Salir a tomar el té

Varios puntos de Buenos Aires ofrecen cursos, catas y mesas para saborearlo según las costumbres de Oriente y Occidente. Fotos

CLUB DEL TÉ. Es itinerante, y los socios se reúnen en varias sedes (Hotel Claridge, Club del Progreso, etc.). Hay actividades abiertas, con reserva previa. [ Ver fotogalería ]

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Por Verónica Martinez (*)

Cuenta una leyenda que cuando la reina Victoria hacía su descanso para tomar el té, la Inglaterra del siglo XIX se paralizaba para imitarla. Los argentinos, proclives a solucionar el mundo café de por medio, también han incorporado el culto al té en los últimos años. Varios hoteles porteños se presentan como espacios seguros y con servicio de calidad.

En el Marriott Plaza Hotel, por ejemplo, sirven té inglés con diversidad de finger sandwiches, pastelería centroeuropea y una copa de espumante como cierre. Celebridades como Maria Callas o Luciano Pavarotti han pasado por el Plaza Bar, que atesora más de un siglo de historias.

Algunos se inclinan por el estilo del afternoon tea, como el que sirven camareros de guantes blancos en el Alvear Palace Hotel. La pâtisserie y los panificados en el salón L’Orangerie se elaboran diariamente, explica Ricardo Basconcello, chef pâtissier. Una carta de tés verdes, negros y fermentados y el clásico Blend Alvear, con sabores de regiones exóticas, son la esencia de esas tardes Belle Epoque.

 

Allí también pueden probarse los blends de Inés Berton, la reconocida tea blender, que desde hace casi dos décadas se dedica a los secretos de esta infusión. La especialista señala que se logró desencasillar la idea del té para cuando duele la garganta y llevarlo a lo que es: el segundo producto de mayor consumo en el mundo después del agua, un lujo posible relacionado con la calidez y el compartir, además de sus beneficios para la salud.

Quienes buscan las raíces orientales de la noble infusión encuentran en BuddhaBA, ubicado en el Barrio Chino porteño, un salón especial abierto los fines de semana para deleitarse con variedades como té Oolong, verde o con aroma de jazmín, entre otras, acompañadas por dulces como la Matchá mousse, preparada con té verde.

 

Por su parte, la tradicional ceremonia del té japonés puede admirarse y aprenderse en las jornadas gratuitas que organiza el Centro Cultural e Informativo de la Embajada del Japón, con la Maestra Lina Emiko de Arimidzu. Y quienes deseen ser parte de ese ritual que transmite serenidad y concentración hallan una reconfortante taza en el restaurante Furaibo. En la única casa de té japonesa abierta al público del país se ofrece toda la gama de tés nipones, desde el Gyokurou, el Jou-Sencha o té verde superior, hasta el Maccha, té en polvo de color verde oscuro, empleado en la atractiva ceremonia.

Los amantes de las tendencias gastronómicas pueden explorar la modalidad del teanner (té más cena, que incluye platos dulces y salados), como la que brinda Frik’s Deli & Coffee House en el Paseo Pilar. Y los fanáticos de la infusión disponen en el Club del Té de una comunidad que difunde la costumbre milenaria mediante actividades educativas y recreativas, ofreciendo además un sistema de asociación. Todo un universo de sabores y aromas que con su simpleza cautivó incluso a los aguerridos samuráis.

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(*) Nota publicada en el Diario PERFIL el sábado 11 de agosto de 2012

 

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