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Arruinando paraísos: el lado oscuro del turismo de Instagram

Los «influencers» de las redes sociales tienen un alcance enorme y lo que ellos publican lo imitan otros. Esto puede impulsar el turismo pero también puede tener consecuencias negativas.

El Lago di Braies, un oasis en medio de los Alpes de Tirol del Sur. Aunque está escondido entre las montañas, el lago no es un destino poco conocido gracias a la plataforma de fotografía Instagram. Foto: Kay Nietfeld [ Ver fotogalería ]

Ficha

Por Laura Krzikalla (dpa)


El lago resplandece con un color azul turquesa y barcos pesqueros se balancean sobre la superficie, sobre la que se refleja además la cadena montañosa. La vista del Lago di Braies, un oasis en medio de los Alpes de Tirol del Sur, es impresionante. Aunque está escondido entre las montañas, el lago no es un destino poco conocido gracias a la plataforma de fotografía Instagram.

Bajo la etiqueta #lagodibraies, en Instagram hay unas 150.000 fotos del magnífico escenario, y cada vez se agregan más. «¡Tengo que ir allí!», dicen muchos comentarios colocados debajo de las fotos. Lugares como el Lago di Braies se convierten en pequeñas celebridades y algunos incluso en lugares de peregrinación de los usuarios de Instagram.

Sin embargo, esos destinos que de repente se han dado a conocer en las redes sociales no siempre soportan la gran afluencia de turistas. Cuando un bloguero italiano publicó el año pasado un post sobre el Valle de Verzasca, en Suiza, la localidad recibió una ola de visitantes difícil de digerir. Los medios locales dieron cuenta de atascos de varios kilómetros, vehículos estacionados por todas partes y montañas de basura. Los vecinos estaban molestos.

Tales blogueros, «influencers» en inglés, tienen un alcance enorme. Lo que ellos publican lo imitan otros. Esto puede impulsar el turismo pero también puede tener consecuencias negativas. «Los lugares tienen poco control sobre los contenidos que llegan a las redes sociales«, dice Laura Jäger, del servicio alemán de información TourismWatch, que defiende un turismo sostenible.

«Los turistas deben tomar conciencia de cómo su comportamiento en las redes sociales puede repercutir en los lugares de destino y en la población local y actuar de forma responsable«, señala Jäger. En la playa de arena con temperaturas veraniegas muchas veces no se observa por ningún lado tal toma de conciencia. Donde quiera que mires hay gente sacando fotos, posando o utilizando el paisaje como escenario de la foto de vacaciones perfecta.

El portal de alquileres vacacionales Holidu publicó este año un ranking de las playas más populares entre los usuarios de Instagram.

La lista está encabezada por la Scala dei Turchi, en la isla italiana de Sicilia. «Estamos observando este fenómeno», confirma un portavoz de la asociación de turismo de Realmonte, el municipio al que pertenece la playa. Pero a él no le parece nada lamentable: «Instagram, Facebook y otras redes sociales han dado más publicidad a esta localidad permitiendo un mayor crecimiento del turismo», señala.

Sin embargo, ¿la explotación fotográfica de una localidad afecta al final a la belleza del lugar? Aunque ella misma usa Instagram, la fotógrafa y bloguera de viajes italiana Sara Melotti ve con ojos críticos esta red social. «Instagram está arruinando totalmente estos lugares«, opina. «Se fue desarrollando un nuevo turismo de masas de jóvenes que viajan para hacer fotos para las redes sociales solo para poder decir ‘yo estuve aquí«.

Actualmente, la bloguera de viajes, de 30 años, ya no apunta en Instagram el lugar exacto donde ha sacado sus fotos. No quiere que pase lo que ella misma muchas veces ha visto durante sus viajes. En la isla indonesia de Bali hay un templo que hasta hace algunos años era totalmente desconocido. «Hoy, los turistas hacen cola ya a las cuatro de la mañana para sacar fotos durante la puesta del sol».

Para tales lugares especialmente apropiados para fotos incluso existe actualmente un término específico en inglés: instagramability. Un estudio realizado en 2017 por Schofields Insurance, una compañía de seguros especializada en alquileres vacacionales, reveló que el 40 por ciento de los turistas de entre 18 y 33 años de edad eligen sus destinos a base de la «instagramability».

Otro ejemplo de tales lugares es el acantilado noruego Trolltunga: 110.000 entradas bajo el hashtag #trolltunga. Según la revista «National Geographic«, el número de personas que visitaron este lugar aumentó entre 2009 y 2014 de 500 a 40.000.

La formación rocosa, situada a unos 1.100 metros sobre el nivel del mar, es famosa por este motivo fotográfico: una persona sentada en el extremo de la saliente sobre un lago y rodeada montañas sin que se aprecie a nadie más. Un auténtico paraíso, a no ser que esa persona active la cámara para selfies. En ese caso se podría ver detrás suyo a muchas otras personas haciendo cola para tomar esa misma foto tantas veces vista en Instagram.

 

D.S.

 

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