Los santos populares, una tradición viva que moviliza a miles de argentinos

Cada año, miles se movilizan en busca de retiros espirituales, peregrinaciones para cumplir promesas, o de santuarios donde expresar su agradecimiento. El Gauchito Gil, Ceferino Namuncurá, Gilda, entre otros.

Las estampitas del gauchito se ven en todos los rincones del país y en las rutas o caminos es muy habitual encontrar altares con cintas y velas rojas, donde viajeros y residentes hacen sus pedidos y agradecimientos. [ Ver fotogalería ]

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Por Darío Silva D'Andrea

A lo largo y a lo ancho de su geografía, la República Argentina ofrece un sinfín de rutas y circuitos turísticos temáticos, agrupados por la naturaleza, la cultura, la gastronomía… y también por la fe. Cada año, miles de argentinos se movilizan en busca de retiros espirituales, peregrinaciones para cumplir promesas, o de santuarios donde expresar su agradecimiento. El objetivo de estos viajes es un conjunto de santos populares a los que se piden distintos tipos de favores y luego se les agradece con ofrendas.

Estos santos paganos refieren a personas que vivieron en tiempos cercanos y fueron elegidas como milagrosas por los mismos pobladores -generalmente- luego de una trágica muerte. Si bien algunos de estos ritos responden a viejas tradiciones de los pueblos originarios, como es el caso de los homenajes a la Pachamama (o Madre Tierra), muchos otros fueron constituidos en las últimas décadas.

En la Patagonia, recibe todos los votos de fe el beato Ceferino Namuncurá, un santo que hasta poco tiempo era sólo valorado por los pueblos que creían en sus milagros. En el Norte argentino muchos otros confían en San La Muerte.

En la memoria de muchos pueblos argentinos quedan aún los recuerdos de numerosos santos paganos que, si bien actualmente no tienen tantos seguidores, fueron objeto de gran devoción. Tal es el caso de «El Quemadito”, en la provincia de Catamarca, que nace a principios del siglo XIX en medio de los enfrentamientos entre unitarios y federales. Hace referencia a José Carrizo, un prisionero que fue arrojado vivo a la hoguera en una zona del antiguo Camino Real, donde fue colocada una cruz y los lugareños lo convirtieron en altar.

“La Brasilera” se dice que era una rezadora profesional que se acercaba a cementerios y velorios, la cual perdió su vida el Día de los Difuntos luego de que sus ropas tocaran unas velas encendidas. Se suman “La Telesita”, en Santiago del Estero, y “La Ramonita”, en Córdoba, ambas mujeres convertidas en milagrosas a mediados del siglo pasado tras un fatídico final.

LOS MÁS POPULARES

Algunos santos populares son conocidos sólo en una parte del territorio argentino y cuentan con seguidores quizás dentro de una misma provincia, sin embargo, existen otros que trascendieron fronteras. Uno de los más famosos es el Gauchito Gil, cuyos orígenes encontramos en la provincia de Corrientes.

Se trata de la figura de Antonio Mamerto Gil Núñez, un forajido al estilo Robin Hood quien habría desertado de la guerra civil. Las estampitas del gauchito se ven en todos los rincones del país y en las rutas o caminos es muy habitual encontrar altares con cintas y velas rojas, donde viajeros y residentes hacen sus pedidos y agradecimientos.

Si bien existen diferentes historias acerca de la forma en que se produjo su muerte, todos coinciden en que fue un 8 de enero. Y cada año varios días antes comienzan las congregaciones de gente que se acerca a acampar. El evento incluye bailanta, desfiles de caballos y hasta una misa oficial.

El santuario principal de “El Gauchito Gil” se encuentra en el cruce de las Rutas Provinciales 123 y 119, a unos 8 kilómetros de la ciudad correntina de Mercedes. Una de las tradicionales costumbres asociadas a su imagen es que la persona que visita su altar por primera vez deja una cinta roja y se lleva otra “bendecida” por el santo a modo de protección.

En las provincias del Litoral, principalmente, uno de los santos más reconocidos es “San La Muerte”, el cual es venerado todos los Viernes Santos y el Día de Todos los Muertos no sólo para cosas buenas sino también para vengar algún desaire o mal recibido.

Para que su figura sea efectiva como amuleto, uno de los requisitos centrales es que esté bendecido por la Iglesia Católica, por lo que sus seguidores se las rebuscan para lograrlo de manera oculta en las misas tradicionales. La imagen es la de un tenebroso esqueleto, vestido con una capa y sus atributos tienen significados particulares. Por ejemplo, la guadaña en su mano derecha es una señal de igualdad ante Dios, sus ojos rojos simbolizan la sangre y los colores de la capa varían según el tipo de pedido.

AL NORTE

En la ciudad de Vallecitos, provincia de San Juan, otra de las figuras más veneradas es la “Difunta Correa”, la cual conquistó también numerosas rutas del país donde se erigen altares junto a los del Guachito Gil –en ocasiones-, donde se avistan numerosas botellas de agua.

Los orígenes de esta imagen pagana se relacionan con María Antonio Deolinda Correa, una mujer que intentó seguir infructuosamente a su esposo enfermo reclutado para una guerra, pero logró alimentar de su pecho a uno de sus hijos tras haber fallecido por desnutrición y deshidratación. Cada año una cabalgata de miles de gauchos ofrenda a la Difunta.

En la provincia de La Rioja, otra de las figuras paganas a la que se le piden favores relacionados con niños y bebés es “El Angelito Milagroso”. Un santo que se creó sobre la figura de Miguel Ángel Gaitán, un niño de apenas un año que murió de meningitis en 1966. Sus restos intactos se encuentran en el cementerio de Villa Unión, en un ataúd de vidrio. Algunas de las ofrendas son juguetes, golosinas y ropas pequeñas.

LOS MÁS MODERNOS

Entre las figuras que en los últimos años se convirtieron también en santos a los que se les piden favores y se les agradecen milagros se encuentran dos cantantes de música que fallecieron en accidentes de tránsito.

La primera fue “Gilda”, quien ya en sus últimos meses de vida despertaba en sus fans un atractivo especial. Muchas personas le acercaban bebés para que los curara o se hacían tocar para conseguir trabajo. Si bien renegaba de estos supuestos “poderes” no le negaba el contacto a la gente durante sus shows de música bailantera y alegre.

El 7 de septiembre de 1996, Miriam Alejandra Bianchi viajaba en un micro junto a casi toda su familia por el poblado de Chajarí, provincia de Entre Ríos, cuando en el kilómetro 129 de la Ruta Nacional 12 –también denominada “Ruta de la Muerte”- chocó contra un camión.

El accidente produjo su muerte de manera instantánea al igual que la de su madre y su hija. Uno de los primeros milagros se estima que fue el hallazgo del cassette donde Gilda había grabado algunos cambios en las canciones de su último disco, el cual había quedado tirado en la banquina tras el accidente.

Los lugares de culto hacia Gilda son su tumba, ubicada en el primer piso, galería 24, del Cementerio de la Chacarita, en Buenos Aires Capital Federal; un santuario levantado en la localidad de Paranacito, provincia de Entre Ríos, hasta donde le acercan flores, dibujos y rosarios; y, una habitación en el lugar del accidente, donde peregrinan constantemente sus devotos. Además, en Tucumán una calle lleva su nombre, al igual que un barrio en el partido bonaerense de Ensenada.

Apenas unos años más tarde otro de los músicos que se convirtió en una especie de santo popular tras su muerte es Rodrigo Bueno, más conocido como “El Potro Cordobés”, cantante de cuarteto. En 1999 la figura de Rodrigo había explotado en Buenos Aires y todo el país, a quien se lo veía en la tapa de todas las revistas junto a grandes personajes argentinos como Diego Armando Maradona. Pero el 24 de junio de 2000 cuando regresaba de un recital en City Bell, tuvo un fatal accidente en el kilómetro 26 de la Autopista Buenos Aires-La Plata.

En el lugar del accidente sus seguidores habían levantado un santuario con una gran cruz con su nombre acompañada de más de treinta cruces de diversos tamaños, cientos de cartas, carteles, banderas, botellas y latas llenas de cerveza, velas rojas y blancas e instrumentos musicales. En al menos dos oportunidades el sitio fue atacado por desconocidos, pero el misticismo continúa intacto.

 

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