DESTINOS / FRANCIA
Córcega, un mundo diferente dentro de Francia
Un viaje de 30 kilómetros entre Corte, la antigua capital de la isla, y Casamaccioli, uno de los pueblos más altos y más aislados de la isla. Belleza natural, quesos deliciosos y festividades religiosas.
Vistas de Corte, la antigua capital de la isla. [ Ver fotogalería ]
Casi no hay lugares donde parar el coche en la angosta carretera, llena de curvas, que serpentea montaña arriba hacia Casamaccioli, en el norte de Córcega. El tramo por la Scala di Santa Regina, la «escalera de Santa Reina», no está exento de peligro. Sin embargo, la quebrada es una de las más bonitas de la isla.
Situada en la región de Niolu, una meseta en el interior de Córcega, Casamaccioli está rodeada de montañas. Unos 30 kilómetros separan Corte, la antigua capital de la isla, de este lugar. Se trata de uno de los pueblos más altos y más aislados de la isla.
Sin embargo, quien viaje allí un 8 de septiembre no está solo en el camino. La fecha del nacimiento de la Virgen María atrae a este pueblo de montaña a miles de personas, porque aquí se celebra la fiesta mariana más famosa de Córcega: A Santa di u Niolu. La Virgen María es la patrona de Córcega, que desde 1768 pertenece a Francia. Los corsos veneran a la madre de Dios sobre todo por haberles protegido de la peste, que a menudo causaba estragos en la isla.
Cuando llegamos a Casamaccioli, ya hay una intensa actividad en la plaza frente a la iglesia pintada de amarillo. Arranca la procesión. El obispo va al frente seguido de la madonna de madera y detrás varias hermandades. La procesión pasa junto a varios puestos con especialidades culinarias corsas, como el jamón Prisutu, tan blanda como la mantequilla, el Lonzu, una salchicha secada al aire hecha de la carne de cerdos semisalvajes, y el Calenzana, un queso de cabra lechoso que tiene un aroma picante.
No es posible imaginarse la cocina corsa sin el Brocciu, un queso blando fresco de leche de cabra u oveja. Los campesinos y los comerciantes en Casamaccioli lo venden en todas sus formas y variantes. Y a los corsos les gusta condimentar abundantemente.
El Macchia, tal como se llama el matorral mediterráneo eternamente verde en Córcega, cubre la mitad de la superficie de la isla y esparce por el aire el aroma de tomillo, mejorana, romero, albahaca y mirto. Dicen que Napoleón Bonaparte, el emperador de Francia y probablemente el corso más famoso, aseguraba que con los ojos vendados podía reconocer la isla tan solo por el aroma.
Los Migliacci, tortillas horneadas con queso fresco Brocciu, son una auténtica exquisitez. Y la Pietra, cerveza fresca, ligeramente dulce, hecha de castañas, es excelente para quitar la sed. Los isleños utilizan la harina de castaña como base para numerosos platos y productos. Desde hace algunos años incluso se usa para elaborar whisky.
La fiesta «A Santa di u Niolu» es un curso rápido para conocer la cultura corsa. La isla está situada a solo 180 kilómetros de la Francia continental pero muy lejos de la Madre Patria. En ningún otro lugar de Francia las tradiciones religiosas están tan vivas como aquí.
El siguiente destino es Ghisonaccia, en la costa este, llamada Costa Serena. Allí nos esperan interminables playas de arena y un vaso de Patrimonio, considerado el vino más fino de la isla. El vino se elabora principalmente con uva de la variedad Nielluccio, que no crece en la Madre Patria. Córcega es un mundo diferente.
DATA. Córcega tiene un clima mediterráneo con veranos secos, calurosos o muy calurosos. En invierno, el clima en la costa es templado y húmedo. Las montañas en el interior muchas veces siguen cubiertas de nieve hasta entrada la primavera. La mejor época para visitar Córcega son los meses de abril a octubre. Se puede llegar en avión a Bastia y allí alquilar un coche. En la isla hay muchos buenos hoteles, resorts y casas de vacaciones que satisfacen las demandas de comodidad. En las costas hay más de 100 campings con acceso directo a la playa.