Cascadas, géiseres y glaciares: lo mágico de Islandia

El Círculo Dorado es una ruta turística de unos 300 kilómetros de extensión que comienza y termina en Reykjavik y que ofrece en un espacio relativamente pequeño todos los paisajes y fenómenos naturales característicos de la isla.

Con una superficie de 103.000 kilómetros cuadrados, un poco menor que la de Cuba o Guatemala, es posible dar la vuelta a Islandia en auto en dos semanas. [ Ver fotogalería ]

Ficha

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Lo primero que llama la atención cuando uno visita por primera vez Islandia y viaja desde el aeropuerto internacional de Keflavik a la capital Reykjavik, con la ventanilla del coche abierta, es el olor. Un intenso olor a azufre o, lo que es lo mismo, a huevos podridos. Un olor que emana de los numerosos géiseres y fuentes geotérmicas que salpican esta singular isla del Atlántico Norte.

El olor a azufre incluso es perceptible cuando uno abre el la canilla o la ducha, por lo que una acción tan cotidiana como lavarse los dientes y bañarse puede convertirse al principio en una tortura que obliga a reprimir el reflejo del vómito, hasta que con el paso del tiempo uno termina acostumbrándose un poco.

Sin embargo, esta desagradable experiencia olfativa no debe ser óbice para renunciar a un viaje a esta remota isla, cuya costa norte está a solo 30 kilómetros del círculo polar ártico. Con una superficie de 103.000 kilómetros cuadrados, un poco menor que la de Cuba o Guatemala, es posible dar la vuelta a Islandia en coche o autocaravana de alquiler en dos semanas, incluyendo las paradas obligadas para admirar la extraordinaria belleza de la isla con sus numerosos géiseres, pozos geotermales, volcanes, glaciares y lagos.

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Si usted dispone de menos tiempo, por ejemplo de una semana o menos, y no cuenta con un presupuesto generoso para las vacaciones en un país tan caro ni quiere recorrer la isla en autobús de excursión junto con otras decenas de turistas, una buena alternativa puede ser alquilar un coche y una casa de campo y emprender desde allí viajes por el denominado Círculo Dorado, en el suroeste de Islandia.

El Círculo Dorado es una ruta turística de unos 300 kilómetros de extensión que comienza y termina en Reykjavik y que ofrece en un espacio relativamente pequeño todos los paisajes y fenómenos naturales característicos de Islandia. Eso sí: los principales lugares de interés atraen en verano a muchos turistas, sobre todo asiáticos, por lo que uno nunca está realmente solo y tiene que aguantar las molestias derivadas de las aglomeraciones de personas.

El año pasado llegaron a la isla de fuego y hielo más de dos millones de turistas extranjeros, una cantidad enorme para un país de solo 334.000 habitantes. La masiva presencia de turistas, que no deja de crecer año tras año, y sus comportamientos a veces irresponsables y groseros ponen a prueba cada vez más la proverbial tolerancia y paciencia de los islandeses.

Los turistas en sus coches de alquiler invaden caminos y terrenos privados para no tener que caminar los 3,5 kilómetros de sendero entre la carretera y una de las mayores bellezas de Islandia: la cascada Brúarfoss, situada a aproximadamente una hora de Reykjavik. La cascada no es muy alta pero cae con una enorme velocidad desde dos lados al río Brúar. Las aguas cristalinas tienen en el centro un hermoso color turquesa rodeado de espuma blanca.

A solo pocos kilómetros de Brúarfoss se encuentra, en el valle Haukadalur, a las afueras de la ciudad de Geysir, el géiser más famoso de Islanda y el más alto del mundo, simplemente llamado Geysir, como la madre de todos los géiseres. Otra visita obligada para todos los turistas en Islandia. Sin embargo, su actividad eruptiva es muy escasa, como promedio no más de una vez al año, debido a que unos turistas descerebrados tiraron en el pasado piedras, otros objetos y hasta productos químicos a la fuente central para provocar su eclosión.

A 14 kilómetros de Geysir, siempre dentro del Círculo Dorado, se encuentra la cascada más famosa de Islanda, Gullfoss (cascada dorada), un espectacular salto de agua que cae desde una altura de 32 metros verticalmente sobre una estrecha quebrada levantando una enorme cortina de agua que salpica a los visitantes. En días con lluvia y sol, bastante frecuentes en Islandia, un hermoso arcoíris aparece en el cielo sobre la cascada (foss en islandés).

No lejos de Gullfoss, a unos 44 kilómetros de Reykjavik, hay una tercera cascada que merece la pena contemplar, la del río Öxará, en el parque nacional Thingvellir, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2004. Por este parque pasa también, muy visiblemente, la falla que separa la placa tectónica de Euroasia de la de Norteamérica.

La cascada Öxaráfoss no es muy alta pero cae desde una imponente y largísima pared rocosa a una quebrada donde el agua adquiere una preciosa tonalidad turquesa. Junto a la cascada pasa un sendero que sube a un mirador que ofrece una espléndida vista panorámica del lago de Thingvallavatn, con 82 kilómetros cuadrados el más grande de Islandia, y varios glaciares en el horizonte.

Para admirar la última gran cascada en el Círculo Dorado nos dirigimos al este, a Seljaland, situada a 120 kilómetros de Reykjavik. La cascada Seljalandsfoss, que cae desde una altura de unos 65 metros por el borde de un antiguo acantilado costero, tiene como particularidad que se puede dar toda la vuelta a ella, por lo que es posible contemplar y fotografiarla desde todos los ángulos.

En el camino de regreso a Reykjavik se encuentra un nuevo museo, inaugurado en junio de 2017, que permite obtener mucha información sobre el sistema volcánico y la geología de la isla. El denominado LAVA Volcano & Earthquake Centre se encuentra a las afueras de la ciudad de Hvolsvöllur, 100 kilómetros al sureste de Reykjavik.

En una exposición muy interactiva, los visitantes pueden informarse sobre cuáles fueron las fuerzas naturales que formaron Islandia y vivir esta experiencia directamente, por ejemplo a través de vibraciones en el suelo que imitan un sismo o por las diferencias de temperatura. Además, podrán ver películas sobre erupciones volcánicas registradas en los últimos años y tocar piedras volcánicas.

Continuando por el camino de regreso a Reykjavik se encuentra, a unos 55 kilómetros de la capital islandesa, la localidad de Selfoss, donde los aficionados al ajedrez pueden rendir tributo a uno de los más grandes campeones mundiales de todos los tiempos: Bobby Fischer, fallecido en 2008. Junto a la entrada de un diminuto cementerio y una minúscula iglesia se encuentra la tumba del polémico y extravagante ajedrecista estadounidense, quien derrotó en 1972 en Reykjavik al ruso Boris Spassky en lo que se conoce como la «partida del siglo».

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Lo que hay que saber

  • Destino: Islandia es una isla de 103.000 kilómetros cuadrados situada en el Atlántico Norte, cerca del Círculo Polar Ártico. Tiene una población de solo poco más de 330.000 habitantes, de los que unos 122.000 viven en la capital, Reykjavik.
  • Cómo llegar: Casi todos los vuelos internacionales llegan a Keflavik. El aeropuerto está situado a poco menos de 50 kilómetros al suroeste de la capital.
  • Cuándo viajar: El verano en Islandia es corto. Los mejores meses para viajar y disfrutar de la extraordinaria naturaleza de la isla son julio y agosto, aunque también en este período las temperaturas raras veces llegan a 20 grados. Debido a su ubicación geográfica, el sol nunca se pone totalmente en verano, por lo que todavía hay luz a las dos de la madrugada.
  • Alojamiento: Los hoteles y también los restaurantes en Islandia no son baratos. Es difícil conseguir una habitación en un hotel sencillo por menos de 60 euros (70 dólares). Una buena alternativa son los campings. En Islandia está permitida la acampada libre. Los precios de las casas de vacaciones para tres hasta cinco personas en el interior de la isla arrancan desde unos 200 euros por día.

 

 

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