COREA DEL NORTE

Las «señoritas del tránsito» del país donde el tránsito casi no existe

Estas 300 agentes trabajan en Pyongyang, capital de un país donde el tránsito casi no existe y donde las grandes y amplias avenidas suelen verse vacías incluso en horario pico. Son un gran atractivo turístico.

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Con su uniforme ceñido y sus zapatos de tacón negros, las «señoritas del tráfico» que dirigen la circulación en los cruces de Pyongyang son un emblema de la capital norcoreana. Según la terminología oficial son «oficiales de la seguridad vial», pero se les conoce como las «señoritas del tránsito», elegidas en función de su físico. En cuanto se casan deben renunciar a su empleo y, si no lo hacen, se ven obligadas a jubilarse a los 26 años.

Estas 300 agentes trabajan en Pyongyang, capital de un país donde el tránsito casi no existe y donde las grandes y amplias avenidas suelen verse vacías incluso en horario pico. Las autoridades se afanan en dar la mejor imagen posible de la capital, pese a la pobreza reinante en este país dotado de armamento nuclear, por lo que este ejército de jóvenes fotogénicas, que encantan a los turistas, es una pieza más del engranaje.

«Representan la capital», explicó un funcionario del ministerio de la Seguridad Pública, del que depende la seguridad vial. «Por eso las elegimos en función de su apariencia y su físico». Sus homólogos masculinos (unos 400, desplegados generalmente en las rotondas) no tienen límite de edad. «Normalmente en nuestro país las mujeres se casan a los 26 o 27 años«, explica este hombre que pidió el anonimato. «El trabajo es difícil y sólo lo pueden hacer si son solteras«.

 

REINAS DE LA DISCIPLINA

 

El escuadrón femenino fue creado en los años 80, cuando había pocos coches en Pyongyang. Dio lugar a escenas surrealistas, con agentes dirigiendo enérgicamente un tráfico inexistente en avenidas desérticas. Giran la cabeza de derecha a izquierda y marcan el paso. Pertenecen a las fuerzas de seguridad, con rango de oficial. «Debo llevar a cabo cada acción con el corazón y disciplina«, contó la capitana Ri Myong-Sim, de 24 años, a la Agence France Presse.

El entrenamiento fue «muy duro», con «ensayos agotadores», contó. «Lo que me permitió aguantar y avanzar fue pensar en nuestro líder, cuyo único objetivo es todo el año la felicidad de nuestro pueblo, vernos trabajar«, cuenta muy erguida en el céntrico cruce de Changjon. «Así podía entrenarme toda la noche y seguir al día siguiente sin cansarme«. Los norcoreanos repiten el manido discurso oficial cuando hablan con los medios de comunicación extranjeros.

Cerca de allí, en un obelisco se lee: «El gran presidente Kim Il-Sung y el gran líder Kim Jong-Il siempre estarán con nosotros», en referencia al fundador de Corea del Norte y a su hijo. El número de vehículos en la capital aumentó en los últimos años coincidiendo con una cierta liberalización de la economía, lo que ha generado crecimiento pese a las sanciones impuestas al régimen en represalia por su programa nuclear.

Pyongyang no revela estadísticas y se carece de datos económicos precisos. La mayoría de las intersecciones cuentan con semáforos, pero «las señoritas» no tienen miedo de quedarse sin empleo. Las luces tricolores «facilitan el trabajo a los humanos», dice la capitana Ri. Está equipada con abrigos tupidos de algodón para el invierno y chalecos fluorescentes para el trabajo nocturno. También disponen de protector solar para evitar el bronceado.

«El gran líder les expresa su amor y afecto inagotable», dice el responsable del ministerio. «Por eso lo hacen lo mejor posible, para recompensar el gran amor del gran presidente y mariscal respetado Kim Jong-Un».

A los turistas les encanta fotografiarlas, asegura Simon Cockerell, director de Koryo Tours, agencia que organiza viajes a Corea del Norte desde hace 15 años. «Parecen desempeñar un doble papel: dirigir el tráfico e iluminar las calles de la capital». «No creo que haya un solo turista que visitara Pyongyang y no tomara una fotografía de una agente. No es exagerado decir que son emblemáticas«, agrega, aunque los visitantes a veces las reduzcan al papel de «objeto».

 

 

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