Fotos | Un asombroso viaje a la selva tropical de Panamá

Cada vez más edificios brillan con un nuevo esplendor en Ciudad de Panamá. Hoteles de lujo, bares, elegantes restaurantes y tiendas de recuerdos contrastan con la vida tradicional de los emberá, en plena selva panameña.

Fabio es uno de los guías que, solo vestido con un taparrabos, lleva a turistas en una pesada canoa al asentamiento de los emberá en el parque nacional. Fotos: dpa [ Ver fotogalería ]

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Los habitantes de Ciudad de Panamá no quieren oír hablar de Henry Morgan. El famoso pirata, cuyo retrato sigue adornando hasta el día de hoy no pocas botellas de ron, iba dar su mayor golpe en Panamá en 1671. Con otros 1.800 piratas, Morgan navegó desde la desembocadura del río Chagres, en el Caribe, hacia Ciudad de Panamá, en el Pacífico, para quitarles a los españoles el oro y la plata que estos les habían robado a los pueblos de América del Sur. Sin embargo, el plan no salió bien. Los españoles se enteraron de las intenciones de Morgan y pusieron a salvo una gran parte de sus tesoros. Como venganza, los secuaces de Morgan saquearon e incendiaron Ciudad de Panamá, que en aquella época era la metrópoli más grande y más rica de los españoles en las Américas. Actualmente, un viaje por Panamá comienza justamente aquí, en la ciudad, y a través del famoso canal se adentra en la selva.

Actualmente, cada vez más edificios respetables brillan con un nuevo esplendor. Hoteles de lujo, bares, elegantes restaurantes y tiendas de souvenirs están desplazando a los viejos edificios en ruinas. Desde la muralla transitable en el casco viejo se tiene una impresionante vista del skyline de la ciudad nueva. Sin embargo, Escobar desvía la atención hacia la dirección contraria, donde el Puente de las Américas marca el acceso al Canal de Panamá.

“Solo en el agua se puede tener una auténtica impresión del canal”, afirma el guía que lleva a los turistas en minibús a Miraflores para que observenlos buques gigantes durante su paso por una de las esclusas. En uno de los numerosos barcos turísticos salimos de Gamboa a la vía acuática altamente frecuentada hasta el lago Gatún. Estamos maravillados. Por un lado, los buques portacontenedores no encajan bien con la imagen de una selva húmeda natural. Por el otro, los monos aulladores, las tortugas, los cocodrilos, las iguanas y los monos capuchinos no parecen prestar atención a los colosos de acero que pasan por el canal. En pequeñas islas y en las orillas del canal pululan los pájaros. Las mariposas y las libélulas compiten entre ellos por los colores más bonitos.

En el lado este del canal, los parques nacionales Soberanía, Chagres y Camino de Cruces protegen la flora y la fauna. Actualmente, el 29 por ciento del territorio panameño está declarado reserva natural. Los científicos contabilizaron en ese territorio 954 especies de aves, 220 de mamíferos y 354 de reptiles y anfibios. La importancia que Panamá otorga a la protección de la naturaleza tuvo un efecto positivo sobre el turismo. Tan solo en 2015, el número de turistas que visitaron Panamá aumentó en un 22 por ciento, hasta 2,13 millones.

A diferencia de los alrededor de 2.000 millones de dólares que Panamá ingresa anualmente por el tránsito de barcos por el canal, una parte de los ingresos derivados del turismo beneficia directamente a la gente común y corriente y también a los indígenas emberá. Esta etnia se vio obligada a cambiar su estilo de vida después de que el Gobierno panameño declarara la tierra donde vivía parte del parque nacional Chagres. A los indígenas se les prohibió la caza y la agricultura a gran escala. Ahora, su principal fuente de ingresos son los turistas extranjeros.

En el parque nacional un comité de bienvenida emberá recibe a los turistas. Mujeres vestidas con faldas multicolores y cadenas de perlas saludan a los visitantes con canciones y los acompañan hacia los palafitos hechos de troncos de árboles y cubiertos de follaje. En algún momento, también a los turistas los invitan a participar en la ceremonia folclórica. El ambiente rápidamente se distiende.

Algunos de los jóvenes emberá sorprenden con sus conocimientos del inglés y nos hablan de su vida cotidiana. Algunos viven temporalmente en la ciudad mientras que otros prefieren permanecer en el asentamiento. Gracias a los ingresos que obtienen del turismo pueden vivir sin apuros. Paneles solares en la selva húmeda aseguran unas comodidades a las que tampoco quieren renunciar los emberá: luz, cocinas y televisión.

Sin embargo, a pesar de estos adelantos, los emberá han preservado una gran parte de sus tradiciones. Con hojas de palma tejen canastas y bandejas, hacen tallas de cocobolo y capturan con lanzas peces tilapia que sirven recién cocidos a los turistas con plátanos machos en hojas de palma. En el año 1513, los antepasados de los emberá guiaron al descubridor Vasco Núñez de Balboa y su equipo como primeros europeos por el istmo de Panamá, que separa la costa caribeña de la pacífica. Sin embargo, esos tiempos bélicos son cosa del pasado. Hoy, los indígenas pueden aportar una valiosa contribución a un turismo sostenible en Panamá si el turista los incluye en sus planes.

 

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