NAMIBIA
Bicicleteando por los paisajes lunares del sur de África
La ruta cubre 300 kilómetros, incluyendo 20 en kayak por el río. Cada año más de 100 aventureros cruzan este desierto espeluznantemente silencioso.
Los cañones del Parque transfronterizo de ǀAi-ǀAis/Richtersveld llegan hasta los 550 metros de profundidad. [ Ver fotogalería ]
Hace 2.000 millones de años, las erupciones volcánicas crearon las montañas que aún dominan el horizonte del Cañón del río Fish, en el suroeste de Namibia. A lo largo del tiempo, la erosión ha formado cañones de más de 550 metros de profundidad. Incluso en las primeras horas de la mañana, el sol cae a plomo sobre el árido y rocoso desierto en el que unos pocos arbustos con diminutas hojas duras como el hueso tratan de sobrevivir al calor.
Este impresionante paisaje forma parte de la reserva de complicado nombre «Parque transfronterizo de ǀAi-ǀAis/Richtersveld». Una breve visita en coche o en autobús no le hace justicia a esta única región. La mejor alternativa es realizar la excursión en bicicleta de Desert Knights, desde el sur de Namibia, hasta el norte de Sudáfrica cruzando el río Orange.
La ruta cubre 300 kilómetros, incluyendo 20 en kayak por el río. Cada año más de 100 aventureros cruzan este desierto espeluznantemente silencioso, cada uno a su propio ritmo, en abril y septiembre, cuando las temperaturas son relativamente tolerables. Tras calentar el primer día, la excursión continúa la siguiente tarde desde Hobas, cerca del cañón, hacia «/Ai/Ais». El nombre significa «caliente como el fuego» en el idioma nama, una referencia a los 65 grados centígrados de sus aguas termales.
Lo cierto es que la temperatura en las últimas horas de la tarde por el camino de grava que se dirige al sur desde Hobas tampoco es mucho más fresca. Una brisa seca incesante hace sudar a los visitantes, incluso cuando el camino va ligeramente cuesta abajo. En el oeste, los rayos de sol atraviesan las nubes y pintan un paisaje de tonos violeta y rojo que parece casi irreal. Por lo demás, la ruta continúa tranquila durante 68 kilómetros y solo se interrumpe por tres paradas para refrescarse en las que los ciclistas hacen acopio de agua y recuperan energías comiendo dátiles, galletas y carne seca biltong, originaria de Sudáfrica.
Al cruzar la granja abandonada de Kanabeam, la acumulación de arena en el camino desespera a los ciclistas. Una pareja de Estados Unidos compró la granja creyendo que podrían extraer zinc del terreno, pero sus hallazgos iniciales resultaron ser falsos. Lo único que queda hoy en día de sus esperanzas es el material de mina oxidado que asoma entre la arena. La luna asciende en un silencio fantasmal por detrás de las escarpadas paredes de roca del Cañón Gamkab, que solo recibe visitas dos veces al año durante las rutas de bicicleta.
Sin embargo, el ecosistema del parque está amenazado. La cuenca del río Orange, el único de la región que lleva agua todo el año, está rodeada de serpientes exóticas, cuyos ancestros se cree que fueron liberados por propietarios de acuarios. Y el escaso verde de las riberas del río también está sufriendo el sobrepastoreo de las cabras de los habitantes locales. Los denominados árboles de los pastores del parque pueden crecer hasta durante los 1.500 años. Junto a un grupo de ellos se encuentra Pieter Van Wyk, que normalmente trabaja en el vivero del parque, dando su paseo matutino de reconocimiento.
Él explica que lo que antes era un bosque de 2.000 kilómetros junto al río, ahora se reduce a una décima parte de esa extensión. Un poco más lejos del río, las cosas tampoco parecen mejor. Debido a una sequía de cuatro años, el 40 por ciento de las plantas del parque se ha secado.
Los árboles del río se han visto especialmente afectados y un gran número ha desaparecido. Van Wyk no está seguro de la causa exacta, puesto que los largos periodos de sequía son normales en la zona, pero cree que tiene que estar relacionado con el cambio climático. Después de un largo viaje iluminado por la luna llena, a través de caminos secos y rocosos, los ciclistas llegan a su destino tras seis días pedaleando: el paso fronterizo de Sendelingsdrift, donde lo celebran con vino caliente especiado.