RÍO DE JANEIRO
Lo que el mundo perdió (y no recuperará) en el incendio del museo de Brasil
La institución, fundada hace 200 años por el rey Juan VI de Portugal, contaba con una colección de más de 20 millones de piezas y una biblioteca de más de 530.000 títulos. Todo quedó reducido a cenizas. Fotos.
Antigua residencia de la familia real portuguesa (entre 1808 y 1821) y luego de la familia imperial brasileña (de 1821 a 1889), el Palacio de San Cristóbal tiene una extensión de 11.400 m2, de los cuales 3.500 m2 se destinaban a salas de exposiciones. [ Ver fotogalería ]
Nota publicada el 04/09/2018
Si bien todavía no hubo comunicación oficial al respecto, se estima que el incendio de enormes proporciones desatado este domingo en el Museo Nacional de Río destruyó toda la colección de la institución, constituido por aproximadamente 20 millones de piezas. Se trataba del mayor museo de historia natural de América Latina.
Antigua residencia de la familia real portuguesa (entre 1808 y 1821) y luego de la familia imperial brasileña (de 1821 a 1889), el Palacio de San Cristóbal tiene una extensión de 11.400 m2, de los cuales 3.500 m2 se destinaban a salas de exposiciones.
De 1889 a 1891, este edificio de estilo neoclásico albergó a la Asamblea Constituyente de Brasil, antes de recibir en 1892 al Museo Real, con colecciones, especialmente egipcias, adquiridas por la familia real portuguesa. Su biblioteca contaba- con 537.000 obras de las cuales 1.560 son únicas, como una «Historia natural» de 1481.
La institución tiene una particular reputación por la riqueza de su departamento de paleontología, con más de 26.000 fósiles, entre ellos un esqueleto de dinosaurio descubierto en Minais Gerais y numerosos especímenes de otras especies extinguidas (perezosos gigantes y tigres dientes de sable).
Estos son algunos de los materiales más importantes que se encontraban en el museo y que casi con total certeza fueron consumidos por las llamas:
FÓSIL DE LUZIA
Este cráneo era sin duda una de las piezas de mayor valor arqueológico del museo. Descubierto en la década del ’70 y bautizado como «Luzia», ya que se estima que perteneció a una mujer de mediana edad, se consideraba como el fósil más antiguo de Homo sapiens encontrado en América, con más de 12.000 años de antiguedad.
«Luzia es una pérdida inestimable para todos los interesados en la civilización», dijo Paulo Knauss, director del Museo Histórico Nacional, otra institución de Rio. «No tendremos más a Luzia. Luzia murió en el incendio», declaró la presidenta del Instituto del Patrimonio Artístico Nacional (Iphan), Kátia Bogéa, citada por el diario Estado de S.Paulo.
MOMIAS EGIPCIAS Y PRECOLOMBINAS
El museo contaba con la más importante colección egipcia de América Latina, entre la que se incluían varias momias de niños, adultos y animales, la mayoría proveniente de la región de Tebas. La mayor parte de las piezas del Imperio Egipcio habían sido obtenidas por el emperador Pedro I en 1826, sólo cuatro años después de la independencia de Brasil.
Además, en el museo se encontraban varios cuerpos momificados hallados en la región andina de América del Sur y pertenecientes a culturas precolombianas. Entre ellos destacaba el de un hombre de la cultura Aymara, otro hallado en el desierto de Atacama, actual Chile, y uno más con la cabeza encogida, ritual del pueblo jíbaro en la Amazonía ecuatorial.
FÓSILES DE DINOSAURIOS Y MEGAFAUNA
Entre la importantísima colección paleontológica que poseía el museo (más de 56.000 ejemplares), se destacaba la primera réplica de gran porte que se realizó en Brasil del esqueleto de un dinosaurio. El Maxakalisaurus topai, un hervíboro de 9 toneladas de peso y 13 metros de longitud, tenía una sala sólo para él y era una de las grandes atracciones de la institución.
Además de los fósiles de dinosaurios, la institución tenía en su poder varios huesos de enormes mamíferos que habitaron en América hace más de 11.000 años y que llegaron a convivir con los seres humanos, como el perezoso gigante y el tigre dientes de sable.
PIEZAS INDÍGENAS BRASILEÑAS
En el museo se encontraban miles de piezas pertenecientes a diferentes culturas indígenas que existieron y todavía existen en Brasil, incluyendo indumentaria, máscaras, cerámicas y elementos de uso cotidiano y ritual. En total, eran aproximadamente 30.000 elementos producidos por más de cien etnias, lo que hacían de la colección de etnología una de las mayores de su tipo.
ARQUEOLOGÍA DEL MUNDO
No sólo la cultura brasileña estaba representada en el museo. Allí también había diferentes materiales provenientes de otras regiones del mundo y de diversas épocas históricas, tales como esculturas de la Antigua Grecia, vasijas y cálices de la civilización etrusca e incluso varios frescos recuperados en las excavaciones de las ciudades italianas de Pompeya y Herculano, sepultadas por la erupción del volcán Vesubio en el año 79.
Estas piezas habían sido traídas a Brasil en 1843 por la emperadora Teresa Cristina, aficionada a la arqueología, esposa de Pedro II y que sería conocida con el tiempo como «la madre de los brasileños».
METEORITOS GIGANTES
Entre la colección existente en el museo se encuentra el meteorito de Bendegó, el mayor de Brasil y uno de los más grandes del mundo con más de cinco toneledas de peso. Debido a la naturaleza ígnea de estos cuerpos, varios podrían haber sobrevivido al siniestro que consumió el edificio. El museo albergaba el mayor meteorito encontrado en Brasil, bautizado como ‘Bendegó’ y que pesa 5,3 toneladas.
ETNOLOGÍA AFRICANA Y AFROBRASILEÑA
En total había más de 700 elementos de culturas de África, muchas de las cuales, debido a la esclavitud, fueron traídas a Brasil y se sincretizaron con el medio latinoamericano. Entre las piezas más importantes de la colección se destacaba el trono del rey de Dahomey (actual Benín), que fue obsequiado al emperador Pedro I por el rey local Adandozan, a inicios del Siglo XVIII.
LIBROS Y MATERIAL DE ESTUDIO
Dentro del museo se ubicaba una de las mayores bibliotecas especializadas en ciencias naturales de Brasil, con más de 530.000 libros.
D.S. (AFP / DPA)
en el reino animal la especie humana es el peor de los animales
todo lo que toca lo destruye