En Chicago nada es imposible con US$ 100
Por Seth Kugel (*). Durante dos días y medio, cualquier ciudad puede lucir sus encantos ante los ojos del turista con menos recursos. Música sinfónica, noches de jazz y comidas incluidas. Fotos
Ni el viajero mejor financiado puede conquistar Chicago en un fin de semana, de hecho, no podrá siquiera cubrir los básicos: la pizza deep-dish, salchichas estilo Chicago, vistas panorámicas, tesoros arquitectónicos, el Millenium Park, el Wrigley Field (el segundo estadio de béisbol), las bellas artes, el afamado blues de Chicago y mucho más. Foto: Cedoc Perfil [ Ver fotogalería ]
(*) The New York Times / Travel
Ni el viajero mejor financiado puede conquistar Chicago (EE.UU.) en un fin de semana, de hecho, no podrá siquiera cubrir los básicos: la pizza deep-dish, salchichas estilo Chicago, vistas panorámicas, tesoros arquitectónicos, el Millenium Park, el Wrigley Field (el segundo estadio de béisbol), las bellas artes, el afamado blues de Chicago y mucho más.
Con solo US$ 100 en el bolsillo -digamos US$ 75, después de gastar US$ 25 en un pase de transporte público Ventra para tres días- la cosa se complica. Pero la idea es demostrar que cualquier gran ciudad puede entretener incluso al viajero más avaro. Estrené mi pase Ventra tomando la línea Azul de subte a la estación Division, después cambié al autobús 9, y caminé hasta Pequod’s Pizza, favorito de los lugareños e ignorado por los turistas. Es un bar deportivo donde el almuerzo sale US$ 4,99.
Como cualquier neoyorkino, vengo con el prejuicio contra la pizza deep-dish de Chicago. Es una pizza media masa, pero con los bordes elevados, como una tarta. Aunque cuando llegó mi pedido cualquier prejuicio se derritió: mi porción venía con salsa de tomate, pepperoni sin moderación y, en el borde, queso caramelizado. Era deliciosamente irresistible y la cuenta final, con impuestos y propina, fue de US$ 7.
Mientras no sea invierno, no hay que gastar tanto en Chicago, se pasea. Como en cualquier gran ciudad, abundan los vecindarios intrigantes, la variedad arquitectónica y la gente interesante. Sin embargo, cuando cae la noche se vuelve más complicado. Esta es una solución: planee su viaje la única semana del año en que la Orquesta Sinfónica de Chicago (el ticket más barato es de US$ 38 con impuestos) brinda conciertos gratuitos.
Así que me senté en medio de una multitud de miles de personas en Millennium Park a escuchar a Riccardo Muti dirigir un repetorio de Tchaikovsky bajo el cielo de Chicago que cambiaba del azul cerúleo al naranja rosáceo y luego al negro profundo, desde los acordes iniciales de La tempestad hasta el frenético crescendo de la Sinfonía Nº4 en fa menor.
La noche terminaría con un viaje hasta Longman and Eagle, un restaurant con estrellas Michelin en el barrio Logan Square. ¿Cuál era la trampa en su largo menú de respetables whiskeys a US$ 3? Resultó que ninguna. Le pedí al barman que me recomendara una variedad y terminé con un grupo compuesto de un Escocés Bank Note blended, un George Dickel Rue y un bourbon Old Forester por un total de US$ 9. Encuéntreme un trato mejor y más alcohólico. Decidí tambien abonar US$ 8 en el aperitivo de albóndigas y polenta con pesto y cremosa fontina.
Gasto del día: US$ 55,73. Restaurante: US$ 44,27.
SÁBADO. Me gusta salir del centro de la ciudad durante los fines de semana y sugirieron hacer un viaje al templo Baha’i en Wilmette (al final de la Línea Violeta), seguido por un desayuno en un clásico de los suburbios, la casa de panqueques Walker Bros. “Aunque no sé cómo harás para llegar de uno al otro”, dijeron. Caminando, obviamente. 1,3 millas desde el único templo Baha’i en América del Norte de una religión originada en la en la Persia del siglo XIX.
Rodeado por jardines y con un centro de bienvenida que proyecta un video, el mismo templo es perfecto para una breve meditación cuando te recostás a mirar la parte superior del elevado domo. Algo más para saborear: el panqueque de manzana y canela de Walker Bros, una creación monstruosa y pegajosa. Mi primera impresión: es una explicación de la epidemia de obesidad en Estados Unidos. La segunda: a US$ 10,50 es una excelente oferta para dos.
Llegué unos minutos tarde al Centro Cultural de Chicago para mi tour gratuito al centro de Chicago Greeter. Cuando la guía se enteró de que era de Nueva York, sonrió burlonamente y dijo: “Con razón”. Llevó a nuestro grupo de tres por un animado tour arquitectónico, salpicado de recuerdos de su propia niñez.
Se lamentó que el viejo edificio de Marshall Field & Company, con sus elegantes relojes exteriores, retratados hace tiempo en la portada del The Saturday Evening Post por Norman Rockwell, estuviera ocupado ahora por Macy’s. Bajo los brillantes mosaicos de vidrio del lobby del edificio Marquette, nos dio un pequeño repaso sobre el padre Marquette, un misionero jesuita. Los lugareños no aceptan propinas, y además se puede organizar por adelantado con ellos un tour más personalizado del barrio, algo altamente recomendable.
Luego del tour, me quedé dando vueltas por el Centro Cultural de Chicago, que ofrecía varias exhibiciones de arte contemporáneo. Luego caminé al sur, hacia Buddy Guy’s Legends, un afamado club de blues que tiene sets acústicos gratuitos en varios horarios. Jimmy Johnson, un profesional del blues de 85 años y con más de seis décadas en el paisaje de Chicago. Mientras tanto, bebí Shiner Bock por US$ 3,50.
Y probé un jibarito, un sándwich con banana frita en lugar de pan, supuestamente inventado por los portorriqueños de Chicago. Un autobús me llevó a Humboldt Parl, donde restaurantes portorriqueños salpican la avenida West Armitage. Comí uno por $ 9 en “La Bruquería” y no me gustó. ¿Podría condenar un plato basándome en un restaurant? Sin ganas, probé otro en “Papa’s Cache Sabroso”. Confirmado: los jibaritos no son para mí, aunque el de Papa’s era más crocante.
Gasto del día: US$ 38. Restan: US$ 6,27.
DOMINGO. ¿Qué hacer en Chicago cuando estás casi en quiebra? Empezá por un café de US$ 3 y un scon en Burgeois Pig Café, después caminá hasta Lincoln Park donde todo es gratis: el zoológico, el invernadero, incluso el semioculto y romántico Alfres Caldwell Lily Pool. El invernadero fue mi favorito.
Hora de ir al aeropuerto, con US$ 2,64 restantes, y sin haber comido salchichas. Solución: parar por el camino en Redhot Ranch en Western Av. Pedí el clásico estilo Chicaco (cebollas, mostaza y sin pepinillos) por $ 3,75 con papas fritas. Otra bomba para las entrañas. Pero quien vive un fin de semana con US$ 100 algo debe sufrir el lunes.
Es una ciudad maravillosa para invertir bastante más de 3 días.