RELATO DE VIAJE

En el corazón de África (Parte 3): Serengueti

Por Sofía Prado | Salvaje, libre de mapas y de esquemas que nunca son los mismos. Viajamos esta vez a tierras africanas, a Kenia y a Tanzania, para dejarnos sorprender y maravillar cada día por lo desconocido, por la espontaneidad de la naturaleza.

Con una extensión de 14.750 km² y llanuras que parecen no tener fin, el Serengueti es hogar de una de las mayores concentraciones de vida salvaje del mundo. Fotos: Sofía Prado [ Ver fotogalería ]

Ficha

Región:

Para cuando el jeep nos cruzo a Tanzania ya habíamos visto casi todo, los cinco grandes (león, búfalo, leopardo, elefante y rinoceronte), leones copulando, migración, pelea, todo. Pero decidimos desafiar nuestra suerte y apostar aún mas –Queremos ver una cacería- le dijimos a nuestro nuevo ranger, ya que cambian de país en país. Y lo pusimos en tal vez la más difícil búsqueda de la selva, de la cual solo depende de la suerte –Vamos, te tenemos fé Rafael- lo alentamos sin imaginar la grandeza de un gran observador de la vida salvaje. Aquí nuevamente vuelvo a recalcar la importancia de rangers especializados y sobre todo con experiencia.

Por lo tanto nuestra estadía en la gran sabana, pues Serengueti es la continuación de Maasai Mara pero muchísimo más grande, se volvió una especie de aventura digna de Discovery Channel. En este viaje que logra volver a los turistas exploradores nos enfrentamos a tal vez la prueba final. Paciencia, silencio, horas de búsqueda y dedicación. Comprensión de los movimientos, estudio de cada sentido del animal para vaticinar lo que podría venir a continuación. Y déjenme adelantarles que lo logramos.

– En el corazón de África (parte 1): Maasai Mara

Cinco leones contra un solo búfalo. Este fue el primer conflicto que nos cruzamos, cinco leonas, y más, rodearon a un búfalo herido. La victoria estaba a favor de las leonas que no lo dejaban moverse ni aunque lo intentase. El animal seguía de pie, pero la sangre se desprendía de sus muslos y de su cuello cual herida de guerra. Las leonas se turnaban, sospechábamos que querían cansarlo antes de dar el ataque final, pues el búfalo es capaz de asesinar a un león entremezclando su fuerza con su cornamenta. Sin embargo, a pesar de estar muy mal herido cada intento de las leonas se veía frustrado por su defensa. Pasaron los minutos, e incluso horas. Las leonas seguían debatiéndose entre atacarlo y retroceder pero sin permitirle el paso. De repente un confuso episodio anulo a las depredadoras, el búfalo retrocedió pero nadie lo detuvo lo suficiente, solo una leona continuo haciéndole frente, pero solo una no era capaz de frenarlo y el miedo la llevo a retroceder, retroceder, retroceder hasta alargar la brecha entre ella y las demás leonas permitiendo así el escape de este búfalo herido que con una gran ventaja perdió de vista sus oponentes y gano una nueva vida –Los leones no siempre ganan. Esto es único, pero tan real como la vida en la sabana-.

Leona contra un jabalí. Ese mediodía el sol golpeaba fuerte sobre nosotros, el calor sofocaba y el agua parecía hallarse lejos, muy lejos. No había razón entonces para que una leona inquieta no se echará cerca del árbol más cercano, sus movimientos eran desconcertantes, tenía hambre, estaba planeando cazar. La seguimos durante largo rato, incluso nuestro ranger nos propuso almorzar dentro del auto para no perderla de vista. Y de repente un jabalí solitario se acerco desprevenido, casi no se percato de la leona que agazapada comenzó a seguirlo. Sus movimientos eran lentos, perfectos, tan bien cuidados que parecían haber sido practicados. Nada se movió, no la delato ni el correr de su cuerpo entre los pastos secos, pero la suerte no estuvo de su lado nuevamente y cuando se disparo en ataque el jabalí la confundió en una media loma y salió victorioso duplicándola en velocidad.

Leonas contra cebras. Todo sucedió muy rápido, las cebras estaban inquietas, corrían de un lado a otro haciendo su particular sonido que es una mezcla de un relincho con rebuzno. Una alerta. Entre la multitud desaforada de cebras, ocultas en los pastizales había una manada de leonas. Casi como si estuvieran organizadas se dividieron en tres grandes grupos, rodeando completamente las enardecidas cebras que cada vez hacían mas y mas fuerte su sonido. De repente dos leonas corrieron al ataque, las cebras se dispersaron en sentido contrario pero no contaban con una tercera leona esperándolas del otro lado. La multitud se esparció, los sonidos bajaron su intensidad, y al abrirse camino una leona había cazado la cena para todo su clan.

– En el corazón de África (parte 2): Lago Naivasha y Lago Nakuru


(*) La autora es Sofia Prado, una fotógrafa documental que hace unos años comenzó un proyecto sobre experiencias alrededor del mundo. Este año, junto con
www.somosmundo.com y www.kobo-safaris.com organizó una expedición para amantes de la naturaleza y fotografía.

 

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