AL NATURAL
Los jardines reales de Kew, paraíso de la botánica a 15 kms de Londres
Los ingleses siempre sintieron una gran pasión por la botánica y ese gusto se refleja en los innumerables jardines, parques y bosques que se encuentran a lo largo de todo ese país.
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Los ingleses siempre sintieron una gran pasión por la botánica y ese gusto se refleja en los innumerables jardines, parques y bosques que se encuentran a lo largo de todo ese país. Uno de ellos es el Jardín Botánico Real de Kew, que les ofrece a los visitantes desde un simple rato de esparcimiento en sus 121 hectáreas de parques y bosques, hasta información científica de primer nivel.
En la actualidad, los jardines ocupan más de 300 acres y cuentan con colecciones botánicas (de plantas vivas, de plantas protegidas y de documentos) que han ido creciendo y ampliándose durante más de dos siglos y medio. Allí, por ejemplo, se conserva la mayor colección del mundo de ejemplares vivos de plantas superiores, es decir, las que producen flores. Se calcula que en Kew existe una de cada ocho especies clasificadas en el planeta.
Kew contaba con un jardín desde el siglo XVII pero los Reales Jardines Botánicos no fueron inaugurados oficialmente hasta 1759. Desde entonces, los jardines han contribuido enormemente al estudio de la biodiversidad y la botánica económica.
Una visita a los Jardines de Kew requiere de al menos varias horas mientras los grandes aficionados a los jardines necesitan varios días. Hay más de 60 guías voluntarios, con lo que no te costará nada poder descubrir hasta el último rincón. Las visitas guiadas son de un máximo de 15 personas por cada grupo, y te dan plaza por orden de llegada.
Declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, los Jardines albergan una colección de plantas que ofrece la mayor diversidad de flora del mundo. “Estos jardines constituyen de por sí un verdadero paisaje histórico, cuyos elementos son ilustrativos de las distintas etapas por las que ha pasado el arte paisajístico entre los siglos XVIII y XX”, dice la Unesco.
“Las colecciones botánicas de Kew, integradas por documentos y plantas conservadas o vivas, se han ido enriqueciendo considerablemente con el correr de los siglos. Desde que se crearon en 1759, estos jardines han prestado una contribución continua e importante al estudio de la diversidad de las plantas, así como a sus aplicaciones económicas” (Unesco).
Existen 26 jardines en Kew, desde el Jardín Acuático al Jardín de Invierno, cada uno con más de 100 especies de plantas. Los jardines también cuentan con 6 impresionantes invernaderos, cada uno de ellos dedicado a distintos tipos de plantas de todo el mundo.
En los jardines, bosques y lagos de Kew crecen las plantas propias del clima británico. Las especies de climas aún más rigurosos, al igual que las especies tropicales y subtropicales, se conservan en los diversos invernaderos. La pieza central de los jardines es la Casa de las Palmeras, construida entre 1844 y 1848, que atesora plantas tropicales, palmeras, cocoteros, bananeros y mangos.
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Cerca de la Casa de la Palmera se encuentra la Casa de Nenúfares, construida en 1852 y uno de los clásicos arquitectónicos de Kew, donde se custodian gigantescos nenúfares de la selva tropical brasileña. Las hojas que flotan sobre la superficie del agua tienen un diámetro de hasta dos metros y son tan estables que se podría colocar en ellas a un bebé.
La Casa de la Temperatura es el invernadero ornamental más grande del mundo y en su interior vive una colección de plantas subtropicales, como la jojoba y la planta de interior más grande del mundo: la palmera de vino de Chile.
En la Casa Alpina se reúnen plantas de las regiones árticas, la Patagonia y las altas montañas del mundo, incluidos los páramos de Colombia y en el Conservatorio de la Princesa de Gales se recrean siete climas diferentes de los trópicos, que van desde la humedad extrema de las selvas hasta el clima seco de los desiertos.
El Palacio Real de Kew es el edificio más antiguo de los Reales Jardines Botánicos y fue construido en el siglo XVII. Augusta, viuda del príncipe Federico de Gales y heredera de una de las propiedades que conforman el actual terreno, fundó en 1759 un jardín botánico con el apoyo de su jardinero, William Aiton, y del botánico Lord Bute.
Su hijo, el rey Jorge III, era un apasionado por la botánica. Al heredar en 1772, le encomendó el manejo del jardín al botánico sir Joseph Banks. El palacio real sirvió como refugio del rey Jorge y su esposa, la reina Carlota, y en el palacio todavía se encuentran algunos objetos reales, como el chaleco que el rey Jorge llevó durante sus últimos años de vida y la silla en la que falleció su amada reina Carlota.
En 1820, tras la muerte de Jorge III, Kew entró en una etapa de decadencia que terminó dos décadas después, cuando el Parlamento lo nacionalizó y la familia real donó otras áreas adyacentes para ampliar sus terrenos. El primer director de esta nueva etapa fue sir William Hooker, fundador del herbario y la biblioteca. Nuevas adiciones al terreno le dieron, en 1904, su tamaño actual de 121 hectáreas.
Además de brindar la más variada información sobre botánica a jardineros, investigadores y científicos, también es un muy buen lugar de recreación y de visita. En 2014, más de un millón y medio de personas visitaron sus jardines, herbarios, biblioteca, invernaderos y áreas de recreación al aire libre.
La biblioteca de Mycology y Jodrell fueron combinadas con la biblioteca de Kew en estos últimos tiempos, lo cual convierte a ésta instalación en una de las más grandes del mundo, ofreciendo periódicos, libros, manuscritos, fotografías, ilustraciones y todo tipo de información relacionada con la botánica.
El herbario tiene una colección de más de 6 millones de ejemplares de vegetales y hongos y su biblioteca también es una de las más completas del mundo, con más de 120.000 volúmenes. Una de las instituciones más antiguas de Kew es la colección de 72.000 plantas útiles que se conservan en el Centro de Botánica Económica, dedicado a la memoria de sir Joseph Banks, el científico que le dio renombre mundial al jardín botánico en tiempos del rey Jorge III.
Otra de las atracciones que ofrece Kew es su Pagoda. William Chambers fue el elegido para construirla en el año 1762, siguiendo el estilo chino. La edificación cuenta con diferentes cuentos octagonales cada uno de ellos cuenta con 15 metros de diámetro, fusionándose así en 50 metros exactos desde la base a la parte superior.
Desde 2009, los jardines también tienen una pasarela que ofrece un paseo entre las copas de los árboles. Se accede a ella por una torre de escaleras y tiene capacidad para 3.000 visitantes diarios. A lo largo de sus 200 metros de longitud, que se elevan a 18 metros de altura, hay 10 plataformas circulares sostenidas por los pilares de acero que conectan todo el trayecto.
Cada plataforma, un pequeño espacio de descanso y centro de interpretación al mismo tiempo, permite contemplar y entender el parque. Justo en el centro, la mayor de ellas da cabida a 35 personas y cuenta con un banco para descansar un rato desde donde se domina la victoriana Casa de la Temperatura, el gran invernadero de cristal y hierrodiseñado por Decimus Burton en 1898.
Otro de los rincones más interesantes es la David Alpine House, que se construyó en 1887 y es un edificio de cristal que mide solo 10 metros de altura y 16 de largo. Se construyó para que el aire natural fluyera mucho mejor, lo que ayuda a que se ventilen mejor las plantas. Por último, el Chokushi-Mon, que se construyó para la Expo de Japón y Gran Bretaña en 1910, es una réplica a escala de la “Karamon” (Puerta China) del Templo Nishi Hongan-ji, de Kyoto, y está rodeado de una espectacular reconstrucción de un tradicional jardín japonés.