MONTEVIDEO / URUGUAY
Tres días al otro lado del río
Con espacios coloniales, plazas frondosas, cepas propias, candombe y llamadas en las calles, un fin de semana en Montevideo despierta los placeres simples de la vida. Fotos
Con espacios históricos, tintos propios y la indiscutible paternidad del candombre, un fin de semana en la capital uruguaya. Foto: Cedoc Perfil [ Ver fotogalería ]
Por Paola Singer (The New York Times / Travel)
Un fin de semana en la capital de Uruguay garantiza carne, música y museos. Uruguay ha causado sensación en las noticias del último año: los legisladores permitieron el matrimonio de parejas gay, la marihuana es legal y el presidente, José Mujica, resultó un campechano. Nuevos hoteles, espacios culturales, restaurantes y un auge de la construcción residencial aceleran el tranquilo ritmo de la ciudad. Aun así, el atractivo de Montevideo no yace en la novedad sino en un eterno telón de fondo de arquitectura de fin de siglo, plazas sombreadas y paseos ribereños con playas arenosas, lugares donde los relajados residentes se consienten con placeres simples de la vida.
DÍA 1. CIUDAD VIEJA
De tarde, la Ciudad Vieja rebosa de actividad. Entre los muchos bancos, casas de subastas, cafés y boutiques del distrito, los visitantes encontrarán majestuosos edificios art decó y Meaux arts, iglesias coloniales y plazas frondosas.
Empiece su paseo en la plaza Independencia, con su estatua de bronce de 16,8 mts. de José Gervasio Artigas, padre fundador de Uruguay. Después, vaya a la calle Sarandí, una animada peatonal que lleva a la plaza Matriz. Actualmente, este patio interior alineado con árboles alberga un mercado de pulgas donde puede encontrar calabazas de mate, cuchillos de gaucho con intrincados mangos de plata, piedras de amatista en bruto y estampados de los años 60.
Los uruguayos nunca saltean la merienda. Café Brasilero es una de las cafeterías más venerables de la ciudad, con sillas de madera curvada Gerbrÿder Thonet, ventanas con marco de lapacho y candelabros de 1877. Tal vez vea a intelectuales locales como Eduardo Galeano, un prominente activista y escritor, bebiendo un cortado (50 pesos uruguayos o 17 pesos argentinos) cerca de la ventana.
Los que prefieran interiores contemporáneos visiten Jacinto, de Lucía Soria, chef que se formó con Francis Mallmann, el altamente considerado chef argentino, donde podrá probar panes, croissants y hojaldres de dulce de leche caseros.
Vea qué hay en el Teatro Solís, el principal centro de artes escénicas del país, con un auditorio de cuatro niveles, pasillos dorados y fachada neoclásica. Este edificio de 1856 es casa de la Orquesta Filarmónica de Montevideo y auspicia presentaciones de óperas, teatro y ballet, incluyendo un tributo reciente al coreógrafo ruso Vaslav Nijinsky.
¿Los géneros clásicos no son de su agrado? Los mejores grupos indie de Latinoamérica tocan en “La Trastienda Club”, donde escuchará pesos pesados del rock en español. Un bar sin letrero en la esquina de las calles Paullier y Guaná es el lugar ideal para comidas y tragos de madrugada. Cuando el restaurantero Pepe Álvarez se encargó del espacio, conservó los centenarios estantes de pino, el piso de azulejos estampados y la curiosa tradición de este ex almacén general: nunca tuvo nombre.
DÍA 2. DEL 900
Situado dentro de una elevada estructura de hierro de 1900, el reconstruido Mercado Agrícola forma parte de los mercados de comida más arquitectónicamente importantes de la región. Más de cien vendedores de todo tipo de cosas atraen a residentes y visitantes a Goes, un vecindario de clase trabajadora. Varios puestos sirven café y hojaldres y “Del Nieto & Cía” reparte helados con toque uruguayo: cono de azúcar de yerba mate o uva tannat ($ URU 65).
Contrate un remís, o taxi, para hacer el viaje de veinte minutos a la Bodega Bouza, productora de abundantes tintos hechos con tannat, la uva clásica uruguaya, así como tempranillo y merlot. Se ordenan vinos por copa o se catan varios (degustación desde $ URU 750).
Luego, visite la casa museo del arquitecto Julio Vilamajó, quien diseñó los cuarteles generales de la Organización de las Naciones Unidas junto con Oscar Niemeyer y Le Corbusier. Es una casa modernista de cinco pisos con curvas y ángulos que forman nichos para mobiliario empotrado. A poca distancia está la exresidencia de verano de Juan Zorrilla de San Martín, el poeta que escribió la épica histórica “Tabaré” en 1886 (entrada gratuita).
¿El tango nació en Uruguay o en Argentina? ¿La yerba mate es una importación paraguaya? ¿Y quien se queda con el dulce de leche? El candombe, en cambio, es inequívocamente uruguayo. Esta música folclórica de percusión, interpretada por grupos de hasta cuarenta músicos que tocan tambores con forma de barril y que caminan al unísono conforme baten, es una fusión de ritmos africanos creados por la población negra de Montevideo en el siglo XIX. Varias comparsas arman presentaciones callejeras en el Barrio Sur y Palermo. Únase a los vecinos que salen a escuchar a La Facala cada sábado en las calles Ejido y Cebollatí.
DÍA 3. BUS TURÍSTICO
Súbase al nuevo autobús turístico de Montevideo ($ URU 416) para ver el encantador vecindario de El Prado, con un jardín botánico de casi diez hectáreas. Ahí cerca está el Museo Blanes, dedicado a obras de pintores uruguayos como Pedro Figari y Rafael Barradas (entrada gratuita). Después, camine por el Jardín Japonés. Donado por Japón en 2001como símbolo de amistad, su colección de bambúes, cerezos, orquídeas y piedras es una joya.
Los visitantes que buscan asados tradicionales son inevitablemente dirigidos al Mercado del Puerto; sin embargo, los conocedores prefieren “La Otra”, una parrilla íntima del vecindario de Pocitos que sirve carne de primera. Además de los cortes clásicos del Cono Sur, puede probar choto, una crujiente tripa de cordero que sólo se asa al este del Río de la Plata.
GALERÍA DE FOTOS