SAN DIEGO

Rumbo al sur californiano, tierra de absoluto relax

Con sol y deportes acuáticos todo el año, barrios latinos y pasión por las cervezas artesanales, la ciudad más austral del estado es buen plan de vacaciones con bajo estrés.

Por Nell McShaNe Wulfhart (*)

 

Aprovechar el sol permanente de San Diego disfrutando al aire libre en el Parque Balboa es lo primero para hacer en esta ciudad costera californiana. Durante los fines de semana, estas 486 hectáreas muy cuidadas están repletas de gente que juega a las bochas, visita los 17 museos del lugar y camina por las sendas que entrecruzan el parque cubierto de flores. Recorra el Edificio Botánico (gratis), una estructura centenaria de madera que tiene más de 2 mil plantas.

El Barrio Italiano florece con nuevos restaurantes que brotan a un ritmo aparentemente semanal. La nueva incorporación más genial es The Crack Shack, con mesas de picnic al aire libre, una cancha de bochas y una base de clientes que parece incluir a todos los residentes de San Diego menores de 35 años. La cena para dos cuesta alrededor de US$ 35.

Podría pasar semanas probando las ofertas de las cervecerías de San Diego (120 y en aumento), o simplemente puede ir a The Brew Project. Este pequeño bar de Hillcrest, inaugurado a fines de 2015, es un atajo para conocer lo que se está convirtiendo rápidamente en el mejor paisaje de cervezas artesanales del país. Con cerveza de barril sólo de cervecerías locales, The Brew Project cambia las propuestas diariamente.

 

La muestra de cervezas (US$ 15) está ingeniosamente diseñada: elija entre las cervezas del menú, escriba su elección en un portavasos que tiene espacio para cinco opciones, y el personal las sirve en presentaciones de cuatro onzas. Las selecciones recientes incluyen una nitro stout de café y vainilla de Booze Brothers, y una kombucha fuerte de Boochraft con jengibre y rosa mosqueta.

Desde bandas como Beach House hasta Dilated People, todo el mundo tocó en The Observatory, un teatro histórico de North Park que es uno de los mejores lugares de la ciudad para la música en vivo y el stand-up. El edificio se remonta a la década de 1920 y en algún momento fue un cine. Los deportes acuáticos durante todo el año son uno de los grandes atractivos de San Diego. Si no tiene tiempo de aprender a surfear como un profesional, pruebe con el surf de remo parado. Diríjase a las tranquilas aguas de la Bahía de la Misión (es más fácil aprender aquí que en mar abierto) y alquile una tabla de surf (US$ 20 la primera hora) en Aqua Adventures. Si tiene suerte, tal vez vea un león marino.

 

Es imposible identificar los mejores tacos en una ciudad con tal exceso de alternativas, pero la temática de Lucha Libre –luchadores mexicanos con máscaras y disfraces– es muy atractiva. Los brillantes murales, asientos dorados y paredes cubiertas con homenajes a los luchadores más famosos hacen que uno se sienta como si estuviera comiendo en un cómic. Un refresco de tamarindo ayuda para vivir por completo la experiencia mexicana (para dos, US$ 25).

North Park, uno de los vecindarios más modernos de San Diego, rebosa de cafeterías, cervecerías y tiendas geniales. Pasee por la calle 30, deteniéndose para explorar las peculiares propuestas del distrito, como Coin-Op Game Room, una combinación entre una sala de juegos y bar con máquinas retro cócteles (pruebe La Migra, un coctel hecho con mezcal, ron añejado, Bénédictine y amargos de naranja). Haga una parada en Hunt & Gather para discos clásicos de vinilo, chamarras de cuero y botas vaqueras.

 

El Liberty Public Market, alguna vez fue un centro de entrenamiento naval, pero reabrió en marzo de 2016 como plaza de comidas atiborrada de puestos, incluso Stuffed!, el carro de comidas convertido en tienda de cemento y cal que sirve hamburguesas rápidas con queso y carne vacuna alimentada con pastura. Uno de los paisajes más impresionantes del área está en Ocean Beach, un vecindario costero que tiene una vibra tranquila y una inclinación moderna.

Siga hacia Sunset Cliffs Boulevard y haga el camino sobre los acantilados, que caen hacia el océano justo a tiempo para el ocaso. Normalmente, verá gente local meditando o practicando yoga; pelícanos volando en formación, y, abajo en el agua, surfistas que esperan subirse a la próxima ola. Una vez que el sol haya caído, recorra Newport Avenue, la calle principal de lo que los residentes llaman “O.B.”, que está flanqueada de cervecerías, tiendas kitsch y restaurantes que publicitan los famosos tacos de pescado de San Diego.

 

La Jolla, a 20 minutos manejando por la costa, es una hermosa comunidad pequeña con playas preciosas y un ambiente de lujo perfecto para una caminata dominical. Recorra Prospect Street, la calle principal flanqueada con tiendas y restaurantes de alto nivel, y luego desvíese hacia la playa en Seal Rock, donde encontrará decenas de focas regordetas tomando una siesta en la arena. El Mercado de Mariscos El Pescador fue un hito de La Jolla desde 1974. No se vaya sin visitar su nueva y brillante sede en la calle Pearl Street para almorzar cangrejo, ostras frescas o calamar.

 

(*) The New York Times / Travel Times

 

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