MILLONES DE VISITANTES

Tras el éxito del Mundial 2018, Rusia busca ser una potencia turística global

El año pasado Rusia recibió casi 25 millones de turistas, un volumen que deja a ese país en el puesto 16 entre los principales destinos, de acuerdo con la Organización Mundial de Turismo.

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Por Marina Lapenkova (AFP)

¿Le interesa un paseo en un tanque de guerra en la nieve, y luego una noche en un palacio de los zares? Con ideas fuera de lo común y enormes desafíos por delante, Rusia busca convertirse en unos de los mayores destinos turísticos del mundo.

Un año después de haber recibido exitosamente la Copa del Mundo de fútbol, el país ahora busca otras formas de atraer visitantes internacionales con el objetivo de duplicar sus ingresos por turismo hasta el año 2035. «Los jóvenes serán ahora capaces de ver a Rusia en una forma en que padres no pudieron hacerlo», dijo Maya Lomidze, responsable de la Asociación Rusa de Operadores de Turismo. La rica herencia cultural rusa y sus paisajes espectaculares -que van desde un resort en la zona subtropical del Mar Negro hasta el lago Baikal, en Siberia, y los volcanes de Kamchatka- tornan al país una región claramente interesante para los visitantes.

Pero las dificultades burocráticas para conseguir visas, la falta de hotelería de estilo contemporáneo y las carencias de transporte fuera de las principales ciudades son enormes problemas a resolver. El año pasado Rusia recibió casi 25 millones de turistas, un volumen que deja a ese país en el puesto 16 entre los principales destinos, de acuerdo con la Organización Mundial de Turismo. En su mayoría, esos visitantes provienen de países que pertenecieron al bloque soviético o de China.

Durante la Copa del Mundo, en el verano boreal del año pasado, Rusia ofreció visas libres para los aficionados internacionales, y según Lomidze el sector de turismo espera que esa experiencia impulse un crecimiento substancial del turismo. «Pero el efecto de la Copa del Mundo se redujo prácticamente a cero a causa del eterno problema con las visas», dijo. Aparentemente informado de este problema, el presidente Vladimir Putin ordenó que el gobierno implemente visas electrónicas que son gratuitas y emitidas rápidamente, para ciudadanos de un grupo de países.

Las visas electrónicas serán ampliadas en octubre para viajes de hasta ocho días a la antigua capital imperial de San Petersburgo y las zonas próximas, aunque el gobierno aún no informó cuáles países se beneficiarían de esa reforma burocrática. Desde julio se aplica un mecanismo similar para visitantes de 53 países que lleguen al enclave de Kaliningrado, que formó parte de Alemania. Además, desde 2017, ciudadanos de 18 países pueden beneficiarse de visas electrónicas gratuitas para visitar la lejana región oriental, incluyendo la península de Kamchatka, donde los turistas pueden esquiar y hacer caminatas en zonas prácticamente vírgenes.

Paseos en el Ártico

Pero los operadores de turismo buscan diversificar su oferta, incluyendo en sus planes paseos por el Ártico con ayuda de ciervos, desplazarse con tanques de guerra de la era soviética, o pasar una noche en un palacio que perteneció al zar Pedro I. En total, Rusia invierte apenas un millón de euros al año en la promoción de sus atractivos turísticos, de acuerdo con un estimado de la Asociación Rusa de Operadores de Turismo. Sin embargo, Rusia precisa de inversiones de miles de millones de dólares en infraestructura para viajeros, así como planes para mejorar la imagen del país, manchada por los violentos conflictos en Ucrania, apuntan los especialistas.

Viajar sin mapas

Al contrario de Rusia, la entonces Unión Soviética hizo esfuerzos para atraer turistas, con afiches y revistas que destacaban los viajes por las estepas de Asia Central o las montañas del Cáucaso. «Primero, la principal atracción de la Unión Soviética era el misterio de un lugar prohibido, como Corea del Norte es ahora», dijo Andrei Sivitsky, vicedirector de Intourist, fundada hace 90 años como la agencia estatal de viajes.

Juliette Spigolis, una ingeniera francesa, se encuentra en medio de una nueva visita a Rusia, recorriendo territorios en un autobús. Su aventura comenzó en la región de Bretaña, en el noroeste de Francia, y debe terminar en el Vladivostok, en el Océano Pacífico y ahora recuerda que cuando visitó Rusia por primera vez, hace 35 años, no logró hallar donde comprar un mapa de Rusia, a raíz del secretismo que marcaba muchos aspectos de la vida soviética. Spigolis dijo sentirse encantada de descubrir una Rusia «globalizada», pero se quejó de fuera de las áreas exclusivamente turísticas los carteles son solamente en alfabeto cirílico. En su visión, ese detalle torna más difícil las cosas que personas como ella, interesadas en «descubrir este enorme país».

Agence France-Presse

 

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