PROVINCIA DE CHUBUT
Los sabores de Gaiman, la «Pequeña Gales» del sur argentino
La ciudad costera tiene infinidad de propuestas, como paseos históricos, chacras, un Parque Paleontólógico y, todo el año, sus típicas casas de té.
Foto: Pixabay [ Ver fotogalería ]
17 de julio de 2015
La ciudad patagónica de Gaiman es cabecera del primer municipio de Chubut, y fundada por el centenar y medio de galeses que, en 1865, desembarcaron del «Mimosa» en las afueras de la actual Puerto Madryn y luego colonizaron el valle del río Chubut hasta la Cordillera.
A unos 37 kilómetros de Rawson, su vida turística se complementa con la oferta de la costa, concentradas en Puerto Madryn y Península Valdés, como avistajes de ballenas, buceo y visitas a la gran colonia de pingüinos de Punta Tombo.
Merendar en alguna de las seis casas de té galés de Gaiman -cada una con sus características, decoración, servicios e historia propios- es una tentación para todo turista que visite la zona. Las casas de té locales son Plas y Coed, la primera en la Patagonia; Ty Te Caerdydd, famosa por haber recibido a Lady Di en 1995; Casa de Té Gaiman; Ty Cymraeg; Ty Gwyn y Ty Nain.
Waldo Williams, director de Turismo de Gaiman, contó a la agencia Télam que «el té galés se convirtió en un producto turístico en la década del 60, cuando surgió el turismo en Península Valdés; entonces había sólo dos casas de té». También comentó que Chubut «es el único lugar del mundo donde se habla galés comunitariamente, además de Gales», y que para mantener la tradición se traen profesores de ese país y se hace intercambio de estudiantes.
La dueña de Plas y Coed, Ana Chiabrando, descendiente de inmigrantes del «Mimosa» y cuyo apellido es prueba de integración entre galeses e italianos, es también profesora de galés. Este idioma se dicta en jardín de infantes en Gaiman, y en el mismo nivel y en primaria en Trelew y Trevelin (en la comarca andina de Chubut).
La anfitriona explicó que hay más de 50 dialectos de galés y señaló que el «bara brith», el budín más tradicional de Gales cuya receta data de unos 300 años, tiene cerca de 20 nombres distintos según sendos valles de ese país.
El té llegó en teteras de porcelana cubiertas por los típicos «pulóveres» de lana, que conservan la temperatura y las distinguen de las de la zona andina, aunque allí paradójicamente el clima es más frío. Viene acompañado por pan casero; escons; pan de leche con queso caliente; lemon pie; tortas de manzana, de crema y de limón con crema de queso; arrollado con dulce de cereza; briths, galletitas a la plancha con especias y torta galesa.
La torta galesa no existe en Gales, ya que es una creación de sus inmigrantes en la Patagonia, en tanto las galletitas a la plancha, contó Chiabrando, son el producto más antiguo, con más de mil años de existencia. Esos productos -al menos una porción por persona- se sirven con dulces, mermeladas y manteca salada caseros, por lo que se sugiere a los turistas no almorzar antes de ir por el té galés.
Para conocer la ciudad, es bueno una caminata que puede empezar frente a Plas y Coed, en la plaza Julio Argentino Roca, atravesada por las aguas del Canal Norte, donde los fines de semana se arma una feria de alimentos artesanales de las chacras aledañas a la ciudad. También es pintoresca la ribera del río Chubut, bordeada de sauces y fresca vegetación, donde se pueden armar picnics o beber algo en una terraza sobre el agua.
En todo Gaiman se ven las típicas construcciones de ladrillo a la vista con techos de chapas acanaladas, algunas con mucha historia, como la ex estación de trenes devenida en Museo Regional, el Antiguo Correo, la Biblioteca Ricardo Berwyn, el Museo Antropológico y la primera casa de la ciudad, construida en 1874 por David Roberts, actualmente también museo.
El Camino de los Galeses, inaugurado en 2013, recorre unos 20 kilómetros y lleva a muchos de estos sitios históricos, a la zona de chacras y a puntos panorámicos en los cerros y bardas. El Parque Paleontológico es un verdadero museo de sitio donde en excavaciones de escasa profundidad se pueden observar estratos y restos de la vida prehistórica de la Patagonia.
Otra opción para visitar y en algunos casos pernoctar son las chacras del valle inferior del Chubut, que según Williams «es el último valle del sur de Argentina donde se puede cultivar a cielo abierto». Allí se producen vegetales de diverso tipo y ganado, y en esta época sus colores viran del verde intenso del prolongado verano al típico amarillo y ocre del otoño.
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