SÍMBOLO NEGRO EN MEDELLÍN

En guerra contra el «narcoturismo», Colombia derribó un edificio emblema de Pablo Escobar

El emporio construido por el líder del temido cártel de Medellín dejó en la ciudad sitios que hoy son una atracción para los turistas, en especial extranjeros. Uno de ellos fue derribado con detonación controlada.

"Los grandes referentes que tienen que conocer nuestros niños (...) son quienes representaban los valores y no los antivalores", dijo el alcalde de Medellín antes de la demolición. [ Ver fotogalería ]

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(23/02/2019) Una detonación controlada derribó este viernes el edificio Mónaco, antiguo fortín del fallecido narcotraficante Pablo Escobar en Medellín, en una batalla más de la guerra que Colombia libra contra el denominado «narcoturismo» y el ensalzamiento de la figura de este capo que causó decenas de miles de muertes. Sobre sus ruinas, se levantará ahora un monumento para recordar a las víctimas del narcoterrorismo que desangró a Colombia por casi una década.

Aunque un sector de la sociedad se oponía al derribo, el gobierno lanzó una campaña para explicar que no se trataba de «borrar la historia» sino de «transformarla». Este acto «significa la derrota de la cultura de la ilegalidad (…) Significa que la historia no se va a escribir en función de los victimarios», dijo horas antes de la demolición el presidente colombiano, Iván Duque. El nuevo espacio de 5.000 metros cuadrados rendirá tributo a las víctimas del «narcoterrorismo», como se conoce a la guerra sin tregua de los cárteles contra el Estado en los años 80 y 90.

Veinticinco años después de la muerte de Escobar a manos de la policía, el esqueleto maltrecho de su antiguo hogar seguía siendo parada obligatoria de recorridos turísticos. A diario, grupos de curiosos recorrían el búnker blanco deshabitado que el barón de la cocaína había construido en El Poblado, uno de los barrios más exclusivos de Medellín. Como parte de la iniciativa gubernamental, desde 2018 los visitantes se encontraban con un edificio recubierto de carteles que recordaban a los periodistas, civiles o jueces asesinados por orden del capo. «Respeta nuestro dolor, honra nuestras víctimas (1983-1994). 46.612 vidas menos», rezaba uno de los avisos que cobijó el edificio hasta la semana pasada.

Narcoherencia

MEDELLÍN. En las calles de la ciudad, Pablo Escobar es omnipresente en estampillas, tazas, camisetas, llaveros y todo tipo de souvenirs que son elaborados por comerciantes informales y ofrecidos a gran parte de los 1,9 millones de visitantes que recibió la ciudad en los últimos dos años.


El edificio Mónaco era también referente del primer coche bomba detonado en Colombia. En 1988, el cártel de Cali atacó la estructura, con Escobar y su familia dentro. La explosión afectó el oído de la hija del barón de la droga y desató una sangrienta guerra entre cárteles.  El atentado hirió además el ego del narcotraficante, pues los explosivos dañaron sus valiosas colecciones de carros y arte.

«Curiosamente el edificio Mónaco es el único sitio donde Pablo Escobar fue víctima», explica Alonso Salazar, exalcalde de Medellín y autor del libro «La parábola de Pablo».  «Destruir bienes materiales es relativamente fácil. Lo más complejo que tenemos que hacer es rehacernos como una sociedad donde la legalidad y la ética tengan más fuerza», agrega.

Al «Da Vinci del crimen», como lo llamó una de sus víctimas, el exvicepresidente Francisco Santos, secuestrado por el cartel de Medellín, se le acusa de haber instalado en el imaginario colombiano la «cultura narco». Como parte de esa lucha contra la sombra del capo, a finales de enero también fue retirada de la Hacienda Nápoles la réplica de la avioneta en la que Escobar transportó su primer cargamento de cocaína a Estados Unidos. Ubicada en el noroeste del país, la extensa finca opera hoy como un parque recreativo.

Pablo Escobar llegó a ser uno de los hombres más ricos del mundo, según Forbes, tras fundar un imperio del crimen y el narcoterrorismo. Murió a manos de la policía durante un intento de fuga en 1993.  Pese a su caída y la de otros barones de la droga, Colombia sigue siendo el principal productor de cocaína y Estados Unidos su mayor mercado.

Unas 1.500 personas y 147 mascotas debieron desocupar 638 inmuebles, según el censo oficial. Para Claudia Hencker, una pensionada de 60 años y habitante del lugar, «es como lo mismo», pues si antes los turistas llegaban a ver el edificio de Escobar, en unos meses vendrán a ver el lugar donde estaba el edificio. «Es como gastar una plata inoficiosamente, porque siempre esa esquina va a ser de Pablo», lamenta.

El costo de remodelar y adecuar el Mónaco ascendía a 11 millones de dólares, mientras que derribarlo y construir el parque necesitaba cerca de 2,5 millones, por lo que la alcaldía descartó una opción distinta a tumbarlo. En pie siguen, sin embargo, las 443 casas que construyó el capo para las familias que vivían en un basurero de Medellín. Gestos como ese le valieron el apodo del «Robin Hood colombiano» y el reconocimiento de un sector minoritario de la sociedad.

A 25 años de su muerte, Escobar «vive»

En esta casa sencilla de dos plantas, en el barrio Los Olivos, la policía acorraló a Escobar, aunque intentó fugarse por el techo.


Medellín está considerada como una de las ciudades más innovadoras del mundo y es la cuna de exitosos artistas, como el pintor Fernando Botero, el director de orquesta Andrés Orozco-Estrada o los cantantes Maluma y JBalvin. Pero eso no fue suficiente para que la segunda ciudad más grande de Colombia haya dejado atrás el estigma que dejó la guerra contra el narcotráfico de los años 80 y 90 y tampoco ha evitado que siga siendo un destino ligado a Escobar, de cuya muerte se cumplieron 25 años.

El emporio construido por el líder del temido cártel de Medellín dejó en la ciudad sitios que hoy día son una atracción para los turistas, en especial extranjeros, que llegan impulsados por el puñado de series de televisión, libros y películas que se han hecho de la vida de este criminal, abatido el 2 de diciembre de 1993. «Los turistas han ido cambiando por épocas. Cuando salió la serie (colombiana) ‘El patrón del mal’, los que más venían eran mexicanos, argentinos, chilenos y peruanos. Después, cuando empezó ‘Narcos’, de Netflix, empezaron a venir brasileños y estadounidenses, estos últimos son los que hoy en día más van al tour”, explica Oscar Cantor, vocero de una de las agencias que ofrecen un recorrido por los lugares que Escobar marcó en la cálida ciudad.

A la alegría de la gente, su famosa amabilidad y ese acento cantado de los «paisas» se suman visitas a la Hacienda «Nápoles», donde Escobar construyó un zoológico con fauna africana o la llamada «Catedral», una cárcel donde el capo vivía con todo tipo de comodidades y que hoy es un lugar de reposo de ancianos. Los recorridos, que también incluyen la tumba del mafioso, se pueden hacer desde cuatro horas hasta seis días. El precio va desde los 50 hasta los 800 dólares. Iván Fiuza, un brasileño que hizo el «narcotour» por Medellín, recuerda que la empresa del tour se llama «Don’t say his name» (no digas su nombre), lo que refleja perfectamente la dualidad con la que operan estas agencias: no son ilegales, pero según la administración local tampoco son éticas.

A.F.P/A.P/D.S.

 

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