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La isla del tesoro: multimillonario holandés busca 800 barriles de oro en Juan Fernández

Por Laura Millan Lombrana La leyenda es demasiado buena para resistirse: oro y joyas escondidas en la pequeña isla rocosa del Océano Pacífico que inspiró la novela Robinson Crusoe, de Daniel Defoe.

El lugar en cuestión se encuentra en Juan Fernández, un archipiélago ubicado a 640 kilómetros de la costa chilena donde el corsario escocés Alexander Selkirk fue abandonado durante cuatro años a principios del siglo XVIII. El evento inspiró la novela Robinson Crusoe. FOTO: BLOOMBERG [ Ver fotogalería ]

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La leyenda es demasiado buena para resistirse: 800 barriles repletos de oro y joyas escondidas en la pequeña isla rocosa del Océano Pacífico que inspiró la novela Robinson Crusoe, de Daniel Defoe. La historia de cómo llegó el oro español del siglo XVIII desde América parece cambiar con cada relato y la evidencia es escasa en el terreno, por decir lo menos. Sin embargo, eso no impidió que el empresario y cazador de tesoros holandés Bernard Keizer haya dedicado gran parte de su vida a buscarlo.

Las apuestas aumentaron la semana pasada después de que se hiciera público que autoridades en Chile le habían dado permiso para excavar parte de un parque nacional mediante el uso de maquinaria pesada. Si bien las autoridades argumentan que el área es más pequeña que una cancha de fútbol, ambientalistas y partidos de oposición dicen que la intervención de una excavadora de 8,7 toneladas será irreversible.

Según Diego Ibáñez, parlamentario de la coalición de partidos de izquierda Frente Amplio, es una clara tergiversación de la ley que se está utilizando para favorecer a un multimillonario holandés que no encontró ninguna evidencia después de años de búsqueda. Ibáñez agregó que es importante preservar la tierra y no regalarla a investigaciones que parecen basarse más en la religión que en la ciencia.

Asesinato y motín

El lugar en cuestión se encuentra en Juan Fernández, un archipiélago ubicado a 640 kilómetros de la costa chilena donde el corsario escocés Alexander Selkirk fue abandonado durante cuatro años a principios del siglo XVIII. El evento inspiró la novela Robinson Crusoe.

El oro supuestamente llegó a la isla unos años después de que Selkirk se fuera e involucra una historia de capa y espada con huracanes, naufragios, saqueos, asesinatos y motines. Algunos cálculos avalúan el tesoro en US$10.000 millones y dicen que incluía una rosa gigante hecha de oro. El tesoro habría sido amasado por la Corona española en América Latina y enterrado en Juan Fernández por el almirante Juan Esteban Ubilla alrededor de 1714, durante una guerra civil en España.

Una popular versión de la historia dice que, antes de morir en un huracán, Ubilla le dijo al almirante de la Marina británica y posterior aliado George Anson dónde estaba escondido el tesoro. Años más tarde, Anson envió a un capitán para desenterrarlo. Desafortunadamente, una tormenta que alcanzó a su barco cuando se dirigía a tierra firme lo obligó a regresar y enterrar el tesoro nuevamente.

Al enterarse de planes de un motín, el capitán quemó su barco, mató a la tripulación y huyó en un bote de remos hacia tierra firme. Luego murió. Sí, la historia contiene agua y un galeón español que naufragó.

Cueva subterránea

La leyenda habría revivido en 1950 con el descubrimiento de una carta que describía la ubicación del oro. Keizer y SGA SA, una firma chilena de consultoría ambiental que presentó las solicitudes de exploración a las autoridades, declinaron hacer comentarios.

Keizer estuvo realizado búsquedas anuales en un sector rocoso en el noroeste de la isla conocido como Puerto Inglés. Equipos de alrededor de diez personas que utilizan equipos portátiles han excavado hasta 7 metros (23 pies) en busca de una cueva subterránea donde supuestamente estaría enterrado el tesoro, según documentos presentados al Servicio de Evaluación Ambiental (SEA) de Chile. Ahora pretende utilizar una retroexcavadora con una capacidad de levantamiento de 4,4 toneladas.

Los nuevos planes provocaron controversia en el continente cuando, este mes, renunció el director regional de la Corporación Nacional Forestal (Conaf), diciendo que se oponía a la exploración de Keiser, según información en los medios locales. El ministro de Bienes Nacionales del país, Felipe Ward, también fue criticado por reunirse con Keizer poco antes de que la Conaf aprobara el uso de la excavadora. Parlamentarios, incluido Ibáñez, solicitaron una investigación.

Si alguna vez se encuentra el tesoro, Keizer se volverá fabulosamente rico, a pesar de que debe entregar 75% de los hallazgos al Estado chileno. Sin embargo, el final de la historia puede ser más mundano: un ministro avergonzado, un gran agujero, un parque nacional dañado y una irritante ausencia de oro.

 

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