una más grande. En torno al lago, que se abre como una gema entre las colinas de basalto por el oeste y los Altos del Golán por el este, están diseminados kibbutz turísticos entre iglesias y monasterios que signan los lugares de predicación de Jesús.
El kibbutz de Kinneret, donde nacieron muchos padres fundadores del Estado de Israel, abrió incluso un nuevo sitio del bautismo de Jesús sobre el río Jordán, ya que el histórico -en territorio palestino- es inaccesible por prohibición militar. La estructura se presenta como un centro recreativo de lujo con duchas, vestuarios y ropas blancas para los cientos de peregrinos, sobre todo evangélicos y protestantes, que cada día se sumergen en el Jardáon. No faltan un restaurante y un enorme negocio de souvenirs que vende de todo, desde cruces de madera hasta vinos del Golán, incluyendo productos del Mar Muerto.
Para quienes quieran, en cambio, saborear un poco de socialismo de época, está el kibbutz Sha’ar Hagolan, donde se cree aún en los principios igualitarios y laicos y donde los miembros perciben presupuestos mensuales y no salarios diversificados, como ocurre en otros lugares. Aquí los rabinos no pueden poner un pie aunque, después de interminables discusiones, la «guest house» aceptó servir comida kosher.
Entre palmeras, árboles de banana, eucaliptos y misteriosas plantas procedentes de Africa, los visitantes pagan la hospitalidad y contribuyen así al bien colectivo, sin tener que trabajar en los campos o limpiar los baños, como ocurría con los huéspedes de otros tiempos. El turismo del kibbutz se une y se mezcla con los grandes flujos de peregrinos cristianos que, desde todo el mundo, reviven la memoria de la vida de Jesús, en un panorama mayormente intacto.
«Para los peregrinos cristianos es uno de los momentos más emotivos del viaje a Tierra Santa», dijo monseñor Liberio Andreatta, vicepresidente de la Opera Romana Pellegrinaggi. «Aquí reconocen los paisajes descritos en el Evangelio. Los campos de trigo, los viñedos». Entre Cafarnaum (Capernaúm), el pueblo de Pedro; Tabga, donde se produjo el milagro de los panes de los peces; o el Monte de las Bienaventuranzas, es toda una sucesión de pequeñas bahías cuyas playas tienen la forma de teatros naturales.
Los arqueólogos israelíes también restauraron una sugestiva basílica, en la parte oriental del lago, construida allí donde -según los Evangelios- Jesús hizo su primer milagro entre los no judíos, es decir, en el antiguo pueblo de Gharesa. Allí Cristo liberó a un endemoniado de una legión de diablos, transformándolos en 2.000 chanchos que, enloquecidos, se arrojaron y se ahogaron en el lago.
Hermosos recuerdos que conservo de los kibbutz que estuvimos a fines de los 80s y ppios de los 90s. Hasta ahi conoci a mi esposa, con quien vivimos en Sudafrica. Queremos volver a visitarlos, pero lo haremos solo cuando todos los asesinos esten presos. No perdemos las esperanzas de ver un Medio Oriente en paz donde se reconozcan los derechos tantos de unos como de los otros.
devolve la tierra robada …apatrida
Si no tuviera amigos que fueron de turistas a kibbutz hace 20 años me asombraria la noticia.