Parque Nacional Waraira Repano
Canoping en Venezuela: la moda antiestrés
Ofrecido como un deporte de aventura y propuesta ecoturística, permite desconectarse de la rutina y los problemas cotidianos.
Foto: Pixabay [ Ver fotogalería ]
Redacción Perfil.com / ANSA
(23 de agosto de 2015) El canoping está de moda en Venezuela como deporte de aventura y propuesta ecoturística que, además, permite desconectarse de la rutina y los problemas cotidianos. Inventado por dos canadienses en Costa Rica, el canoping consiste en atravesar bosques y selvas colgados de un cable de acero a la altura de la copa de los árboles, con la ayuda de un arnés de cintura y una polea.
El ingeniero forestal y guía de montaña Alvaro Iglesias asegura que con este deporte extremo «te vas a desconectar totalmente de la rutina, de los problemas, porque vas a estar pendiente de otras cosas, de ver dónde pisas, de ver qué es lo que tienes que hacer«. «La gente tiene que seguir las instrucciones y enfocarse en vivir la experiencia, que es lo que se busca«, citado por la agencia Ansa.
Iglesias explicó que la idea de impulsar el canoping surgió cuando realizaba sus estudios en la Universidad de los Andes: «Empecé a trabajar como escalador de árboles, recolectando muestras botánicas, haciendo trabajo para botánicos y biólogos pero además como soy escalador de toda la vida y excursionista, con el canoping logré combinar lo que es mi carrera con mi hobby«.
A partir de ahí el proyecto se concretó, primero en el jardín botánico del estado Mérida y después en el sector Los Venados del Parque Nacional Waraira Repano (El Ávila) en Caracas. «Nosotros abrimos el camino del canoping en Venezuela porque nadie apostaba por esto; todo el mundo decía que era muy peligroso pero tuvimos la suerte que nos dieron ese espacio en el jardín botánico y ya son casi 15 años en Mérida y en Caracas tenemos ya 7 años«, comentó.
Iglesias explicó que junto al ingeniero forestal Francisco Belandria dirigen el colectivo multidisciplinario «Senderos aéreos», con 25 miembros, a través del cual prestan el servicio en ambos sitios. «En Caracas tenemos cinco plataformas puestas entre 7 y 30 metros de altura conectadas por una escalera, un puente colgante, tres tirolinas de 20, 60 y 120 metros, para un recorrido aproximado de 250 metros que se hace en una hora más o menos«, indicó, tras destacar que «somos el único canoping dentro de un área protegida de un parque nacional en Venezuela«.
La persona para poder subir «es armada con un equipo de seguridad que incluye casco, guantes y un arnés, y arriba están los guías pendientes de manipular todo eso«, explicó. «El escenario que tenemos aquí en Los Venados, es espectacular. Los árboles son magníficos y la vista de la ciudad no tiene precio y eso nos hace realmente únicos en este tipo de actividades en este país«, aseveró.
A su vez, Belandria, contó que en Mérida están las rutas «aventura y la extrema» que comienzan «por unas largas escaleras de aproximadamente 10 metros de alto junto a la primera plataforma en el árbol. Luego cruza un puente colgante de cerca de 15 metros para llegar a la segunda plataforma donde hay una división de los dos recorridos.
«Es un circuito de hasta siete plataformas, mediante puentes colgantes, escaleras, mallas y tirolinas a través de las copas de los árboles con un tiempo de recorrido que oscila entre 30 minutos a una hora, dependiendo de la persona o del grupo«, comentó. Para Belandria, el auge que tiene el canoping ha hecho que otras zonas del país lo ofrezcan porque se trata de una actividad ecoturística de «bajo impacto que deja mucho para los visitantes y ayuda mucho a las localidades«.
Para Patricia López, una joven de 22 años, la experiencia no tiene comparación. «Realmente pensé que no lo haría porque no estoy acostumbrada a las alturas y mucho menos a estar colgada en un arnés a más de 10 metros de altura, pero lo hice y estoy feliz», comentó. A su lado, su primo Joaquín Díaz, de 25 años, aseveró «es un deporte para desestresarse y olvidar lo que vivimos como patear las calles todos los días para buscar la comida«.
«La adrenalina se te dispara y la sensación de recorrer desde lo alto de los árboles, balanceándote o suspendido en medio de la nada, es tan divertida que hace que uno olvide la inseguridad, escasez, los precios y todos esos problemas terrenales que vuelven a estresarnos al bajar la montaña«, agregó.-