MALI / ÁFRICA

Regreso a Tombuctú, la «Puerta del Sahara»

A pesar de los golpes de la historia y la reciente ocupación de los milicianos de Al Qaeda, conserva el esplendor y encanto de su gran pasado.

Asombran a los visitantes sus monumentos, como las tres mezquitas históricas -Djingareiber, Sidi Yahiya y Sankoré-, los antiguos portales, las casas de los primeros exploradores, el pozo construido en el lugar donde hace mil años una mujer tuáreg (según narra una leyenda) halló el agua que dio riqueza y poder a la ciudad del desierto. Foto: AFP [ Ver fotogalería ]

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Tombuctú, la legendaria Puerta del Sahara, histórica encrucijada para el tráfico de caravanas con mercaderes de oro y esclavos, reabre sus pasadizos misteriosos y sus increíbles mezquitas a los turistas. Desde hace un año se respira en la ciudad un clima de normalidad y seguridad: llegan viajeros extranjeros y se organizan -sobre todo desde Europa- viajes con itinerarios por Mali que avanzan hasta el reino de los «hombres azules del desierto«, los tuáregs.

A pesar de los golpes de la historia y la reciente ocupación de los milicianos de Al Qaeda, rechazados en 2012 por una intervención armada francesa, Tombuctú conserva el esplendor y encanto de su gran pasado. Asombran a los visitantes sus monumentos, como las tres mezquitas históricas -Djingareiber, Sidi Yahiya y Sankoré-, los antiguos portales, las casas de los primeros exploradores, el pozo construido en el lugar donde hace mil años una mujer tuáreg (según narra una leyenda) halló el agua que dio riqueza y poder a la ciudad del desierto.

«Más allá de los testimonios históricos de esta capital de las caravanas, lo que impacta es precisamente la atmósfera. El mito se respira todavía, uno se siente extraño y desorientado, casi atemorizado«, explica Caterina Manca di Villahermosa, operadora turística de Kanaga Tours, con sede en Bamako. «Parece desierta. Luego cada tanto -agregó- alguien asoma la cabeza y poco a poco comienzas a advertir una mirada tras las típicas ventanitas antiguas que impiden ver el interior, pero desde donde se puede ver perfectamente el exterior«.

«Una suerte de silencio ‘acolchado’ domina la ciudad, tal vez por la arena blanquísima que envuelve todo y que lentamente con los años se está apoderando de Tombuctú, generando una suerte de efecto ‘insonorizado‘», agregó. Los tuáregs, además, «contribuyen a la fama de la ciudad con su encanto misterioso, hecho de bellos turbantes azul cobalto e índigo, de rebelión y libertad», explicó la operadora. Precisamente las aspiraciones independentistas de los tuáreg y el estado de tensión con el gobierno de Bamako habían favorecido en 2011 la llegada de los jihadistas de la vecina Libia, que se apoderaron de Tombuctú y amenazaban con la conquista de todo Mali.

Luego la intervención francesa y la apertura de negociaciones entre los tuáregs y las autoridades centrales volvieron a poner la situación bajo control. «En el clásico tour de Mali, que habitualmente toca lugares de belleza absoluta como el Pays Dogon y Djenné, vuelve a sumarse finalmente -después de un ayuno de más de tres años- Tombuctú, la verdadera puerta del desierto, lejos de todo, perdida al final de un bello camino de tierra entre acantilados erosionados por el viento. Y detrás -concluye Manca- comienzan las dunas del Sahara«.

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