VIAJEROS

Trabajar para viajar: la generación hedonista y los efectos de lo efímero

Recorrer el mundo y conocer nuevos lugares es el nuevo leitmotiv de los jóvenes, cuando hasta hace unos años el éxito se medía por las posesiones materiales.

Yamila y Eric son novios. Ella es fotógrafa y él diseñador. Juntos tienen una productora en Capital Federal y antes de casarse y tener hijos, que es lo que planean hacer pronto, esta pareja de treintañeros decidió planear un viaje para recorrer toda la Ruta 40, desde Ushuaia hasta La Quiaca. [ Ver fotogalería ]

Ficha

Ideal para:

Por Cristian Riccomagno (*) 

 

En su vida nada es duradero. Todo es al instante. Ya no trabajan para ser profesionales y vivir de sus estudios. Tampoco para ahorrar y así poder comprar sus propias casas o autos. Mientras que las generaciones anteriores medían el éxito por la consecución de bienes, gran parte de los jóvenes de hoy prefieren viajar y acumular experiencias.

Quienes integran la generación yasistica, donde todo ocurre ya, ahora, al instante, con inmediatez absoluta, son seres gánicos; responden a ganas. No existe el concepto de prever las acciones o los hechos. Ven la vida como duración potencial”, asegura la Licenciada en Filosofía, Josefina Semillán Dartiguelongue, especializada en Antropología Filosófica y Filosofía Social.

Sol Jesús es un ejemplo de esas personas que se ven atravesadas por lo que Dartiguelongue define como el “relativismo empirista e instantaneista”.

Es difícil definir planes. Comprendí que la felicidad está en vivir el día, entonces la respuesta que tome hoy por ahí mañana cambie. Vivo el presente. O por lo menos eso es lo que intento”, dice esta profesora de educación física que este verano planea trabajar durante la temporada en la costa y ahorrar para emprender otro viaje. “Viajar causa adicción. Lo juro. Mi última visita al país fue hace siete meses. Vuelvo porque yo decido volver. Lo tomo como un estilo de vida y no como vacaciones. Para mi nada es seguro, eso es lo lindo de la vida, el no saber qué va a pasar. El futuro no lo pienso. Todo puede acontecer, hoy digo que quiero ir a México y por ahí mañana me estoy yendo a Europa ¿Si no es ahora, cuando?”.

Esta falta de necesidad de saber que al volver de un viaje tienen trabajo, y por ende un ingreso fijo y posibilidad de crecimiento asegurada, se da por un cambio de época donde se mezcla todo”, explica Dartiguelongue.

A pesar de que el 2016 fue duro por la separación de sus padres, después de estar unos meses en Argentina, Juano Ortíz de Murúa, cumplió con su hermano una promesa que se habían hecho hacía mucho tiempo: ir de España a Holanda en bicicleta.

Cuando llegó a Barcelona al terminar ese viaje, “un lugar donde la vida es bastante barata” dice, Juano (que recuerda que desde muy chico le gusta dar vueltas por el mundo) solo tenía 100 euros. “Aquí comencé mi nueva vida desde cero. Ya llevo dos meses trabajando y compartiendo departamento”, comenta.

Sin embargo, sus millas de viajero frecuente no comenzaron a acumularse desde hace poco. “Mientras estudiaba gastronomía en Buenos Aires ahorré dos años para poder irme de viaje. Me costó mucho dejar mi vida normal, familia, amigos, barrio, pero se presentó la oportunidad y viaje a Euskadi (País Vasco), a la casa de unos familiares que me daban alojamiento y trabajo”, cuenta.

Después de eso, Juano, que según su experiencia en el viejo continente asegura que “con trabajar por quince días se puede viajar por un mes”, siguió recorriendo el mundo. Francia, Bélgica, Holanda, Italia, distintas partes de España, “todos viajes bien al estilo mochilero”.

En el 2015 crucé a África. Me fui a Marruecos de vacaciones y por medio de mis primos (creadores de la ONG Caminos Solidarios) pasé por Gambia“. Ese fue el destino que asegura le cambió la vida. “Me cruzaba constantemente con gente que vive en un país tan chico, sin nada material, con poca educación, y a pesar de eso se la pasa todo el día sonriendo. Vi un montón de cosas lindas pero también situaciones feas y eso me hizo crecer mucho”, cuenta.

Yamila y Eric son novios. Ella es fotógrafa y él diseñador. Juntos tienen una productora en Capital Federal y antes de casarse y tener hijos, que es lo que planean hacer pronto, esta pareja de treintañeros decidió planear un viaje para recorrer toda la Ruta 40, desde Ushuaia hasta La Quiaca.

Sponsoreados por una marca llamada «turista local», a diferencia de los casos anteriores (que es lo que ocurre en general), ellos se tomaron un tiempo más para organizar la travesía que empezaron el 18 del mes pasado y prevenir inconvenientes.

Primero fueron en avión a Ushuaia. Allí trabajaron para una agencia de turismo y luego se fueron a El Calafate, Santa Cruz, desde donde charlaron con PERFIL.COM. Trabajamos de lo que sea. Salimos con pocos ahorros y además es obvio que para poder hacer todo lo que queremos con este viaje si o si tenes que ir arreglando con algún laburo”, dice Yamila. “Ahora estamos en una estancia que se dedica al turismo. Hacemos de todo un poco, atendemos la cocina, a los turistas, arreglamos cuestiones administrativas de la hostería, etc.”

Salimos bien preparados. Aunque desde que empezó el viaje dormimos en una casa para el personal y antes estábamos en un buen departamento, decidimos traer bolsas de dormir, una carpa y cosas de acampe por si tenemos que hacer noche en la ruta. Eso nos ayuda a bajar mucho los costos para poder seguir subiendo lo más lejos posible, por eso también hacemos dedo y evitamos el transporte”, explica Eric. “Es la primera vez que nos animamos a hacer este tipo de experiencia. Lo más cercano a esto fue cuando me mandaron por labu​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​ro un mes a las Filipinas, pero no era lo mismo”, recuerda.

A diferencia de la mayoría de esta clase de aventureros los dos aprovechan las facilidades de la tecnología y, si bien en distintas zonas saben que les va a ser muy dificil, siguen atendiendo a los clientes de su productora.

Entre tantas anécdotas y viajes hay una cosa que todos resaltan: la ayuda de la gente. “Todos tratan de darte una mano. De ayudarte con laburo, alojamiento, otros te prestan el patio de la casa para que acampes. Hay muy buena onda, muy buena predisposición. Tratan de facilitar el viaje”, subraya Yamila.

Pérdida de responsabilidad. Quienes no comparten este estilo de vida del “piletazo constante”, aseguran que hay una notable pérdida de responsabilidad entre los trabajadores más jóvenes. Quienes lo comparten, o no lo hacen pero lo entienden, dicen que hay un cambio de prioridades (algo que resulta llamativo ya que estas refieren a la anterioridad de una cosa respecto de otra y se rigen por la urgencia: todo es hoy y ahora, el resto puede esperar).

La verdad es que hay una pérdida de responsabilidad porque antes de prever qué hacer lo hacen sin medir las consecuencias. Incluso se animan a viajar dejando familiares gravemente enfermos para quienes su presencia, ante una situación angustiante como es una enfermedad terminal por ejemplo, es estimulante e importante», sostiene Dartiguelongue.

Generaciones. Decir que quienes llevan este estilo de vida se ubican en un rango etario claramente definido que va de los 20 a los 30 años, porque además de amplio resulta escurridizo, es complicado.

Algunos mayores que quedan afuera de esa franja también viven el minuto a minuto como la generación yasista. Pero también es difícil, además de injusto, generalizar estas conductas con todos aquellos que integran la generación de los millennials (esos que nacieron entre 1981 y 1995), aunque sea un grupo importante de personas el que siga este ritmo.

Es una especie de inmadurez no querida. Son personas poco éticas, que no tienen visión de futuro, ya que en su vida todo es relativo producto del escepticismo. No piensan en generar acciones que los conviertan en ejemplos a seguir por las generaciones futuras”, explica la filósofa.

 

(*) De la redacción de PERFIL.COM

 

20 Comentarios en “Trabajar para viajar: la generación hedonista y los efectos de lo efímero

  1. Alfonso | 31/01/2017 | 19:19

    Difiero de la filósofa. Viajar genera vínculos ,acerca a las personas, fomenta encuentro entre culturas. Me parece más egoísta traer gente al mundo por una imposición social o religiosa o seguir un estilo de vida que se ajuste a patrones externos que derive en infelicidad para uno mismo y los otros. Los viajeros son justamente los que pueden reconstruir una sociedad cansada y sin vida, sin ideas ni objetivos.

  2. Esme | 31/01/2017 | 19:19

    El hombre en sus comienzos era errante, ¿será que están volviendo a serlo? ¿Es cíclica la historia? ¿Tal vez pendular?…

  3. Otro yo | 01/02/2017 | 2:47

    La verdad que si. Somos todos una manga de pelotudos. Mi generación tiene pelotudos para hacer dulce. Para el que critica la nota, no es necesariamente el hecho de andar persiguiendo cosas o no lo que se critica, sino el «cuerpeo» o la evasión de las responsabilidades. Estos boludos literalmente construyen en la arena. Se juntan, pero hoy están y mañana no. No generan (no generamos) un proyecto de vida, ni nada duradero.
    Hagan de cuenta que son barriletes estos muchachos. Vuelan, vuelan y siguen volando. El tema es que las casas, las familias y los hogares se construyen en la tierra, no en el aire. Pero aunque no lo crean, están exactamente como nos quieren que estemos. Son el producto de la sociedad globalizada, sin raíces y con las culturas autóctonas de cada país cada vez más amenazadas. Son los borregos perfectos de esta era, como nuestros padres y abuelos (en este caso se aprovecharon de las necesidades de ellos, más naturales que las nuestras). Pero estos muchachos van de lado a lado, uno trabaja hoy en un lado, al año siguiente en otro y así. Digan lo que digan, andar de nómada NO es lo mejor del mundo, simplemente por que no se puede construir nada serio ni importante, y mucho menos en esta época. Lo importante es tener un hogar y ser capaz de formar uno, lo demás es todo sarasa.
    Lo que no se dan cuenta es que viven literalmente a la buena de Dios, y del sistema. Dependiendo excesivamente de los demás y muy poco de si mismos. Les pasa algo malo y quedan con el culo pal sol, y un montón de deudas, (por ejemplo).
    El tema también es que, aprovechando las necesidades básicas del ser humano, y de sus debilidades, y además del manejo de todo que tiene un cierto grupo muy especifico de gente (que sale en el Mercader de Venecia) a la gente la explotan imponiendole cosas. Ayer eran los dos autos, hoy son las «experiencias». Siempre saben que botones apretar (y también saben poner el botoncito, si no está).

    TD;DR : Pibes con relaciones efímeras.
    Andan trotando por el mundo.
    Sin proyecto de vida duradero.
    Viven en el presente, no piensan en el futuro.
    Son nómadas globalizados sin raíces.
    Viven a la buena de Dios y del sistema.
    Si se les corta el chorro quedan culo pal sol.
    Están donde los quieren que estén, persiguiendo espejismos.
    Manejados por la gente de la nariz grandota (el grupo étnico ese que se queja cuando los critican por cualquier cosita, ver caso Muscari). SI, ESE.
    Todos estamos manejados por ese grupo. El mundo entero. Al buen entendedor, pocas palabras.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

5 × 1 =