GRECIA

Tres días en Atenas, puerto milenario

Ni los vaivenes económicos pueden con los grandes hitos culturales de la historia. La capital griega sigue latiendo en los barrios céntricos de Plaka y Monastiraki, entre otros. Fotos

Con el peso inquebrantable de su pasado colosal y la sombra de los vaivenes económicos recientes, la capital griega sigue demostrando que es un destino turístico ineludible para todas las generaciones de viajeros. Foto: Cedoc Perfil [ Ver fotogalería ]

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Por Joanna Kakissis (The New York Times / Travel)

Luego de años de pésima prensa que definía a Atenas como una capital semiderruida, con disturbios, la confianza propia y creatividad de la ciudad están volviendo a resurgir. Resucitando plazas de la ciudad, hay restaurantes y cafés nuevos que sirven manjares nativos y varios museos nuevos demuestran que hasta los tiempos duros tienen sus cosas buenas.

El primer día en Atenas, podría caminar sobre la Colina de las Musas, salpicada de flores silvestres, atravesada por el monumento de mármol de Philopappos, un griego-sirio que fue cónsul romano. Desde aquí, hay buenas vistas a la Acrópolis y la ciudad.

Una senda pasa frente a Agios Dimitrios Loumbardiaris, una iglesia del siglo XV nombrada en honor al término en griego para “cañón” porque, según la leyenda, un soldado otomano murió por un rayo justo cuando estaba por disparar un cañón.

Al norte del monumento a Philipappos, está Pnyx, donde hablaron ciudadanos y oradores atenienses como Pericles, Temístocles y Demóstenes. Sigue habiendo una larga plataforma de piedra popular entre los turistas y locales que canalizan a los antiguos (aunque sólo sea para un autorretrato).

Compruebe sabores modernos de abundante cocina peloponesa en Manimani, un excelente restaurante barato situado en una casa neoclásica restaurada, no lejos del Museo de la Acrópolis.

El Museo de la Acrópolis, inaugurado hace cinco años y diseñado por el arquitecto suizo Bernard Tschumi, alberga cosas espectaculares del sitio más famoso del país. Los hallazgos datan del tiempo del Hecatompedón, el edificio más antiguo de la Acrópolis, aunque la exhibición es en la Galería Partenón, donde partes del friso del Partenón se muestran dramáticamente.

La mayoría del friso está, por supuesto, en el Museo Británico, en Londres (Lord Elgin mandó sacar las esculturas de los Propileos y del Erecteón entre 1801 y 1812, cuando Grecia seguía siendo parte del Imperio Otomano).

Restaurantes, cafés, bares han florecido sobre las calles secundarias que están entre Syntagma, del otro lado del Parlamento, y Monastiraki, casa de un vigoroso mercado. “Lukumades” fue nombrado en honor a las exquisitas masas fritas en forma esférica que son el plato principal, servidas con miel, praliné de chocolate o helado de resina.

“Heteroclito”, una excelente barra de vinos, celebra los viñedos griegos, que han estado creciendo en cuerpo, sabor y respeto internacional. En una mesa de afuera, ordena una copa de Melissokipos, un vino blanco de Creta, y la excelente tabla de quesos griegos (8 euros). Muchos artistas de Atenas dicen que la cultura griega se deleita demasiado de su pasado y no valora el dinamismo de su presente. Estas voces (visuales y musicales) han encontrado casa en la Fundación de Arte (conocida como TAF) y en “Six d.o.g.s”.

Para el segundo día puede dejar el Museo de Arte Cicládico, que exhibe piezas del mar Egeo, donde floreció una antigua civilización entre 3300 y 200 a.C. La colección incluye las célebres figuras geométricas que inspiraron el arte cubista (7 euros).

Según la leyenda, el dios del río Ilisós rendía culto en un santuario sobre la colina de Ardittos, al lado del actual Estadio Panatenaico, en Mets, un vecindario del oriente de Atenas. Reformado en 1896, el Estadio, que los griegos llamaron Kallimarmaro (“el mármol hermoso”) es la meta del Maratón Clásico de Atenas que se celebra cada otoño. Se encuentra a una breve caminata desde los Jardines Nacionales, donde se puede probar un tiramisú griego.

Para el tercer día, reserve la visita al lago Vouliagmeni, ubicado dentro de una roca y conocido como spa natural. El agua permanece cálida todo el año y está justo al sur del suburbio costero que lleva el mismo nombre (8 euros). Si el último día quiere disfrutar del mar, vaya a la plata Astir, el lugar más fino sobre la llamada Riviera de Atenas. Los fines de semana de verano hay que pagar una cuota de 25 euros, pero el precio vaya a 18 euros en otoño.

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Un comentario en “Tres días en Atenas, puerto milenario

  1. minouche di Roma | 15/01/2015 | 13:34

    la tengo al lado..uno de estos dias me largo…

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