Fotos | El yate del último dictador yugoslavo se convertirá en un museo
En él navegaron estrellas como Elizabeth Taylor o Sophia Loren y llegó incluso a ser lugar de la firma de acuerdos internacionales. Ahora, el abandonado yate «Galeb cobrará una nueva vida en forma de museo.
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Nota publicada el 19 de enero de 2018
En él navegaron estrellas como Elizabeth Taylor o Sophia Loren y llegó incluso a ser lugar de la firma de acuerdos internacionales. Ahora, el abandonado yate «Galeb», símbolo de la Yugoslavia comunista, cobrará una nueva vida como museo tras su renovación.
Después de la muerte, en 1980, de Josip Broz Tito, el buque empezó a perder lustre en el puerto de Rijeka (Fiume, en italiano) mientras que la federación yugoslava se desmoronaba, antes de acabar desangrada en una serie de violentos conflictos.
En 2009, el ayuntamiento compró en una subasta el barco, de 117 metros, que había sido embargado a su propietario griego. Ahora, pretenden convertirlo en un museo y una atracción turística para 2020, cuando este puerto del Adriático se convierta en capital europea del a cultura, explicó el alcalde, Vojko Obersnel (socialdemócrata).
El proyecto causó polémica en Croacia, un país gobernado por los conservadores y en el que Tito, retratado como anticroata, es mucho más controvertido que en los otros países de la antigua Yugoslavia. Si bien su papel en la lucha contra los nazis no despierta dudas, sus detractores denuncian su dictadura y el culto a la personalidad que instauró. En septiembre, bajo la presión de los nacionalistas, Zagreb cambió el nombre de su plaza Tito, una de las principales de la capital.
«La idea, con este barco, no es cantar alabanzas a Tito sin reservas» sino contar «la historia de Yugoslavia y de Croacia», sostiene Vojko Obersnel. El «Galeb» («Gaviota», en croata y serbio), fue botado en 1938 en los astilleros de Génova. Su primer cometido era transportar plátanos. Fue bautizado «Ramb III» y fue empleado por los italianos para la guerra. Torpedeado por los británicos en 1941, volvió a salir a flote, los nazis lo incautaron y de nuevo naufragó durante el bombardeo de Rijeka de 1944 por parte de los aliados.
Un yate comunista
De nuevo reparado, se convirtió en el barco oficial de Tito después de la guerra. Con él llegó hasta Londres, remontando el Támesis, para reunirse con Winston Churchill en la primera visita oficial a Gran Bretaña de un jefe de Estado comunista.
Fue también en el «Galeb» donde se organizaron «las conversaciones más importantes» que precedieron al nacimiento del Movimiento de Países No Alineados (MPNA), destaca Kristina Pavec, conservadora del museo municipal de Rijeka, que supervisa el proyecto. Este foro político, fundado por Tito junto con Nehru (India), Soekarno (Indonesia), Nasser (Egipto) y Nkrumah (Ghana), entre otros, fue creado en 1961 por países que querían quedarse al margen del enfrentamiento de los bloques Este y Oeste en la Guerra Fría.
Ahora, el pasado glorioso del «Galeb» contrasta con su presente, con las sillas, anticuadas y polvorientas, esparcidas por el salón de honor y ese cubo colocado en un pasillo para recoger el agua que se filtra desde el techo, en ruinas. Los camarotes reservados a Tito y a su esposa Jovanka son las partes mejor conservadas del navío. «El mobiliario es el original, con el objetivo de presentar de la manera más auténtica posible cómo era su vida en el barco«, indica Kristina Pavec.
Rijeka va a destinar 5,4 millones de euros, procedentes de fondos culturales europeos, a hacer del «Galeb» un museo flotante de la historia yugoslava, complementado con un hotel o con un restaurante. Antiguamente un puerto industrial próspero, Rijeka, la tercera ciudad de Croacia, está en crisis, con su tejido económico devastado por las privatizaciones y una mala gestión después de la guerra de independencia de los años 1990.
Desde el siglo XX, Rijeka estuvo en manos de seis Estados distintos, desde el imperio austrohúngaro, Italia y la ocupación nazi, hasta la república yugoslava y Croacia. Tito fue el gran paladín de Yugoslavia, que dirigió desde después de la guerra hasta su muerte, y de la unión de los Eslavos del Sur. «Gracias a Tito, Rijeka devino croata finalmente», tras la Segunda Guerra Mundial y dos décadas de dominación italiana, afirma Biljana Perincic, una diseñadora de joyas de 43 años. «Pero no sé si los más jóvenes saben lo bastante sobre Tito como para forjarse una opinión pertinente«.