CHINA / provincia de Sichuan
36 horas en Chengdú, reino de bambú
Además del Centro de Conservación de los osos más simpáticos del mundo, esta ciudad ofrece paz, pagodas y algo de cultura tibetana. Fotos.
Chengdú quizá parezca una metrópolis china gris con rascacielos y tráfico caótico, pero es una de las ciudades más encantadoras de China, en la provincia de Sichuan. Aquí, la vida se mueve un poco más lenta. Y en el centro de investigación sobre los pandas de Chengdú, los residentes más famosos de la ciudad holgazanean sobre los árboles casi todo el tiempo. Foto: The New York Times / Cedoc Perfil [ Ver fotogalería ]
Por Justin Bergman (The New York Times / Travel). Publicado en Diario PERFIL
Chengdú quizá parezca una metrópolis china gris con rascacielos y tráfico caótico, pero es una de las ciudades más encantadoras de China, en la provincia de Sichuan. Aquí, la vida se mueve un poco más lenta. Y en el centro de investigación sobre los pandas de Chengdú, los residentes más famosos de la ciudad holgazanean sobre los árboles casi todo el tiempo. No obstante, esta modesta ciudad registró recientemente un auge económico como uno de los nuevos centros de alta tecnología de China, atrayendo a jóvenes emprendedores que fundan empresas emergentes y a arquitectos innovadores que quieren transformar el horizonte.
Para conocer el relajado estilo de vida de Chengdú, conviene visitar el Parque Pabellón Wangjiang, un tranquilo espacio verde dedicado a Xue Tao, una famosa poetisa de la dinastía Tang. A Xue le encantaba el bambú, y está por todas partes, como árboles de 15 metros de altura. Camine entre las elegantes pagodas y pabellones centenarios –parte de la arquitectura más antigua que queda en Chengdú– y acomódese en la evocadora casa de té adyacente al río donde los residentes pasan las horas bebiendo té verde y jugando a las cartas (20 renminbis por vaso, o US$ 3,4 a un tipo de cambio de 6 renminbis por dólar).
Callejones Anchos y Estrechos, un distrito histórico restaurado por el gobierno hace varios años, permite conocer la olvidada arquitectura de la era imperial, combinada con el exceso comercial de la China moderna. Pueden pasarse por alto las tiendas con baratijas y visitar Fingertip Art (24 Kuan Xiangzi) por sus bolsos, chales y almohadones bordados en colores brillantes, todo hecho por mujeres de la minoría Qiang, cuyas aldeas fueron devastadas por el terremoto de 7,9 grados que impactó la provincia de Sichuan en 2008. Lo recaudado es para reconstruir sus pueblos.
Con una historia de alrededor de 1.400 años, el Monasterio Wenshu es uno de los centros budistas más importantes de China, y uno de los más activos. Los fines de semana, los residentes acuden en tropel al extenso complejo de templos con patios llenos de árboles de gingko para encender incienso en calderones, frotar los dragones de cobre para la buena suerte y marchar en círculo alrededor de una fina pagoda de hierro, orando con las manos juntas. El monasterio tiene algunas de las estatuas de Buda antiguas mejor conservadas del país. El jardín es un sitio sombreado con estanques llenos de peces koi, pagodas y piedras esculpidas donde la multitud de pelo plateado acude para disfrutar la paz.
Uno de los bocadillos más sabrosos de Chengdú es el tian shui mian, un tazón de fideos gruesos hechos a mano que adormecen la boca con granos de pimienta de Sichuan, aceite de chile, pasta de ajonjolí y una cucharada de azúcar (6 renminbis). Otra comida al paso obligatoria es el guo kui, un crujiente panecillo horneado relleno de carne de cerdo y una mezcla picante de zanahoria rallada y pepinos. En la Casa de Té Yuelai se presenta una vez por semana el Teatro de la Opera de Sichuan. No hay subtítulos en inglés, pero el complicado vestuario y la acrobática danza con mangas que revolotean pueden ser entretenidos aunque no se pueda seguir la trama completamente.
Conocido como la Pequeña Lhasa, el colorido barrio tibetano de Chengdú vale la pena. Camine por Wuhouci Heng Jie, directamente frente al Templo Wuhou, y disfrute la vista: monjes envueltos en túnicas color granate que repasan cuentas con las manos a la espalda, vendedores callejeros de manteca de yak, y tienda tras tienda de íconos religiosos budistas tibetanos. El regateo es obligatorio.
En la Base de Investigación de Reproducción del Panda Gigante de Chengdú viven más de 135 osos. (Admisión, 58 renminbis, abre 7.30). La hora de la alimentación es cuando los pandas están más activos, pelando cañas de bambú, recostándose y comiendo su peso en hojas. Luego de que lleguen los autobuses turísticos de las 8.30 a.m., escápese del gentío para dar un paseo despreocupado por la hermosamente cuidada propiedad para ver el recinto del panda rojo. Para media mañana, los pandas están listos para su siesta. Un día más de pereza en la apacible Chengdú.