Un nuevo despertar entre libros en Estambul

Huyendo de Estado Islámico, una pareja emigró a Estambul y abrió la primera librería siria. Así mantienen viva su llama.

Estambul es una metrópolis que rebosa de cultura, y las veladas de conciertos en la librería "Pages" son algo especial. A pesar de que viven alrededor de 400 mil sirios en Turquía, su huella cultural es relativamente pequeña. Foto: Cedoc Perfil / dpa [ Ver fotogalería ]

Ficha

Por Inga Dreyer ( Deutsche Presse Agentur)

El artista sirio Samir al-Kadri ha perdido prácticamente todo en la guerra civil de Siria; sin embargo, lucha contra esa imagen de sufrimiento y terror construyendo de la nada su librería «Pages». Como un suspiro suena la voz de la cantante de pelo oscuro que se arrodilla con los ojos cerrados sobre el suelo. Su voz se une a la improvisación de otros músicos sirios, turcos y españoles, que con guitarra, clarinete y saxofón tocan melodías melancólicas de diferentes culturas.

Estambul es una metrópolis que rebosa de cultura, y las veladas de conciertos en la librería «Pages» son algo especial. A pesar de que viven alrededor de 400 mil sirios en Turquía, su huella cultural es relativamente pequeña. Samir al-Kadri quiere cambiar eso, y este refugiado de Damasco, pintor, ilustrador y editor, abrió la primera librería siria de la ciudad. A través de conciertos, lecturas y talleres pretende mostrar lo que significa la cultura siria más allá de la guerra y el terror.

«En un primer momento muchas personas asociaban este país que vive una guerra civil al autoproclamado Estado Islámico», dice Al-Kadri. El pretende demostrar que la cultura siria vive a pesar de la guerra. Cuando Al-Kadri llegó a Estambul en 2013, sólo tenía US$ 3.800. En realidad, él y su mujer, Gulnar Hajo –ilustradora y autora de libros infantiles, muy reconocida en el mundo árabe–, únicamente querían visitar la Feria del Libro de Abu Dhabi. Pero en ese momento el régimen sirio registró su editorial de libros infantiles en Damasco y hubo bombardeos que destruyeron la editorial.

Lo he perdido todo”, agrega. Un pariente sacó a sus dos hijas de Siria y las llevó a Jordania, donde la familia vivió un año gracias a la venta de libros. Después se trasladaron a Estambul. “Es una ciudad preciosa, pero los primeros momentos fueron muy duros: un país nuevo con un idioma nuevo y sin dinero”. Hasta que una editorial turca empezó a encargarles ilustraciones a él y a su esposa. Eso les permitió volver a editar libros y reunir dinero para abrir la librería «Pages». Ahora, en la angosta planta baja de la casa verde de madera se amontonan libros en árabe, turco e inglés.

 

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