GRANADA / ESPAÑA
He aquí la Alhambra
El último bastión que retuvo el imperio musulmán en España inspiró a poetas, músicos y viajeros del mundo entero. Fotogalería
La medina de Granada fue el monumento español más visitado el año pasado. Embriagadora, es modelo de arquitectura integrada al paisaje. [ Ver fotogalería ]
Por Gustavo Emilio Rosales (*)
Con la agilidad que da la urgencia de cumplir de inmediato un íntimo deseo, el viajero se escabulle del tropel de turistas y alcanza la plena visión que se brinda desde las terrazas de la Alcazaba. El horizonte –el barrio del Albaicín, las pardas colinas de olivares– carga sus oídos con los versos de poetas inspirados, como Ibn Zamrak, quienes celebraron esta hermosura.
He ahí La Alhambra: no sólo es éste el destino turístico que se encuentra a poco más de una hora desde el aeropuerto de Barajas, en Madrid, sino también la inefable perla bordó que fuera digno albergue de la cúpula de poder del Reino nazarí de Granada, último bastión de Al-Andalus, el imperio musulmán en España en la Edad Media.
Hay que volver sobre los propios pasos, decidido a buscar el Mexuar, la sala más antigua, recinto de la Ley. Caminata de ensueño y misterio: partiendo de la Cuesta de Gómerez, cruzar la Puerta de las Granadas, adentrarse a pleno sol por un bosquecillo de álamos, casi como de fantasía; y finalmente, ingresar a esta fabulosa ciudad amurallada que se extiende, majestuosa, sobre el Cerro de La Sabika.
Han pasado muchos siglos desde la construcción de estos rincones, pero el tiempo parece reversible. Los techos, constelados por motivos geométricos, delatan el inconfundible barroquismo de la arquitectura islámica. Así es posible sentirse transportado al ambiente de cuento oriental que pudo haber tenido el asombroso Patio de los Leones, cuya magnífica fuente fue símbolo de los ríos del Paraíso y emblema del Sultán.
Todo es un prodigio: no sólo la Sala de los Abencerrajes, donde estaba la alcoba del Sultán y cuya cúpula abigarrada de mocárabes multiplica una luz de magia árabe, sino también la inolvidable Sala de los Reyes, ricamente adornada por estructuras de mosaicos, madera y yesería, que enmarcan la representación pictórica de diez personajes que dialogan entre sí. La memoria apenas alcanza a capturar tantos disparos realizados desde las distintas torres de la Alcazaba, con la Sierra Nevada y las cuevas del Sacromonte como fondos.
¿Qué sentidos encierran el enorme patio circular de piedra que es el corazón del Palacio de Carlos V –construcción renacentista que hoy es sede del Museo de Bellas Artes de Granada– y el diáfano espejo de agua del Patio de los Arrayanes, uno al lado del otro?
La Alhambra transporta por las distintas épocas en que esta ciudad palaciega fue refugio de poderosos. En cada era, a las variantes arquitectónicas del arte musulmán, se fueron sumando agregados occidentales. Este encuentro de mundos alcanza logros sin par en el Jardín de Lindaraja, frente al mirador que desemboca en la corriente del Río Darro. La Alhambra es pequeña, pero siempre queda mucho por conocer en ella.
Un golpe de emoción aguarda en el Palacio de Comares, residencia oficial del Sultán; o en lugares con aire de leyenda, como el Peinador de la Reina, el Patio de la Reja o los Jardines de Daraxa. El turista sensible casi escuchará el secreto de los mitos prohibidos de La Alhambra, mientras se impregna de su legendaria piel roja al atardecer.
DATA
- La mejor ruta: aéreo ida y vuelta, Buenos Aires-Granada: 2000 US$.
- El dato: Entrada 25 US$. Por la alta demanda, hay boletos diurnos y vespertinos.
- Visitas guiadas: Desde 15 US$. Si el clima lo permite, se ofrecen visitas nocturnas, limitadas a los Palacios Nazaríes y el Palacio de Carlos V.
- Hospedaje: Granada es pequeña y su capacidad hotelera se satura. Conviene reservar.
(*) Nota publicada en el Diario PERFIL el sábado 21 de julio de 2012