"ZONA DE MUERTE"

A 66 años de su conquista, cada vez más montañistas mueren en el Everest

El asombroso número de muertes en lo que va de temporada abrió una controversia, pero funcionarios del gobierno de Nepal aseguran que no hay planes para limitar los permisos.

Esta semana, días antes del aniversario, surgieron imágenes impactantes de sherpas transportando el cadáver completamente congelado de un montañista -todavía no identificado-.  [ Ver fotogalería ]

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Publicado el 30 de mayo de 2019

Este miércoles se conmemoraron los 66 años del primer ascenso al Monte Everest, un aniversario marcado por el número cada vez mayor de muertos entre los que pretenden conquistar su cima y en medio de interrogantes sobre cómo controlar los ascensos al pico más alto del mundo luego de la temporada más mortífera en años. Un promedio de cinco montañistas muere cada año en los estrechos y helados pasos con poco oxígeno hacia el pico de 8.848 metros. Esta temporada, sin embargo, ya murieron once personas en sus traicioneras pendientes, donde los montañistas hacen fila a veces por horas esperando su turno para llegar a la cima. Mientras se reparten las culpas por estas tragedias, estos son algunos de los problemas que enfrenta la lucrativa industria del Everest, y sus posibles soluciones. Esta semana, días antes del aniversario, surgieron imágenes impactantes de sherpas transportando el cadáver completamente congelado de un montañista -todavía no identificado-. El video subido por Rohtash Khileri el martes pasado decía: «Los sherpas son la forma de un Dios en las montañas. Deberíamos respetarlos. Y también debería respetar las montañas». 

La última víctima mortal es Robin Haynes Fisher, un británico de 44 años de edad, que murió a 8.700 metros de altura, justo cuando iniciaba el descenso tras coronar la cima, en la denominada «deadline», conocida por sus bajos niveles de oxígeno y bajas temperaturas. «Había bajado unos 150 metros cuando colapsó. Su ‘sherpa’ intentó salvarlo, pero ya había muerto», contó Murari Sharma, de la empresa Everest Pariwar Treks, de Katmandú. En una de sus últimas publicaciones en redes sociales, Fisher contó cómo había cambiado sus planes para evitar las multitudes «fatales»: «Con una sola ruta a la cumbre, los retrasos causados ​​por el hacinamiento pueden ser fatales, por lo que espero que mi decisión de ir al día 25 signifique menos personas. A menos que todos los demás jueguen el mismo juego de espera».

Durante la jornada del viernes, el irlandés Kevin Hynes murió en su tienda de campaña, a unos 7.000 metros, también en el camino de vuelta. Ese mismo día, el guía nepalí Dhurba Bista perdía la vida en un campamento base tras ser evacuado vía aérea de otro a mayor altura. A lo largo de esta semana, tres indios -dos mujeres y un hombre- perecieron en el descenso, una vez conquistado el Everest. A principio de mayo un escalador estadounidense y otro indio murieron igualmente en la bajada. Además, un austriaco murió en la fachada tibetana. Esta es la época del año más popular para escalar el Everest debido a las condiciones climáticas, lo que se traduce en una masiva afluencia de montañistas que ha provocado una peligrosa congestión. «Hay solo pequeñas ventanas de (buen) tiempo y todo el mundo quiere escalar a la vez», explicó el director de Peak Promotion.

A pesar de que el número final aún no fue dado a conocer, el número de personas que hicieron cima en el Everest en 2019 podría superar el récord de 807 del año pasado. Nepal emitió 381 permisos por 11.000 dólares cada uno para la temporada de primavera, y al menos otros 140 fueron otorgados en la ladera norte en Tíbet y la mayoría de los montañistas son escoltados por la menos un guía nepalí. Pero la afluencia hizo que se agolpen multitudes en algunos cuellos de botella en el camino, en especial luego de que el mal tiempo cortase el número de días para intentar el ascenso.

En 2018, año en que murieron cinco personas, el clima ayudó y la ventana para llegar a la cima estuvo abierta once días, pero este año los terribles vientos redujeron esa cifra a menos de seis. Nirmal Purja, que escaló seis picos de más de 8.000-metros en apenas 31 días esta temporada, dijo que la ruta a la cima debería ser establecida con anticipación para facilitar el tráfico. Pero Ang Dorji Sherpa del Comité Sagarmatha de Control de la Contaminación, que vigila la apertura de la parte baja de la ruta, dijo que el foco debe estar en limitar el número de montañistas, ya que es el clima el que dicta cuándo se pueden colocar cuerdas.

un gigante Víctima de la multitud

Así como la playa se llena el primer día del verano, la cresta de la cumbre del Everest estaba repleta con más de 200 montañistas el 22 de mayo cuando fue reabierta luego de mal tiempo. Los equipos esperaron horas con temperaturas heladas para ascender a la cima y descender. La espera aumentó el riesgo de congelamiento, agotamiento y mal de altura en una región con escaso oxígeno. «No puedo creer lo que he visto allá arriba. Muerte. Colas. Caos. Cadáveres en el camino y en las tiendas del campamento 4. Gente a la que intenté convencer de volver, pero que acabó muriendo» contó por su parte en Instagram el alpinista Elia Saikaly.

La alpinista india Anuja Vaidya, de 21 años, que alcanzó la cumbre el miércoles pasado, afirmó que su equipo tuvo que esperar más de una hora en el descenso porque había una hilera de montañeros en el camino. Debido a estos atascos, «las botellas de oxígeno de muchos montañistas se agotan» explica la alpinista india Ameesha Chauhan, que está recibiendo curas en Katmandú tras congelarse la mano izquierda. «Algunos alpinistas han muerto debido a su propia negligencia. Insistían en llegar a la cima cuando su oxígeno se reducía, lo que ponía en peligro sus vidas».

«Tenía la impresión de que el Everest estaba repleto. Solamente los alpinistas con algunas aptitudes y una cierta experiencia deberían tener un permiso» para escalar», dice la joven de 29 años. Lam Babu Sherpa, que coronó siete veces el Everest, por su parte advirtió que esta afluencia puede ser fatal, especialmente si los equipos no llevan oxígeno extra. «Había más de 200 personas en una hilera, y uno no puede adelantarlos. Era muy difícil, vimos equipos esperando durante dos o tres horas» el miércoles pasado, indicó Sherpa.

El montañista indio Aditi Vaidya dijo que una hora de espera es potencialmente mortal. «Allí es donde la mayoría de la gente sufre de congelamiento. Porque si no caminas, si no te mueves, tu cuerpo no está caliente, tienes frío y no importa que hayas comprado el mejor equipamiento de montaña. No creo que nada, nada hecho por el hombre, pueda combatir a la naturaleza», explicó. Gyanendra Shrestha, oficial de enlace del gobierno en el campamento base del Everest, afirmó que los montañistas están demasiado apresurados cuando se abre la ventana de ascenso. «Si hubiese coordinación entre los equipos, y los montañistas se hubiesen separado en el tiempo, no habríamos tenido semejante aglomeración», aseguró Shrestha.

Reclutas inexperimentados

Muchos montañistas dijeron que había demasiados novatos sin experiencia, moviéndose demasiado lento y arriesgando sus vidas y las de los otros. «Vi alpinistas que necesitaban a sus guías incluso para calzarse sus zapatos y camprones», afirmó un montañista. Debido al creciente número de muertes, hubo pedidos al gobierno de Nepal para que limite el número de permisos o establezca un criterio para permitir subir a la montaña, pero Damian Benegas, que lleva guiando equipos en el Everest por casi dos décadas, dijo que «limitar los permisos no cambiará la calidad de los alpinistas». «Los operadores saben más y deben establecer un estándar de a quién llevarán arriba en la montaña».

Operadores baratos

El boom del Everest hizo del montañismo un negocio lucrativo desde que Sir Edmund Hillary y el sherpa Tenzing Norgay hicieron cima por primera vez en 1953. Por entonces se trató de una gran expedición, pero hoy en día se puede conquistar el Everest por tan poco como 30.000 dólares, y unos pocos pagan más de 65.000. El recorte de los costo lleva a guías menos calificados, equipamiento de menor calidad y pobres medidas de seguridad. Mientras el número de montañistas se ha duplicado en una década, el de sherpas no ha seguido ese paso. Los reclutas sin preparación que a menudo sólo habían llevado equipamiento hasta los campamentos más altos ahora están encargados de hacer cima con clientes. «El guía tiene que saber cuándo volver, incluso si el cliente insiste en seguir subiendo», concluye Tashi Sherpa, un guía de montaña con certificado internacional.

D.S.

 

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