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El mundo es mi casa: Vivir como un nómade en la era digital
Los «nómades digitales» suelen pasar de una ciudad a otra, van conociendo el mundo, cambiando de ciudad, y no les interesa decir «ah, acá me siento como en casa y aquí me quedo».
Felicia Hargarten y su novio Marcus viven dando vueltas por el mundo desde 2012. Lo único que necesitan para trabajar es una notebook y una muy buena conexión de internet. [ Ver fotogalería ]
Nota publicada el 1 de diciembre de 2017
Hay ejecutivos o gente de negocios que viaja mucho. Pero siempre vuelve a su hogar. Los nómades digitales son muy distintos: suelen pasar de una estación a otra, van conociendo el mundo, cambiando de ciudad, y no les interesa decir «ah, acá me siento como en casa y aquí me quedo». Para ellos el hogar va cambiando y así van conociendo distintas latitudes. El trabajo ya no es un problema. Con una notebook y una buena conexión es suficiente.
Tomemos el ejemplo de Felicia Hargartens, quien hasta hace pocos años vivía en Berlín, pero desde 2012 comenzó a viajar mucho más y hoy está permanentemente entre Brasil, Tailandia y Grecia, por nombrar sólo algunos de los países por los que pasa. «En realidad me da igual qué cuadros cuelguen de la pared o cómo sea la mesa a la que me siento», explica la joven alemana. Para ella las prioridades son: tener una buena cocina, una lavarropas y una muy buena conexión de Internet.
BLOGUERA. Conni Biesalski suele viajar con muy pocas cosas en su equipaje.
Pero recalca una cosa: su vida no se puede comprar con la de un turista. Sus días son «muy normales», gasta en alquiler lo mismo que un habitante cualquiera del sitio en el que está y, si el apartamento llegase a ser más caro, subalquila una habitación a alguien que lleve su mismo estilo de vida.
«Uno puede tener la sensación de hogar en cualquier parte, porque el hogar no está atado a algo externo, sino a un sentimiento«, asegura la viajera, que de todos modos tiene algunos parámetros a la hora de elegir sus nuevos destinos. Para ella lo fundamental es que el sitio tenga buenas temperaturas y que se pueda hacer kitesurf. «Puede ser un sitio pequeño o una isla y, preferentemente, que no sea una ciudad«. Eso eso todo.
HOGAR. Para Conni Biesalski el hogar no tiene domicilio fijo. «Es donde me siento bien».
Conni Biesalski decidió vivir en su sitio favorito: la paradisíaca Bali, en Indonesia. «Para mí el hogar está en donde me siento bien. Eso no cambia cuando vives en el extranjero. Lo único que cambia es que te pueden llegar a gustar varios lugares para vivir«, explica. Conni logró cumplir este sueño.
«Cuando tenía 20 años volví a Berlín para trabajar en una agencia de relaciones públicas, pero después de tres meses me di cuenta de que eso no era lo mío«. Dice que le resulta muy difícil trabajar en un horario fijo de oficina y que por eso decidió convertirse en una nómade digital en 2012. Comenzó además a escribir un blog y a vender e-books y ahora vive alquilando, a veces sola y a veces en pisos compartidos.
EN BALI. La oficina está donde uno puede abrir la notebook. Felicia Hargarten trabaja y vive en cualquier parte.
«No tengo muchas cosas que sean mías, pero igualmente necesito tener mi espacio«, dice al detallar cómo vive. «Me gusta el estilo minimalista, que no haya objetos por todas partes«. Actualmente tiene dos cajas de cosas en Alemania, otras en California y otras en Bali.
Los jóvenes parecen definirse cada vez menos por la idea de una patria o nación, aunque queda por ver cómo será dentro de unos años, cuando haya pasado el superboom de la digitalización que permite completa movilidad y una vida definida a medida del individuo.
Bastian Barami vive viajando y trabaja desde sus distintos destinos ya desde hace tiempo.
Al menos eso parece ser lo que más impulsa a partir, sobre todo cuando está entre los 20 y los 30 y quiere poner todo en la autorrealización, las opciones múltiples, la descentralización y la independencia. Después, una vez que se entra en la etapa de planificación familiar, puede que las necesidades cambien.
Conni también ha observado esta evolución. «La gente suele regresar a sus países después de cierto tiempo porque siente que este estilo de vida no es lo que buscaba a largo plazo. Y el que se queda suele volverse más sedentario«, observa. No es el caso de Bastian Barami, que trabaja en el rubo de hotelería y está de aquí para allá desde 2015. Vive de la venta de productos a través de una plataforma.
Dice que no necesita tener un departamento para él solo porque prácticamente no está nunca «en casa». No necesita más que una habitación con una buena cama. «Elijo barrios en los que haya una gran densidad de nómades y un camino lo más corto posible a los espacios de co-working«, comenta. Ahí puede intercambiar con gente que trabaje en asuntos similares a los suyos y con eso le alcanza.
Conni Biesalski trabaja donde otros quieren ir de vacaciones. Tiene un blog y vende e-books.