Tras las huellas del Agente 007 en Londres

James Bond logró echar raíces en Londres. Vive en Notting Hill y conspira en Covent Garden.

Ficha

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Por Christoph Driessen (*)

También un agente secreto como James Bond tiene que descansar al regresar a casa como cualquier otro funcionario británico que está al servicio de Su Majestad. Sin embargo, este lado del famoso agente 007 no aparece mucho en la pantalla. Hasta el momento, sólo se ha podido ver en tres ocasiones su vivienda particular en las 24 películas de James Bond, la última vez en la más reciente, Spectre, de 2015. Desde que se mostró por primera vez la vivienda de James Bond, también conocemos la dirección exacta: Stanley Gardens 1, primera planta, en Notting Hill. Un edificio viejo, de color claro y elegante, con salientes, columnas y rejas de hierro fundido en el balcón. Uno está allí y casi siente la presencia de James Bond en el salón, aunque no hay mucho que ver: es un piso de soltero de estilo austero.

El verdadero hogar de Bond es su lugar de trabajo, la sede del servicio secreto exterior M16. Después de que en la penúltima película ya hubiera perdido a su madre sustituta, la jefa del servicio secreto M, el malvado Ernst Stavro Blofeld hizo volar por los aires en la última película la sede completa del servicio de inteligencia. Desde entonces, James está sin hogar. Sin embargo, una visita al alto puente Vauxhall Bridge, sobre el río Támesis, permite constatar que todo eso no fue más que un mal sueño: ahí está la sede central del M16, intacta y resplandeciente. Pero como en el mundo de James Bond ya no existe, hay que esperar a ver dónde encuentra su nuevo lugar de trabajo.

En la película Spectre, James Bond, encarnado por Daniel Craig, se retira con sus compañeros a un búnker subterráneo al que se accede en barco a través de un túnel. En realidad, la oscura entrada a éste no está situada junto al Támesis sino mucho más lejos, en el norte de Londres, en el barrio de Camden Lock, un lugar turístico con muchas tiendas bonitas. Más tarde, M, Q y Miss Moneypenny se reúnen conspirativamente en un restaurante, y no en cualquiera: es el más antiguo de la ciudad, en Maiden Lane 34-35, en el barrio de Covent Garden. Fundado en 1798 por Thomas Rule, ofrece desde entonces platos típicamente británicos como pasteles de carne, budines y pollo escocés.

En el extremo sur del puente Westminster Bridge se encuentra en un zócalo la puerta a través de la cual Pierce Brosnan llega a una escalera que baja de forma empinada, en Muere otro día. La escalera lo lleva directamente a la estación de metro abandonada Va uxhall Cross, donde Q fabrica sus armas, coches y máquinas voladoras. La misteriosa puerta existe efectivamente pero está cerrada y detrás de ella no hay ninguna escalera ni mucho menos una estación de metro abandonada, sino sólo un cuarto con utensilios de limpieza.

Londres es una ciudad que tiene muchas caras, y los cineastas se aprovechan de ello: en las películas de James Bond, Londres no sólo ha representado a Londres sino también a Hamburgo, Shanghai o La Habana. En Goldeneye (1995), el amplio patio interno de la Somerset House, un gran edificio palaciego, se convierte en San Petersburgo. Un par de banderas rusas, un par de antiguos coches de Europa del Este y una estatua de Lenin bastaban para crear una ilusión perfecta. Para una escena de Goldeneye con la chica Bond Izabella Scorupco en una iglesia ortodoxa rusa, el equipo de rodaje tampoco tuvo que planear una estancia cara en el exterior.

El templo que aparece en la película es la catedral grecoortodoxa de Santa Sofía, en la calle Moscow Road, en el barrio de Bayswater, cerca de Kensington Gardens. Unicamente está abierta los fines de semana para servicios religiosos. Una de las escenas más graciosas de la película Skyfall se desarrolla en la National Gallery. Después de una prueba de fitness suspendida, el frustrado agente 007 está sentado junto con Q delante del famoso cuadro El Temerario, de William Turner. La pintura representa el destino final del velero de guerra HMS Temeraire, remolcado por un barco de vapor hacia el lugar de su desguace. Simboliza la transición hacia la era industrial. Q alude a la situación de Bond cuando dice: “Siempre me hace sentir un poco melancólico: un viejo buque de guerra orgulloso es remolcado de forma vergonzosa hacia el desguace. El paso inexorable del tiempo, ¿no es así? ¿Qué ves?” Y Bond contesta: “Un barco y otro barco”. La entrada a la National Gallery es gratuita y El Temerario puede apreciarse detenidamente desde un barco de la sala 34.

(*) Deutsche Presse Agentur. Publicado por Diario PERFIL

 

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