Un nuevo paseo para ver el Coliseo Romano de hace 2.000 años

El fragor de las armas, el rugido de las fieras enfurecidas, los gritos, el público: asistir a un espectáculo en el Coliseo hace 2.000 años -observó la arqueóloga Rossella Rea- debía ser un espectáculo de tintes muy fuertes.

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| Noticia publicada el 5 de octubre de 2017

A partir del próximo 1 de noviembre, con la apertura del Ático del Coliseo romano, el célebre anfiteatro podrá ser visitado tal como era hace 2.000 años, en el apogeo del Imperio. El fragor de las armas, el rugido de las fieras enfurecidas, los gritos, el público: asistir a un espectáculo en el Coliseo hace 2.000 años -observó la arqueóloga Rossella Rea- debía ser un espectáculo de tintes muy fuertes.

«Una mezcla increíble de ruidos y olores» envolvía a los 50.000 espectadores de todo nivel social, ordenadamente divididos en diversos anillos, cada uno en su asiento: de mármol para los más pudientes, de madera para la plebe, que estaba confinada a las partes más altas, donde apenas se veían los detalles de los combates y también los ruidos llegaban más atenuados. Desde allá arriba la vista de conjunto era, sin embargo, única y espectacular, una maravilla que después de más de 40 años vuelve a ser accesible a todos, con un nuevo itinerario de visita -a partir del 1 de noviembre- que suma una nueva pieza al encanto del monumento más visitado de Italia.

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«Un espectáculo inolvidable«, comentó el ministro de Cultura, Dario Franceschini, que ya apunta a la restauración de los subterráneos (el contrato está por ser firmado y los trabajos durarán un año y medio) y a la cuestionada cobertura de la arena, el proyecto que quiso con fuerza y al que destinó 18 millones de euros. «Con la reconstrucción de la arena se comprenderá realmente qué quería decir ver un espectáculo en el Coliseo», reiteró el ministro durante la visita.

Por razones de seguridad, el nuevo recorrido será reservado a grupos de máximo 25 personas acompañadas por un guía. Comienza en el tercer nivel del anfiteatro, después de atravesar la única galería aún conservada como era originalmente. La nueva visita será «una experiencia fortísima que cada turista se llevará consigo«, agregó Franceschini. Por ahora al paseo se ingresa solo mediante una empinada escalera, pero se está trabajando para instalar un montapersonas que permitirá mayor accesibilidad. La entrada costará 9 euros, y 15 si la visita se une a los subterráneos y el nivel de la arena, con reserva obligatoria.

DATO: El Coliseo es el mejor testigo del antiguo esplendor del Imperio romano. Inaugurado en el año 75 por Vespasiano y “operativo” hasta el año 404 fue la arena de los juegos: los combates, los crueles sacrificios de hombres y animales ofrecidos como el más divertido de los espectáculos a las 45.000 personas que podía acoger su aforo. Mide 22.000 metros cuadrados. Dicen los que cuidan del Coliseo por la noche, que no es extraño oír en el silencio de Roma algún que otro rugido, asociado en la lógica a las bestias que, durante el Imperio de Augusto, Calígula o Nerón, sirvieron como espectáculo en el circo romano, e incluso algún que otro choque de espadas, empuñadas por gladiadores fantasmas. (PIXABAY)

 

Una galería intermedia que tenía la función de distribuir al público, que desde el segundo nivel (hoy el primer piso del anfiteatro) llegaba a los pisos más altos: primero el «meniano segundo», en el cuarto nivel, donde sobre amplios asientos de mármol divididos por categorías hallaban lugar los comerciantes y la pequeña burguesía; luego el «meniano in ligneis» reservado a la plebe, a 40 metros por encima de la arena. Aquí las familias del pueblo pasaban a veces días enteros, se divertían, comían y a veces hasta se preparaban la comida, sobre todo «pollo y cereales», cocinándolos en hornillos improvisados cuyos restos fueron hallados por los arqueólogos.

Tampoco faltaban los baños, prácticamente agujeros en el pavimento, instalados en la galería. Reconstruido por Luigi Canina en el siglo XIX, el quinto nivel hoy tiene el aspecto de una terraza descubierta, con extraordinaria vista al Coliseo y sobre la capital, pero también expuesta al sol y la lluvia. En la antigua Roma no era así: si los asientos más lujosos de la cavea -los tronos de mármol para los senadores pero también los asientos de piedra de la burguesía rica- estaban cubiertos por una delgada cortina llamada velum, el sector de la plebe estaba reparado por un amplio pórtico que garantizaba protección.

AFP

 

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