ESPAÑA
36 hs. en Madrid, puerta de entrada a Europa
Muchos creían que la crisis económica echaría por tierra las delicias madrileñas. Pues se equivocaron. Desde la moda hasta el arte y la buena mesa, todo Madrid es una gloria inagotable. Galería de fotos.
Para rebatir la caída en picada de muchos mercados de pulgas, el famoso Rastro de Madrid sigue creciendo. Foto: Cedoc Perfil [ Ver fotogalería ]
Por Andrew Ferren (The New York Times/Travel)
Antes de la tempestad económica, Madrid parecía desesperada por convertirse en uan copia de cualquier otra metrópolis europea, pero ahora la ciudad se siente más española otra vez. Inventiva, creatividad y reinvención borbotean en galerías de arte, talleres de diseñadores y museos.
Día 1. Surcar mares
Reciba una perspectiva marina desde los eventos navales que moldearon el vasto imperio de España de 1492 hasta el presente en el Museo Naval (3 euros). Hay cientos de galeones y veleros a escala, algunos tan grandes como para salir navegando, vívidos recordatorios de que España alguna vez dominó los mares y aparentemente conservó excelentes registros de cada viaje. Hay incluso instalaciones aéreas famosas, como Trafalgar. Dado que el museo es parte de un ministerio de gobierno, para entrar solicitan llevar documento de identidad.
Las marcas de lujo mundiales alguna vez dominaron los principales escaparates del elegante distrito comercial Salamanca, pero el movimiento inmobiliario trajo a diseñadores y artesanos españoles de alta calidad. Eche un vistazo a los hermosos zapatos de caballero hechos a mano en Almansa, Castilla-La Mancha, en Berwick 1707. Otros productos exquisitos de cuero (manufacturados en Ubrique, Andalucía) `pueden encontrarse en “La Portegna”.
Para recuerdos comestibles vaya a “La Conservera”, de la empresa de conservas de pescado Frinsa, que ofrece manjares de los ríos y las costas de Galicia. conforme las rejas de seguridad empiecen a caer a las 8, los consumidores pueden aliviar la transición de las compras al relax degustando vinos españoles en “Lavinia”, una de las vinotiecas más famosas.
“El Paraguas”, el restaurante asturiano de Sandro Silva, ha reinado durante diez años como la cantina preferida por muchos de los influyentes de Madrid. En 2012 silva inauguró Ten Con Ten, que tiene una onda más casual. El innovador menú varía ampliamente, con entradas fáciles de compartir como rollos primavera de pato, croquetas de fraisán o ensalada con queso de cabra y verduras frescas. Para tomar un trago antes de dormir, Chueca es el vecindario de Madrid que tal vez tenga la mayor densidad de bares. Prueba Eivissa, un licor de hierbas con almendra, menta y tomillo (11 euros).
Día 2. Arte total
Concidas como el “triángulo dorado”, las tres cuadras que están entre los tres museos más emblemáticos de Madrid (el Prado, Reina Sofía y Thyssen-Bornemisza) son un caldo de cultivo de galerías de arte y exhibiciones alternativas. Algunos también venden libros y desayunos, así que empiece su recorrido de arte con un café con leche y una tostada salpicada con aceite de oliva, tomate machacado y rebanadas de jamón Ibérico (2,5 euros), sobre Calle Alameda. La mayor densidad de galerías de arte está sobre Calle Doctor Fourquet, justo detrás del Reina Sofía, el museo nacional de arte moderno y contemporáneo de España.
Luego del almuerzo vaya al Templo de Debod, un santuario egipcio del siglo II a.C. situado en el Parque del Oeste, que ofrece vistas espectaculares de las montañas de Guadarrama. Fue un regalo de Egipto en agradecimiento por la ayuda de España para la construcción de la Presa de Asuán en la década de 1960.
Al caminar se acercará a la fachada norte del Palacio Real, y pasará por el Café de Oriente para llevar un “carajillo” (café con brandy). Las calle otrora humildes de TriBall, el área que rodea Calle Ballesta y Corredera Baja de San Pablo, justo al norte de la Gran Vía, están de moda en la ciudad. Las prostitutas aún persisten en algunas cuadras, pero son menos populares que la cerveza en Clarita, un pionero de TriBall entre los artistas.
Siga con una cena en “La Tasquita de Enfrente”, un sitio diminuto de ocho mesas (¡reserve antes!) donde ofrecen menús de cuatro platos y postre (desde 45 euros). A los madrileños les encantan el “primer trago” y un buen lugar para disfrutar de él o de una cena ligera es Maricastaña, un sitio acogedor iluminado con velas que permanece abierto hasta las 2 de la mañana.
Día 3. El Rastro
En oposición a una tendencia en baja en muchos distritos europeos, el mercado de pulgas dominical, el Rastro de Madrid, sigue creciendo y creciendo. Para artículos clásicos recorra las cuadras entre Calle Ribera de Curtidores (la principal del mercado) y Calle de Toledo, donde negocios como “Vintage 4P”, “La Brocanterie” y “Midtempo” ofrecen una gama de productos chic portátiles y aterronadas cerámicas de la década del 70 con vidriado estilo lava, que las hacen recuerdos elegantes.
Tome una amada institución cultural, agréguele vistas y gastronomía internacional de “comida callejera” y tendrá la experiencia más vibrante de tragos, comida y baño de sol en Madrid. “Tartan Roof”, situado sobre el Círculo de Bellas Artes (3 euros), ofrece vistas de primera sobre los extravagantes tejados de la Gran Vía y calle Alcalá. Creerá que puede ver toda la ciudad, y para cuando termine el invierno español todo Madrid habrá venido a probar la innovadora interpretación de Javier Muñoz Calero de los “hot dogs”, el pan plano y los rollos primavera. Almuerzo para dos, 50 euros.