Sabores y colores de Puebla

Una ciudad de contrastes: cultura colonial y fotografía moderna, mole poblano y tacos árabes, iglesias y bares hasta el amanecer. Fotos

DULCES POBLANOS. En los siglos XVI y XVII se elaboraban en los conventos. Hay camotes, jamoncillos de nuez, piñón o pepita, muéganos, mazapanes, marinas, etc. [ Ver fotogalería ]

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Por Freda Moon (*)

Este es un gran año para Puebla. La cuarta ciudad de México está celebrando el 150º Aniversario de la Batalla del Cinco de Mayo, cuando un ejército mexicano derrotó a las tropas francesas de Napoleón III, en 1862. Para la ocasión, los fuertes de la ciudad se están renovando. Pero esta capital colonial, reconocida como una de las ciudades más seguras del país, es famosa por la comida, no por los campos de batalla. Con sus fachadas de mosaico de Talavera, la cultura de cafés de ciudad universitaria, su clima moderado y los sitios históricos, siempre vale la pena visitar Puebla un fin de semana.

Día 1, viernes

Los días de semana, el Paseo Bravo (Calle 11 Sur), una larga y angosta plaza con iglesia en un extremo y cantina en el otro, está atestado de autos, adolescentes y oficinistas que han abandonado sus escritorios. Es el mejor sitio para pasar una hora a la sombra. O, del otro lado del centro histórico, entre las esculturas y los jardines de una ex fábrica de textiles en el Parque San Francisco, donde parejas recién casadas y chicas con coloridos vestidos de quinceañeras posan para fotos.

La Galería del Palacio lleva arte contemporáneo al Palacio Municipal, incluyendo muestras incendiarias, como una exhibición que enfrentó la santidad de íconos nacionales como la Virgen de Guadalupe con Frida Kahlo. A la vuelta de la esquina, la Capilla del Arte ofrece muestras fotográficas.

Puebla es famosa por su comida regional. El plato típico, el mole poblano, tuvo su momento estelar el 2 y el 3 de mayo durante el primer Festival Internacional del Mole. Pero también están los chiles en nogada (rellenos de carne, frutas y nueces), los camotes de Santa Clara (un dulce de batata), los tacos árabes, y los picantes frijoles charros ($ 10). Si se quiere mole poblano ($ 90), está Fonda La Mexicana.

Luego de la cena, acerque una banqueta a una mesa en el exterior, debajo de jacarandaes en el Barrio del Artista. Al caer la noche, los cafés están llenos de estudiantes que vienen por la música en vivo.

Día 2, sábado

En un patio de color terracota, la Casona de la China Poblana (Calle 4 Norte 2) sirve desayunos mexicanos clásicos (desde $ 65), como chilaquiles y huevos revueltos con huitlacoche (hongo del maíz). Luego se puede ver artistas trabajar en el taller Talavera de la Reyna (Camino a la Carcana 2413), en Cholula, un pueblo vecino que en su centro tiene una pirámide prehispánica. Pase las fronteras del ambiente urbano con un viaje a Atlixco, un pueblo situado a los pies del volcán Popocatépetl, humeante y coronado de nieve.

En el Mercado de Atlixco (Avenida Independencia), mujeres paradas en cajones regalan cecina (carne seca y salada). Puede almorzar carne con tortillas ($ 3), nopales ($ 10) y queso fresco. Siéntese en una mesa comunal a escuchar el grupo de música norteña que recorre el lugar. Después se puede visitar el cerro San Miguel, una colina de Atlixco coronada con una iglesia. De regreso a Puebla, pare en la Iglesia de Santa María Tonantzintla para ver su carnavalesco interior barroco.

Sapito Pulquero (Calle 4 Sur entre Avenida 5 y 7 Oriente) es una pulquería que vende pulque, la viscosa y alcohólica savia fermentada de la planta de maguey ($ 17). En Puebla se encuentra la primera biblioteca pública del Nuevo Mundo, la Biblioteca Palafoxiana (Casa de la Cultura, Av. 5 Oriente), una organización no lucrativa en una casa del siglo XVI, que sigue la tradición con una biblioteca pública y una excelente librería.

Puebla tiene uno de los mejores bares de cerveza del país, Utopia Belgian Pub (Av. 9 Oriente 1B; Centro), con ochenta marcas embotelladas y botanas belgas. El bar y “café de arte” Breve Espacio, tambien se puede visitar en Calle 7 Norte.

Día 3. Domingo

El orfebre de Manos de la Tierra (Calle 6 Sur 4, Centro) crea joyas usando Talavera antigua y ónix (desde $ 300), y una fábrica de cigarros hace “puros” enrollados con hojas de tabaco producido en el vecino estado de Veracruz o importado de Cuba (desde $ 70). Para almorzar, el Mercado de Sabores Poblanos. Y después, el Museo Nacional de los Ferrocarriles Mexicanos, al aire libre y gratis los domingos.

 

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(*) The New York Times / Travel. Nota publicaada en el Diario PERFIL el sábado 14 de julio de 2012.

 

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