Volcán de Paricutín / México

El volcán que nació de un maizal: viaje a un paisaje desolador

Se levanta a 2.800 metros sobre el nivel del mar y es el más joven del mundo. Rutas en caballo, burro, a pie o en bicicleta hasta llegar a las faldas del cerro, para ascender hasta las ruinas del templo.

El volcán, que se levanta 424 metros en el valle y está a 2.800 metros sobre el nivel del mar, es el más joven del mundo y hasta ahora el único que ha tenido testigos de su erupción, desarrollo y reposo después de nueve años de actividad. Foto: dpa [ Ver fotogalería ]

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La primera grieta la descubrió Dionisio Pulido en el terreno agrícola de su granja: «Vi cómo en el agujero la tierra se hinchó y se levantó dos o 2,5 metros de alto y una clase de humo o polvo fino, gris, como las cenizas, comenzó a levantarse», contaría después. Así se inició la tarde del 20 de febrero de 1943 el surgimiento del volcán de Paricutín, al que también se le conoce como el volcán que nació de un maizal, en la meseta del pequeño pueblo de San Juan Viejo, ubicado en el estado de Michoacán, oeste de México.

El volcán, que se levanta 424 metros en el valle y está a 2.800 metros sobre el nivel del mar, es el más joven del mundo y hasta ahora el único que ha tenido testigos de su erupción, desarrollo y reposo después de nueve años de actividad. Provocó durante ese periodo la desaparición de dos pueblos que quedaron sepultados bajo la lava: Parangaricutiro y San Juan Viejo, con la fortuna de que sus habitantes tuvieron tiempo de escapar con vida.

«Fue un éxodo, dejaron sus casas y se marcharon caminando con lo que pudieron llevarse para buscar otro lugar donde asentarse que tuviera llanos para la siembra y río«, comenta Lorenzo Guerrero, guía turístico de la región. No olvidaron al Cristo de la Iglesia, hecho de pasta de caña en el siglo XVI y al que desde entonces denominaron el Señor de los Milagros «porque cuentan los vecinos que hizo el milagro de que no muriera nadie, ni siquiera los animales que tenían», agrega Guerrero.

A decenas de kilómetros de la amenaza de la lava fundaron el actual Nuevo San Juan Parangaricutiro, donde los mismos pobladores construyeron a duras penas sus casas«No tenían poder adquisitivo, utilizaron los trojes (depósitos de madera) que se alcanzaron a salvar para las casas mientras que el templo tardó en construirse 30 años con los donativos de gente que venía de varias partes del país», explica Miguel Ángel Gutiérrez, vecino del pueblo.

Curiosamente, además de las personas, lo único que no destruyó el volcán en sus nueve años de vida fue una parte del antiguo templo que quedó alzado sobre piedras y cenizas volcánicas y es de los lugares más representativos y visitados en la actualidad en Michoacán. La erupción del Paricutín, que en poco más de una semana de actividad causó también la desaparición de la fauna silvestre de la zona, atrajo la atención de expertos en vulcanología, científicos, artistas, cineastas o escritores como Isaac Asimov o el pintor Gerardo Murillo, conocido como «Dr. Atl».

«El volcán hizo que por primera vez llegara un helicóptero a México procedente de Estados Unidos con el fin de trasladar a un grupo de geólogos«, recuerda el guía. En la actualidad es un acontecimiento que forma parte de la memoria de los pobladores transmitida de las pasadas generaciones a las nuevas y de un recorrido turístico que realizan cada año miles de visitantes, en el que predominan los paisajes de bosques de pino y abundante vegetación. Esto sirvió para activar económicamente a San Juan Parangaricutiro, que mantiene sus raíces purépechas, una comunidad indígena de Michoacán.

Desde este sitio y desde Angahuan, los dos puntos más cercanos al volcán, se ofrecen rutas en caballo, burro, a pie o en bicicleta hasta llegar a las faldas del cerro, para ascender hasta las ruinas del templo, una media hora caminando, o hasta la cima del cráter, que supone unas dos horas de subida bastante empinada. «La tierra es sumamente suave y amarilla clara, similar a la arena, solo que revuelta con grandes raíces de la corteza de los árboles. A medida que nos acercábamos más al volcán, se notaba cómo el calor se incrementaba y los árboles desaparecían«, relató Ana María Ruiz, procedente de Morelia, capital de Michoacán, que hizo la caminata hasta el templo. En días muy despejados desde lo alto del volcán se alcanza a ver el Nevado de Colima. El volcán de Paricutín (paricuti en lengua purépucha puede traducirse como «lugar al otro lado») es considerado una de las grandes maravillas naturales del mundo.

 

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