36 HS. EN BRASILIA

Un viaje al futuro de la mano de Niemeyer

Muchos hitos de la capital de Brasil son una celebración al inquieto arquitecto Oscar Niemeyer, de 104 años. Fotogalería

Brasilia también es más segura y tranquila que Río de Janeiro o Sao Paulo, salvo por el estrés de intentar entender su enloquecedor sistema de direcciones. [ Ver fotogalería ]

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Por Seth Kugel (*)

Pese a los monumentos modernistas del legendario Oscar Niemeyer, la retrofuturista capital de Brasil ha atraído pocos visitantes ajenos al gobierno federal. Pero conforme la influencia mundial del país crece, Brasilia está alcanzando la mayoría de edad, con un nuevo museo por aquí, un puente espectacular por allá, y restaurantes de primera por doquier.

Brasilia también es más segura y tranquila que Río de Janeiro o Sao Paulo, salvo por el estrés de intentar entender su enloquecedor sistema de direcciones. Se suman al encanto sus ocasos fascinantes, sus puntos para bailar samba y medio siglo de tradición e historia.

1º día. CONGRESO CON NIEMEYER

En el corazón del “Plan Piloto”, la ciudad original, hay tres edificios diseñados por Niemeyer, que albergan las tres ramas del gobierno brasileño alrededor de la Praça dos Tres Poderes (Plaza de los Tres Poderes). Son todos clásicos curvilíneos Niemeyer: el Palacio Planalto, donde trabaja la presidenta de Brasil, la Suprema Corte Federal y el Congreso Nacional.

Camine por la explanada pasando los edificios ministeriales de color verde pálido hasta llegar a una de las creaciones más recientes de Niemeyer (que sigue por ahí a sus 104 años): el Museo Nacional Honestino Guimaraes, de 2006, con arte contemporáneo mundial.

Los ocasos en Brasilia son hermosos desde cualquier punto, pero el mejor de todos es la Ermida Dom Bosco, un santuario diseñado por Niemeyer al otro lado del lago artificial Paranoa.

La actividad nocturna más popular de todos los residentes es comer y beber entre amantes de la cerveza y aficionados a la caipirinha. El más tradicional tal vez sea Beirute, fundado hace 55 años, que ofrece comida de Oriente Medio.

2º día. “SOUPIE” 

Así pronuncian los brasileños SUP, que por sus siglas en inglés quiere decir “surf parado a remo”, un deporte sobre tabla de surf pero con remo. Hay que pronunciarlo como ellos si se quiere ingresar al Clube Naval. Por 25 reales, estará remando sobre el lago Paranoa con el impactante Puente Juscelino Kubitschek, de 2002, un hito de la ciudad.

Aquí no hay iglesias de la era colonial. Los centros religiosos de Brasilia se adecuan perfectamente a la temática modernista. El Santuario Dom Bosco, terminado en 1970, tiene arcos góticos de 16,5 metros llenos de vidrios entintados en 12 tonos de azul, que proyectan sobre el interior matices submarinos inquietantes. Desde ahí, continúe al sur hacia la más modesta Igrejinha de Fatima, la primera iglesia de la ciudad, también de Niemeyer.

Aquavit es uno de los restaurantes más elegantes de Brasilia. Su chef y dueño dinamarqués lo abrió en su propia casa con menú fijo de cocina danesa, técnicas francesas e ingredientes brasileños (192 reales).

3º día. PRESIDENCIAL

Si es domingo, vuelva a la Praça dos Tres Poderes para recorrer el Palacio Planalto y visitar el despacho de la presidenta Dilma Rousseff. Para saborear la vida como realmente se vive, aléjese de la ciudad treinta minutos y visite Ceilandia, donde la feira central (Av. Helio Prates) vibra de miércoles a domingos con puestos de comida nordestina, panaderos, vendedores de cigarros, carniceros y ropa en oferta. Si Brasilia es el sueño de todo brasileño moderno, Ceilandia es su realidad.

 

DATOS

  • Coordenadas: Brasilia está en el Distrito Federal, rodeada por los estados de Goiás y Minas Gerais.
  • La mejor ruta: Despegar.com ofrece pasajes de US$ 374 mediados de junio.
  • Hospedaje: TrypBrasil 21 es uno de los muchos hoteles de negocios más cómodos del Sector Hotelero Sur; las tarifas de fin de semana tienen  grandes descuentos y llegan a 196 reales por una doble.
  • El dato: la ciudad comenzó a construirse en 1956. Lücio Costa fue el urbanista y Oscar Niemayer el arquitecto.

 

(*) Desde Brasil – The New York Times / Travel

Esta nota fue publicada el 4 de junio de 2012

 

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