MECA DE LA COMIDA CALLEJERA

Una emblemática calle de Bangkok perdió su «caos encantador»

Con una acción de limpieza de gran envergadura, la administración metropolitana de Bangkok expulsó de la Khao San a los más de 200 vendedores ambulantes.

La operación forma parte de un gran plan del actual Gobierno militar de Tailandia para transformar la capital en una urbe más moderna y más limpia. [ Ver fotogalería ]

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Nota publicada el 20 de agosto de 2018


La calle Khao San ya no es lo que fue en el pasado. Por todas partes había chillones anuncios luminosos a lo largo de esta calle de 400 metros situada cerca del antiguo palacio real de Bangkok. Todo muy turístico y en algunos puntos el ambiente era bastante criminal. Sin embargo, no se merece lo que hicieron ahora con la Thanon Khao San (calle del arroz blanqueado), que en los años 80 y 90 se había convertido en la calle mochilera más famosa del mundo.

Con una acción de limpieza de gran envergadura, la administración metropolitana de Bangkok expulsó de la Khao San a los más de 200 vendedores ambulantes. El objetivo de las autoridades es eliminar totalmente los puestos callejeros, donde hasta ahora se vendía prácticamente todo, desde estatuillas doradas de Buda hasta gafas de sol falsificadas pasando por platos de comida tailandesa. Aún no está claro cómo va a terminar todo, pero ya se han alzado muchas voces de protesta.

La operación forma parte de un gran plan del actual Gobierno militar de Tailandia para transformar la capital en una urbe más moderna y más limpia. Los generales, que ya llevan más de cuatro años en el poder, quieren que la metrópoli, de 12 millones de habitantes, sea una suerte de segundo Singapur: moderna, estéril y totalmente reglamentada. En cualquier caso quieren poner fin al caos, que es tan típica para Bangkok.

Los comerciantes podrían ser las víctimas más recientes de la gran acción de limpieza. El año pasado, la administración metropolitana ya había comenzado a desterrar los legendarios comedores populares de Bangkok, una medida muy criticada en el resto del mundo. Actualmente, las cocineras y los cocineros recuperaron algunos metros, pero el aspecto de la calle dista mucho de ser como era antes.

Hace un par de meses fue demolido uno de los barrios más antiguos de Bangkok, Mahakan Fort. Y ahora le toca a Khao San, o «Mochilandia», como  llamaba a esta calle el escritor británico Alex Garland en su superventas «The Beach» (La Playa), la Biblia de todos los mochileros en el sureste de Asia, que también fue llevado a la pantalla. Casi todos los edificios en la calle habían sido convertidos en pensiones y era imposible dar cinco pasos sin pasar junto a un puesto donde se vendían copias pirata de casetes, apuntaba Garland en su libro, publicado en 1996.

En aquella época, cada mochilero de Estados Unidos, Europa u otra parte del mundo tenía que pasar por esta calle antes de continuar su viaje. La habitación raras veces costaba más que el equivalente a cinco euros por noche. Los mochileros intercambiaban sugerencias y encontraban nuevos amigos para el camino. Hoy, casi todo desapareció, también los alojamientos baratísimos y los casetes de video.

En su lugar aparecieron en los últimos años cada vez más sastrerías, casas de cambio y estudios de tatuaje. Desde hace tiempo hay también una filial de McDonald’s. Desde temprano por la mañana hasta tarde por la noche, la calle estaba llena de puestos ambulantes. Sin problema se podían conseguir aquí documentos de identidad o abonos de transporte falsificados. En ninguna otra parte del mundo uno corría mayor riesgo de ser engañado descaradamente por un taxista.

Esta era la situación hasta el 1 de agosto. Desde que entró en vigor la prohibición del comercio ambulante, la calle está casi vacía durante el día. Donde antes había puestos de venta, ahora se ven conductores de autorickshaws esperando aburridos a sus siguientes clientes. Los policías de la comisaría situada al final de la calle recorren regularmente en sus motocicletas el tramo de 400 metros. Si sorprenden a un vendedor ambulante, la multa a pagar es de 2.000 bath (unos 52 euros o 60 dólares), que es mucho dinero en este país.

Sin embargo, decenas de vendedores callejeros han anunciado que van a oponer resistencia, algo poco habitual en este país. Su portavoz, Yada Pornpetrumpa, explica por qué: «Nosotros hemos contribuido durante más de 30 años a que esta calle se convirtiera en un símbolo de Bangkok y ahora nadie nos quiere escuchar». Otros amenazan con recurrir a la violencia. No obstante, el vicegobernador de Bangkok, Sakoltee Phattiyakul, insiste en que las nuevas reglas se van a aplicar «estrictamente».

Entre bambalinas se está buscando ahora una solución que resulte satisfactoria para ambas partes. Como medida provisional se ha acordado que entre las 18:00 y 24:00 horas podrán instalarse otra vez puestos en la Khao San pero solo en algunos puntos exactamente señalados a tal efecto. A los vendedores no les parece suficiente esta concesión. «No queremos ser un mercado nocturno. Si esto sigue así, la calle estará muerta. Ni siquiera estoy vendiendo la mitad de antes«, lamenta una vendedora.

A muchos turistas tampoco les gusta la nueva situación. «Si ellos [las autoridades] creen que esto les gusta a los turistas, se equivocan», dice Andreas Klöthe, un turista alemán de 36 años que visita Bangkok por primera vez. El sudafricano Claude, de 82 años, que ya estuvo en la Khao San a principios de los años 90, comparte esta opinión: «Ya no está tan bonito como era antes, pero si también desaparecen los puestos callejeros, le faltará a Bangkok algo característico: este caos encantador».

 

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