36 HORAS EN OAHU
«Lost» en Hawai
Montaña y mar, los dos ejes que vertebran la vida de los hawaianos. Al norte de Honolulu, en la isla de Oahu, se revela ese temperamento agreste del Pacífico sur.
Al norte de la isla más poblada del archipiélago se filmó la famosa serie de tevé. Lejos de la clásica Honolulu, varios paraísos por explorar. Fotos: The New York Times / Diario PERFIL [ Ver fotogalería ]
Por Bonnie Tsui (The New York Times / Travel)
Todos los días, una multitud de visitantes llega a Honolulu, lista para irse directamente a Waikiki y otros lugares icónicos de los alrededores de la capital de Hawai: a sitios como Diamond Head, Chinatown, Pearl Harbor y preciosas playas urbanas como Kapiolani y Ala Moana. Muchos no se alejan de la densamente poblada costa sur de Oahu (y efectivamente vale la pena visitar Honolulu por Kamaka Ukelele, la venerable fábrica de ukeleles que en 2016 cumple cumple años), pero se están perdiendo el ritmo relajado que impera en el resto de la isla. Hacia el norte, el tráfico frenético de la hora pico cede paso a viejas camionetas pick-up que circulan lentamente, con conductores que hacen la seña shaka con el meñique y el pulgar mientras se toman el tiempo de ver a los surfistas deslizarse sobre olas de nueve metros en la bahía de Waimea, aproximadamente a una hora al norte de Honolulu. Al norte y al este de Oahu encontrará una embriagadora mezcla de belleza natural agreste –gloriosa ya sea que mire a mauka, hacia las montañas, o a makai, hacia el mar– y un profundo y rico legado cultural, esas cosas que le salen tan bien a Hawai.
Día 1. Culturas originarias
Las construcciones de madera de la época de las plantaciones de Haleiwa, coronadas con techos de aluminio corrugado y pintadas en colores brillantes, son la arquitectura característica. Saliendo del pueblo, deténgase en las tranquilas aguas turquesa el Parque de Playa de Haleiwa. El museo y parque temático del Centro Cultural Polinesio ofrece artesanías y exhibiciones (entrada desde US$ 59,95). Y de noche, una vívida y vigorosa producción resalta la música y la danza de las culturas del Pacífico Sur.
Día 2. Olas y estrellas
La Escuela de Surf Hans Hedemann (en Turtle Bay Resort) da clases desde hace veinte años y sus instructores conocen los lugares de la Costa Norte para cada condición, desde la resguardada Bahía Kawela para un día con marejada hasta puntos más expuestos. Vaya a ver cómo manejan las olas los profesionales en la Playa Sunset, Banzai Pipeline y la bahía de Waimea, sedes de algunas de las competiciones internacionales de surf más famosas, como Quicksilver en memoria de Eddie Aikau.
Durante más de siete siglos, el empinado terreno de selva tropical del Valle de Waimea fue el cuartel general espiritual de los kahuna nui, o sumos sacerdotes, hawaianos nativos. Actualmente, sus casi 759 hectáreas incluyen jardines botánicos, cascadas, senderos de excursionismo y algunos de los sitios arqueológicos hawaianos nativos más sagrados: templos, cuevas sepulcrales, santuarios de pesca.
Es posible hacer caminatas para todo nivel, desde un relajante paseo de ida y vuelta de 2,4 kilómetros por el jardín botánico y la catarata (¡lleve su traje de baño!) hasta una escalada de 11 kilómetros rumbo a empinados riscos y vistas del océano (entrada US$ 16). La entrada incluye hula, música y demostraciones de artesanías. Para vistas del atardecer y del mar, camine hacia Point, el bar que mira a la Bahía Tortuga. En la noche hay música en vivo, surfistas, tortugas y gente practicando stand up paddle .
Día 3. Ruta panorámica
Déjese llevar por la costa a barlovento entre verdes valles y pequeñas localidades hasta Kailua. Diríjase a la Playa Lanikai, tranquilo trecho de arena blanca que es uno de los lugares más hermosos en este lado de Oahu. Justo arriba de la playa, suba al Fortín Lanikai, sobre la Senda de la Cordillera Kaiwa. Favorita entre los residentes, es una escalada de entre 20 y 30 minutos que lleva al primero de dos viejos búnkeres militares y a vistas impactantes a barlovento de Oahu y las islas de ultramar. El sendero puede estar pedregoso y enlodado, pero los serenos panoramas desde la cima bien valen el esfuerzo.